Andrés Ibáñez - Comunicados de la tortuga celeste
Un jardín, un pozo
Las imágenes de un oscuro túnel a través del que se llega a un vergel y a un baño purificador se repiten en muchas obras literarias y en meditaciones yóguicas
El libro «Vida entre vidas», de Michael Newton , fue escrito a partir de las experiencias de hipnosis de cientos de pacientes. Newton les pedía que retrocedieran hasta el momento que precede al nacimiento o que sigue a la muerte y le contaran qué era lo que veían y sentían en ese lugar intermedio. Para su gran sorpresa, los relatos se iban armando en un todo armónico . Era como si todos juntos formaran una sola historia, que comenzaba con un largo túnel oscuro y seguía con la llegada a un lugar luminoso y pacífico parecido a un jardín donde uno es recibido por seres conocidos y queridos... Venía a continuación una especie de hospital de las almas donde uno se limpiaba o curaba por medio de un baño o ducha de luz, y el traslado a un centro de aprendizaje y transformación, donde uno se veía como un filamento de luz.
En su libro «Yoga Nidra», Swami Satyananda Saraswati , creador de la escuela de yoga de Bihar , explica con gran detalle las visualizaciones que utiliza en sus sesiones de meditación de «sueño yóguico». No es hipnosis, desde luego, sino un estado intermedio entre el sueño y la vigilia en el que el instructor va creando imágenes y sensaciones. Se suele comenzar con una relajación en la que uno va recorriendo todo el cuerpo por dentro y por fuera, incluyendo los órganos internos. Luego se crean sensaciones de frío, calor, peso, ligereza, o bien de aumentar y disminuir de tamaño .
El nenúfar y el huevo
Comienza entonces la visualización, donde suele aparecer un pozo oscuro por el que es necesario descender y descender ... O un océano profundo, por el que quien practica se hunde y se hunde en la oscuridad. En el fondo del pozo, maravillosamente, hay un túnel que conduce a un jardín . Es este un lugar donde podemos limpiarnos y purificarnos en un río o una cascada, para luego avanzar como por un reino encantado. En una de las visualizaciones llegamos a un mar en el que flota un gran nenúfar en cuyo interior hay un niño recién nacido. En muchas otras, llegamos a una luz que flota en la oscuridad , dentro de la que hay un huevo dorado que «somos nosotros».
No es probable que Swami Satyananda y Michael Newton se leyeran entre sí. Pero más improbable aún es que les leyera a ambos Lewis Carroll , que describió con cierto detalle cómo una niña, durante un sueño, se pone a seguir a un conejo y se cae por un túnel oscuro por el que se hunde y se hunde en lo más profundo de la tierra para llegar a una habitación donde sufre varias experiencias de transformación (hacerse grande y hacerse pequeña, como en las prácticas de «prana vidya» de Satyananda) para, al final, lograr pasar por el ojo de la cerradura y llegar, una vez más, a un maravilloso jardín. No hay baño de limpieza en «Alicia» , a no ser que consideremos así el mar de lágrimas que ella misma crea al ponerse a llorar cuando es una giganta.
No es probable que Swami Satyananda y Michael Newton se leyeran entre sí. Pero más improbable es que les leyese Lewis Carroll
En « 2001, una odisea del espacio », escrita por Kubrick y Arthur C. Clarke , el túnel oscuro de las «experiencias de después de la muerte» que más tarde describirían autores como Richard Moody, Pim Van Lommel o Michael Newton, está en mitad del espacio. También, como en «Alicia en el país de las maravillas», al final se llega a una habitación. No hay baño de purificación, pero sí un amplio y lujoso cuarto de baño. Y de la habitación, adornada con frescos que representan jardines paradisíacos, se sale para convertirse en un niño recién nacido, una joven estrella que tiene, precisamente, la forma de un huevo dorado.
En el «Persiles» de Cervantes los viajeros llegan a una ermita regentada por un hombre sabio dentro de la cual hay una cueva dentro de la cual hay un pozo por el que, al descender, se alcanza un valle maravilloso iluminado de nuevo por el cielo.
En la novela en verso « El descenso de Alette », de Alice Notley , el tránsito o pasaje oscuro es un ferrocarril subterráneo en el que viajan las almas. Al final, Alette llegará hasta un gran lago lleno de luces, y finalmente a una habitación oscura donde resplandece una luz dorada en el aire , idéntica a la descrita por Satyananda, que no es otra cosa que ella misma.
Dragón en el laberinto
Pero quizá el testimonio más asombroso sea el de «El sueño de Polífilo», esa maravillosa novela ilustrada de 1499 que quizá escribiera Francesco Colonna o quizá Leon Battista Alberti . Todo sucede, una vez más, durante un sueño. Como en las prácticas de relajación de Satyananda, Polífilo se encuentra perdido en el interior de un edificio en forma de cuerpo humano, donde cada habitación representa un órgano. Luego llega al pasaje oscuro, que aquí tiene la forma de un laberinto sombrío, donde se encuentra con un temible dragón , y que se abre finalmente a un maravilloso jardín. Polífilo es recibido por un grupo de ninfas que le conducen, en primer lugar, a unos baños. Chorros de agua, estanques, piscinas. Más allá, comienza el reino de la prodigiosa reina Eleuterílide.
¿Qué tienen todos estos autores y textos en común? Todos exploran un pasaje que está en el fondo de la psique y que nos permite entrar en un lugar de maravillas, visiones y transformaciones. La exactitud de las descripciones, las asombrosas coincidencias, nos sugieren que ese lugar es real, y que el arte no es más que una forma de meditación . Que nos anima a conciliar en nosotros dos realidades, la de aquí y la de allá, porque ambas son reales y ambas somos nosotros.