LIBROS

Joshua Ferris abre la boca

«Levantarse otra vez a una hora decente», de Joshua Ferris, no es la Gran Novela Americana, pero sí la Gran Novela Odontológica Americana. Una historia hilarante y delirante

Joshua Ferris. autor de «Levantarse otra vez a una hora decente» Kelly Campbell

RODRIGO FRESÁN

Las afirmaciones rotundas del tipo «Joshua Ferris es el mejor autor norteamericano de su generación» pueden ser traicioneras. Así que seamos cautos y digamos que en la antología «20 Under 40» –volumen donde la prestigiosa revista «The New Yorker» reunió a nombres del prestigio de Chimamanda Ngozi Adichie , Daniel Alarcón , David Bezmozgis , Jonathan Safran Foer , Rivka Galchen , Nicole Krauss , Karen Russell , Gary Shteyngart y Wells Tower , entre otros– Ferris (Illinois, 1974) es el más talentoso. De lejos y por mucho.

Ferris empezó muy bien y sigue cada vez mejor y más gracioso haciendo de lo agobiante su especialidad . Su debut fue la novela sobre el trabajo con voz narradora coral de empleados en agencia de publicidad en caída libre, « Entonces llegamos al final » (2007), que deslumbró a la crítica, fue «best seller» en su país, y resultó finalista del National Book Award. Su segunda novela, la patológica «The Unnamed» (2010), que suena como una colaboración imposible pero súbitamente real entre John Cheever y Oliver Sacks , no fue tan bien recibida; pero es, para mí, una obra maestra. Y ahora pone a girar el torno de esta zumbona «Levantarse otra vez a una hora decente», que llegó a la «shortlist» del Booker Prize en 2014 y ganó el Dylan Thomas Prize ese mismo año.

Ladra y muerde

Y aquí –aún más que en su debut– Ferris abraza y muestra los caninos a una tradición que ladra y muere, la judía , a la vez que honra a dos de sus nombres más graciosos a la vez que oscuros: el humor negro de Joseph «Trampa-22» Heller y de Bruce Jay «Stern» Friedman .

De entre los autores que fueron reunidos en la antología «20 Under 40», Ferris es el más talentoso. De lejos y por mucho

Y Ferris lo hace con sonrisa perfecta y mueca dolorosa y boca abierta y expuesta a todo. Porque «Levantarse…» es, seguro, la Gran Novela Odontológica Americana. Y su héroe es un miserable en todos los sentidos del término : la primerísima y oral persona del dentista neoyorquino de éxito Paul O’Rourke, profundamente insatisfecho fuera de las paredes de su consultorio en Park Avenue. Novio casi robótico más preocupado por las familias de sus parejas que por sus parejas en sí, opaco misántropo, desapasionado restaurador de maxilares podridos, adicto a su iPhone y seguidor fanático por puro aburrimiento existencial de los Red Sox. Hasta que –ecos aquí del «Operación Shylock» de ese otro gran creador de desesperados desesperantes que es Philip Roth – a O’Rourke le sale una caries difícil de tratar: alguien empieza a usurpar su personalidad «online». Y, claro, es tanto más fácil que el devoto O’Rourke falso y en internet sea mejor persona que el ateo O’Rourke en persona . Y la cosa se complica aún más cuando ese «blog-site» que lo usurpa y lo refina conduzca y lo lleve directamente al pasado inmemorial de una secta anterior a los israelitas –pero aniquilada por ellos, en lo que se entiende como el primer holocausto judío por y no de los judíos– cuyo dogma es la duda absoluta y cuyo descendiente directo no sería otro que este más martirizante que martirizado San Paul.

Dolidos pacientes

En una entrevista, Ferris explicó que hizo que su personaje fuese odontólogo porque «necesitaba a alguien que quisiese huir de la desesperación mientras está todo el día expuesto a ella, a la desesperación de sus dolidos pacientes». El mismo O’Rouke nos lo confiesa cuando define su oficio como el de alguien mitad doctor, mitad empleado de pompas fúnebras . Porque –O’Rourke «dixit»– los incisivos & co. sobreviven a todas las otras partes del cuerpo y, sí, primera línea de la novela: «La boca es un sitio extraño… No es el adentro ni el afuera» . Y de ella y desde allí brotan sin parar las aún más, sí, agobiadas, extrañas, hilarantes y delirantes (como por acción de ese gas que te meten en esa silla eléctrica y reclinable) palabras de Paul O’Rourke.

Y salen desde ahí –escupidas entre buches y sangre– sin anestesia.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación