Juan Carlos Girauta: «Mi vida como meme»
No todo el mundo puede decir que tiene un meme. En el caso de Girauta, es que lo es
¿Son los memes la 'Gioconda' del siglo XXI? Así es la cultura que arrasa en redes
Llevo una doble vida. En una soy columnista, abogado y agitador. En otra soy un meme, siempre sentado en actitud de catatónico irremediable. Calzo sandalias de franciscano y camisa de jesuita. Una indescifrable bolsa de tosco papel cuelga de mis dedos sugiriendo miserias acordes con la desolación del conjunto. En la foto original me rodean sillas vacías para resaltar la impresión de soledad, pero mi imagen recortada ha aparecido junto al Papa, entre Putin y Macron, dentro de ‘Las Meninas’.
Si me cambian el escenario comunicaré cosas diferentes. Es muy difícil precisar el qué, pues la sola presencia de mi meme sumerge en el absurdo una noticia entera. Cada entorno le confiere distintos matices a la fatalidad. Transmito una especie de «no hay nada que hacer» paradójicamente cómico. He llorado de risa con algunos montajes, y siempre tuiteo los que me parecen buenos. Sin citar fuente. Al fin y al cabo es mi imagen la que aporta sinsentido. No oculto la autoría si el montaje viene firmado. Les explicaré el origen de todo.
El contenido de la bolsa
Semana Santa en Toledo. Calor asfixiante. Me tomo un refresco y compro unos dulces maravillosos elaborados por monjitas que viven rodeadas de grecos. Ese es el contenido de la bolsa de papel. En hora y media empezará la procesión. Las sillas ya están dispuestas a todo lo largo del recorrido. Acabo de instalar en mi móvil una aplicación que convierte las fotografías en óleos y, al pasar por un tramo concreto pienso en que bien podría acoger la espera sin tiempo de algunos ‘hoppers’. Voy a crear uno. Es más, lo voy a protagonizar. Decido el ángulo, la altura, y aviso cuando estoy en posición. Seré como uno de los misteriosos seres sedentes del pintor americano. El resultado me complace y me divierte. Soy la viva imagen de la nada. Antes de pasarlo por la aplicación tuiteo la foto, añadiendo unas líneas improvisadas de existencialista depresivo en un momento bajo. Todavía lo estoy celebrando con la que le dio al clic cuando empiezan a llegarme mensajes de amigos preocupados: «¿Estás bien, Juan Carlos?»