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José Luis Sampedro poeta: un incendio de lo cotidiano
Entre 1936 y 1990, Sampedro escribió una serie de poemas que ahora ven la luz gracias a la edición de J. Manuel Lucía
![José Luis Sampedro](https://s1.abcstatics.com/media/cultura/2020/03/27/jl-sampedro-kZBI--1248x698@abc.jpg)
José Luis Sampedro (Barcelona, 1917-Madrid, 2003) fue un vitalista, colocó la vida en el centro y se dedicó a escribirla. En un hombre como él todo tenía que ser vivido, en un escritor como él todo tenía que ser escrito. Conocíamos, claro, su excelente obra narrativa, conocíamos también sus reflexiones ensayísticas y sus tentativas dramáticas, pero solo hasta hoy el enorme iceberg de sus poemas se mantenía en su mayor parte oculto. Ha sido después de su muerte cuando, descubiertos casualmente en unas cajas de cartón, se les ha quitado el polvo de las décadas, se les ha encendido la luz para comprender su caligrafía y se les ha dado un orden para presentarlos ante los lectores. El resultado es esta edición donde leemos a un José Luis Sampedro juanramoniano, existencialista, social, urbano o contemplativo , es decir, una sucesión de rostros que buscaron una voz en medio de todas esas excepciones y urgencias históricas que es siempre la historia de España. Escritos entre 1936 hasta los años 90, hablan de la guerra civil desde un punto de vista íntimo y experiencial, sin acudir a la retórica épica; le preguntan a Dios; caminan por las calles de las ciudades tomando conciencia de sí mismo y del mundo; o descienden a lo satírico, lo crítico o de circunstancias para divertirse.
Fue un poeta de la juventud que nunca abandonó la poesía y ni la juventud, y si gran parte de su obra está escrita en esos momentos trágicos de la guerra , fue dejando su testimonio poético allí donde le llevó el tiempo y el mundo, llámense paisajes, ciudades, amores o cuartos de hotel. Tal vez su carácter de escritor halló mejor acomodo en la prosa, pero Sampedro encuentra a veces esa emoción de las palabras en contacto con los sentimientos y la belleza: «¡Qué placer/ tener entre las manos esa fruta madura/ de la serenidad», dice, y exactamente así su obra poética es un monumento moral a favor de lo humano, de la vida contemplada como un hecho único, del cuerpo como último símbolo del amor convertido en acto y contemplación.
Para José Luis Sampedro, el poema es una chispa, un incendio en lo cotidiano por el que «aspiramos la vida ansiosamente». Un feliz rescate que completa el retrato de un lúcido escritor.