FOTOGRAFÍA

La íntima relación entre fotografía y ciudad

El acuerdo entre la Caixa y el Centre Pompidou tiene su primera parada en «Cámara y ciudad», sobre la relación foto-urbe, en el CaixaFórum de Barcelona

«Recogida de colchones para los refugiados» (1936), foto de Pérez de Rozas, de la colectiva en CaixaFórum-Barcelona

Isabel Lázaro

El desarrollo de la fotografía, el cine y la imagen en general va intrínsecamente ligado a la modernidad. Esta en sí misma nace de la ciudad, de su crecimiento, adaptación y fracasos, de las tensiones del individuo en su hábitat urbano . Este cambio de paradigma tiene múltiples implicaciones en aquello que perdura, la imagen, más allá del momento y el territorio. Dar visibilidad a la evolución global de la imagen y su impronta en la sensibilidad contemporánea es el objetivo de la muestra que habita en CaixaFórum de Barcelona bajo el título Cámara y ciudad. La vida urbana en la fotografía y el cine .

A modo de ensayo

La cita supone el primer resultado visible del acuerdo firmado entre la Caixa y el Centro Pompidou , del que se derivarán proyectos que llevarán a dialogar obras de los fondos del centro parisino con otras colecciones más cercanas. La fotografía vuelve a CaixaFórum abandonando el formato de grandes antológicas al que nos tenía acostumbrados este espacio para hacerlo de forma ensayística, colectiva, gracias al comisariado de Florian Ebner, responsable de fotografía del Pompidou , y Marta Dahó , quien se ha ocupado de la selección de piezas de colecciones españolas para crear un discurso unitario. El resultado es una muestra/diálogo que entrelaza las diferentes obras seleccionadas, más allá de su temporalidad y localización, a través de 90 creadores, entre los que se encuentran los grandes nombres de la Historia de la Fotografía.

Esta metodología para crear relaciones entre las imágenes se ve ya en la primera sala, a modo de prefacio. La sencillez del montaje destaca el blanco y negro que será predominante, así como la amplitud cronológica de la exposición. En menos de seis metros lineales se condensa casi un siglo de producción visual. Al lado del filme Manhatta , de Paul Strand , y de su icónica imagen de una mujer ciega en el Nueva York de 1916, se desarrolla el díptico Demolición en Icària 100 , de Martí Llorens , fechado en 1987. La creación y la destrucción del ente urbano y la presencia humana traumatizada y rota adaptándose al medio, con 70 años de diferencia y un océano de por medio. Este tipo de conversaciones será la tónica general de la muestra, creando un discurso que juega con las tensiones y vínculos de las diferentes imágenes, tanto las fijas de la fotografía como las cinematográficas, en completa consonancia.

«La joven de la flor», de Marc Riboud

La eufórica ciudad vertical de acero y electricidad de los años 20 relega la presencia humana a las piezas cinematográficas de Lászlo Moholy-Nagy , así como a una imagen de Un perro andaluz , de Buñuel , en la que una sombra alude tímidamente a la persona, mientras el resto de propuestas deshumaniza la ciudad moderna. Esa instantánea de una urbe alienada cambia tras los vaivenes económicos. La que consume a sus habitantes y empieza ya la documentación de sus ciudadanos. La permeabilidad social centra el foco de las cámaras de Brasaï, Cartier-Bresson, Diane Arbus o Joan Colomer , entre otros, que inmortalizan una ciudad de desconchones y adoquines en la que pululan sus peculiares protagonistas.

La misma entidad urbana transforma a sus habitantes, los moviliza y organiza. Así se demuestra en la España de los años 30, en la ciudad crítica o la humanista . Llaman la atención las tomas de movilizaciones, tan de actualidad. La foto como arma política es ya un referente, más allá de la imagen meramente documental, todavía hoy. Las de Manel Armengol de 1976 demuestran los cambios que hemos sufrido como sociedad y la irrupción de reacciones autoritarias de una época que pensábamos lejana.

Todo un arte

Al avanzar en el tiempo comprobamos cómo el fotógrafo se acerca a la ciudad de forma más artística, creando su propio guion de la misma, como en la fina secuencia de Barbara Probst sobre Nueva York de 2001. La urbe horizontal nos lleva a las periferias de la mano de Manolo Laguillo y el Berlín de 1992, donde el paisaje se reinterpreta desde la poética del abandono y el fracaso.

Y salimos de las tensiones intencionadas de la visión artística de lo urbano para acabar en una supuesta visión automatizada y fría de los nuevos medios: la leve presencia de la ciudad virtual como colofón nos deja con ganas de más. Los trabajos de Manu Lluksch sobre videovigilancia (conjunto Sin cara ), o de Mischka Henner sobre Google Earth hacen prever una nueva mutación de la relación entre fotografía y urbe, cambios que están pasando ahora mismo. La evolución sigue y solo el tiempo nos dirá hacia dónde nos llevan. Esta muestra es un buen punto de partida.

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