EPISODIOS PERDIDOS

«Inundación»: tensión pasada por agua

Belgas y holandeses consiguen con esta serie que el género de catrástrofes, tan querido para el cine, quepa en un televisor

Una imagen de «Inundación»
Federico Marín Bellón

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Vivir en «le plat pays», que cantaba Brel , tiene sus riesgos. Sus habitantes han confiado siempre en las bajas mareas y en las altas medidas de protección para evitar una inundación que se adivina mortal. El 40% del territorio de los Países Bajos se encuentra, de hecho, por debajo del nivel del mar. Con esta premisa tan real y amenazante, que le otorga la fuerza arrasadora del agua, llega Inundación , una coproducción entre Holanda y Bélgica que ya se puede ver en España en el canal Sundance TV.

Nunca llueve a gusto de todos, pero las virtudes de la serie dominan claramente frente a sus perdonables defectos. Hans Herbots , su creador, no se limita a trocear en seis capítulos el viejo género de catástrofes, que rara vez se ha contentado con los estrechos márgenes del televisor. Los guionistas rompen los diques pero no los resortes más conocidos y lícitos del género . Su mayor innovación es meterlos en una caja.

Según Lorenzo Mejino -su capacidad políglota le permitió anunciarme hace meses lo recomendable que es esta serie-, Als de dijken breken se puede traducir como «Si los diques se rompen» . Lo mejor es que tiene ritmo, una comedida crítica política y una tensión trepidante desde que empieza a chispear. En este tipo de historias siempre sabemos la que se nos viene encima. Descartada la sorpresa, la clave es administrar con pericia las dosis de información.

Otro de los grandes aciertos de Inundación es saber situarse en esa estrecha franja en la que la contención presupuestaria no se nota , sin incurrir tampoco en un alarde innecesario de efectos especiales. La crecida desbordante llega como si fuera real, lo que otorga verosimilitud, fundamental para meternos en situación.

Y por si alguien sigue pensando que la situación es increíble, cabe recordar que en 1953 murieron más de dos mil personas en Holanda por un caso similar. Tanto allí como en Bélgica la audiencia de la serie fue espectacular y reabrió el debate sobre los recursos destinados a evitar que se repita una catástrofe de estas dimensiones. Que nadie se piense que la imprevisión es propiedad exclusiva de los españoles.

Emma Stone en «Maniac»

Locos adorables

También se estrenó en todo el mundo Netflix otra serie que figura entre lo más esperado del año. Ingredientes no le faltan a Maniac para convertirse en un acontecimiento, aunque me temo que el gran público va a quedar desconcertado.

Empecemos por los datos: protagonizan la historia Emma Stone , ganadora del Oscar por La La Land , y Jonah Hill , estrella reciente (que no enana) que rozó la estatuillas por Moneyball y El lobo de Wall Street . Otro que se come buena parte del presupuesto es el actor y conquistador Justin Theroux ( The Leftovers ). El invento es más sueco que el IKEA, pero los adaptadores-autores son Patrick Somerville (de nuevo The Leftovers ) y Cary Fukunaga , convertido en autor de culto gracias a True Detective .

Toda esa locura que cabría esperar del equipo se ve superada con creces en pantalla. Entre el Quijote y la iniciativa Darma, con ecos de Black Mirror y hasta de Doce monos , la historia cuenta los intrigantes experimentos de una empresa farmacéutica. La idea es que cualquier desequilibrio mental se puede reparar. Las cosas, claro, no son sencillas, pero la mezcla de géneros y hasta de tonos (doce tonos) pueden desconcertar al más templado.

No muy lejos de esa esquizofrenia se encuentra Jim Carrey en Kidding (Movistar+), quien de la mano de Michael Gondry vuelve a componer un poema hermoso y surrealista. Sus efectos secundarios son similares a los de Maniac . No me atrevo a decir que Inundación sea mejor que estas dos ambiciosas producciones -sobre todo porque habría que verlas acabar-, pero después de dos capítulos por pieza el duelo está disputado. A veces la humildad y el conocimiento de los propios límites prevalece sobre todo lo demás. Saber a lo que se juega también compensa carencias.

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