LIBROS
«Jazz blanco», Ellroy en estado puro
En la estela de Hammet y Chandler, está Ellroy, de quien se reeditan sus títulos más representativos

En 1992 James Ellroy terminó con «Jazz Blanco» su serie de novelas «El Cuarteto de Los Ángeles», de la que también forman parte «La dalia negra» (1987), «El gran desierto» (1988) y «L. A. Confidencial» (1990).
«Los Ángeles, otoño de 1958...». Leer a James Ellroy por primera vez es como iniciar el aprendizaje de un idioma: no podemos pretender entenderlo todo desde el principio. Más bien al revés, es preferible sumergirse sin miedo en la lectura y avanzar a pesar de la lluvia de datos y referencias, para descubrirnos de repente «dentro» de la ficción, habitándola como turistas.
Porque es fácil caer en una especie de estado hipnótico con la escritura telegráfica de Ellroy, que no es densa en su forma, pero sí rotunda y plagada de desvíos, ideal para una trama cargada de acontecimientos y nombres, en la que, como en la vida real, ocurren muchas cosas y ocurren en un desorden aparente, respetuoso en el fondo con una fórmula mágica: Los Ángeles + crimen + hampa + boxeo ; cuatro pilares para sostener la producción literaria de uno de los autores más importantes del género.
Un asesino de indigentes
Y es que, si destiláramos el concepto de «novela negra» hasta liberarlo de todo lo superfluo y devolverlo a su punto de partida, los años 20 en los que Raymond Chandler y Dashiel Hammett publicaban sus relatos en la revista «Black Mask» James Ellroy -y en el caso de «Jazz blanco» su teniente David D. Klein, un corrupto de tomo y lomo- se salvarían.
En «Jazz...», mientras un asesino de indigentes, al que la revista «Hush-Hush» bautiza como «El diablo de la botella», anda suelto, la autoridad competente investiga un caso de corrupción en los círculos locales de boxeo y el teniente Klein acata con discreción las órdenes del mafioso Meyer Harris Cohen, más conocido como Mickey. La narración en primera persona de Klein, combinada con textos aparentemente extraídos de publicaciones periódicas adictas a los rumores y el cotilleo (un soporte que contribuye a reforzar el escaso valor que el autor concede a las vidas de sus marginales protagonistas) levanta el escenario de partida para la historia que cierra «El Cuarteto», reeditada recientemente por Random House, junto con los otros tres títulos que lo integran, en una edición de bolsillo con un excelente diseño de cubierta.
Todo cuenta.
La cita de Ross MacDonald que abre el libro dice: «A la larga poseo el lugar en que he nacido y estoy poseído por su lenguaje». Cuando James Ellroy todavía era un adolescente asesinaron a su madre en la zona deprimida de Los Ángeles donde residían. ¿Quién sabe si cada palabra de su ficción -todas disparos certeros, ni una sola escrita de sobra- tiene su origen en semejante tragedia?