CINE

«El Irlandés»: ¿La vemos en el cine o en el salón de casa?

El estreno de la última película de Martin Scorsese se convierte en un capítulo más de la guerra entre Netflix y el modelo de distribución del cine tradicional

Al Pacino y Robert De Niro en «El Irlandés»

Ernesto Rodríguez / Pablo Lodeiro

Hay una escena en «El Irlandés» de Martin Scorsese donde el personaje de Robert De Niro y el de Joe Pesci se sientan y rememoran sobre su vida en la mafia. Es uno de los intercambios más tristes de la película, donde ambos actores pueden dejar de lado los efectos de rejuvenecimiento y simplemente actuar. Es probablemente el clip que se use en los próximos Oscar cuando se enumeren sus nominaciones. Pero en Madrid solo unos pocos tendrán la suerte de verlo en el cine.

«Aquí ya huele a Scorsese» se escuchaba en la entrada de los cines Verdi de Bravo Murillo, que junto al Palacio de la Prensa y los Verdi de Alberto Aguilera, abrieron sus puertas al público hace dos semanas para proyectar «El Irlandés». Como ya pasó con la galardonada «Roma» de Alfonso Cuarón , la animada «Klaus» del español Sergio Pablos o «The King» , protagonizada por Robert Pattinson y Timothy Chalamet, Netflix , productora común de las tres películas, impone para sus estrenos unas condiciones poco habituales en el mundillo. La película solo se expondrá durante dos semanas. Ahora, cinéfilos y espectadores deben debatirse entre continuar con el «ritual» de ir al cine o el sedentario visionado del hogar.

Al menos en el cine Verdi las funciones se agotan. Martin Scorsese tiene su público, al salir de la sala la mayoría de los espectadores tienen comentarios positivos. No es un problema de taquilla sino que en la era del «streaming» hasta los directores legendarios tienen que adaptarse a la pantalla del televisor.

«Estamos ante un nuevo panorama . La concepción de la cultura clásica, su visionado (películas, libros, series y periódicos incluso) está cambiando», asegura Adrián, que ha venido hasta los Verdi para ver la nueva creación de Scorsese. «Se cierra un ciclo», continúa su amigo. «Estos nuevos ciclos modifican a los espectadores, los deseducan incluso» sentencia.

Netflix no fue la primera opción para el director. El gigante del «streaming» fue el único dispuesto a pagar los 156 millones de dólares necesarios para que Scorsese pudiese utilizar el software de rejuvenecimiento facial que permite que Pacino, Pesci y De Niro interpreten personajes desde sus 30 y 40 hasta su vejez. Esto le ha dado a la corporación los derechos sobre distribución de la película y, a pesar de los deseos de Scorsese, la ha alejado de la mayoría de las salas.

El secretismo de Netflix

Para los cines hablar de Netflix es complicado . En los cines Paz de Fuencarral, con tendencia a estrenos de cine independiente, fue el gigante del «streaming» el que hizo el contacto, parte de la concesión que han hecho para el director, aunque reconocen que «tarde». Lo que se puede ver a simple vista sin embargo es una ventana de exhibición bastante más corta de lo usual. Estrenada el 15 de noviembre la película solo tendrá dos semanas en las salas antes de estar disponible en Netflix.

Mientras tanto los cines que no proyectan la película no parecen querer hablar del caso . En Sala Equis, un cine independiente en la zona de Tirso, revelan que esperan estrenarla: «No solemos estrenar películas el mismo día de los grandes cines» revelan en la entrada, aunque cambian el tono al hablar de Netflix: «El año pasado no pudimos estrenar Roma» comentan con cierta resignación. Las grandes cadenas por su parte parecen seguir en su pulso con la plataforma, ni en Estados Unidos, ni en Inglaterra ni en España han dedicado sus salas a la película.

La empresa por su lado parece mantenerse hermética. Se conoce que ha ofrecido permitir el estreno hasta 60 días antes en Europa y América, pero no llegaron a un acuerdo. De momento, el estreno de Scorsese ha sido una víctima más de la guerra entre Netflix y los cines , que aún no firman un tratado de paz.

El ritual del cine contra el sofá

Sobre la dualidad de la gran o la pequeña pantalla («El Irlandés» está en Netflix desde el 27 de noviembre para todos sus suscriptores), los Verdi mostraban un retablo muy cinéfilo. «Se percibe mejor y es Scorsese, merece verse a lo grande» , comentaban los grupos de espectadores mientras apuraban una ingente cantidad de tabaco, paliando la ansiedad de cara a las tres horas y media de metraje que les esperaban.

La sesión de las cuatro y de las seis totalmente llenas. La de las ocho y veinte, solo tres butacas libres. «Con las series puedes perder concentración, te puedes hacer algo de comer, ir al baño… Nosotros somos partidarios de este ritual . Venir, disfrutar, entender», dice otro grupo de incondicionales de la concepción clásica del cine. «Aunque yo me la veré un par de veces más cuando salga en Netflix», confiesa un espectador con una sonrisa.

Antonio, en cambio, es una de las personas que ha decidido ver la última gran oda al cine de gángsteres desde su sofá . «Principalmente es un tema económico. Soy estudiante y residente en Madrid, lo que me obligaría no solo al gasto de la entrada, sino también al del desplazamiento», afirma. Pese a que se declara como un seguidor incondicional de Scorsese y del cine en general, «Netflix es un servicio que ya tengo contratado». Además, la comodidad del hogar tiene importancia en su decisión. «Que se estrene en tres cines, cada uno de ellos con pocas sesiones diarias y por tiempo limitado, es difícil de compaginar con un trabajo o con la rutina de un estudiante. Hay que ser muy purista para hacer sacrificios, que los merece, pero en mi caso me decanto por la comodidad».

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