LIBROS
La inteligencia compleja y compartida, según De Waal
Los primates siguen estrategias políticas, se reconcilian tras una pelea, sienten empatía. Son las conclusiones de Frans de Waal en su último ensayo, donde analiza la convergencia y analogía entre especies. La inteligencia humana no es única

La pregunta que se hace el primatólogo Frans de Waal (Hertogenbosch, Países Bajos, 1948) acerca de si somos suficientemente inteligentes para entender la inteligencia de los animales está lejos de ser banal, aunque la mayoría de las personas la respondería afirmativamente, añadiendo los más cautos que lo que llamamos inteligencia en el mundo animal debería adoptar otro nombre. En realidad, tenemos grandes dificultades para entender la inteligencia anima l (habría que añadir: y vegetal), no tanto por limitaciones intelectivas como por los prejuicios que merman nuestra capacidad.
A semejanza de Dios
Me atrevo a afirmar que apenas hemos asumido, a nivel social, lo que significa el gran descubrimiento darwiniano de la evolución (ley) como selección natural (proceso). Por un lado ha contribuido la herencia judeocristina, que conceptúa al hombre como excepción de la especie, el único animal que tiene alma , hecho a semejanza de Dios, mientras que la Naturaleza y el mundo animal están en otro orden, sin duda inferior, en una circularidad instintiva. Por otro lado, el hecho mismo de que seamos la especie que piensa sobre sí misma y sobre el resto de las cosas de manera especulativa, nos hace percibirnos de manera endiosada o monstruosa: únicos. En cuanto a las ideologías, no olvidemos que el marxismo (y no sólo él) pensó que el hombre es esencialmente histórico : somos una tabla rasa en la que la sociedad imprime sus caracteres. De nuevo: separación del mundo vegetal y animal.
Los trabajos de Frans de Waal son minuciosos y, hasta donde puedo saber, de un notable rigor e inteligencia analítica, muy lejos de los prejuicios de algunos estudiosos de la inteligencia humana y animal. Hay genetistas, como Francisco J. Ayala , que evitan siquiera citar a De Waal, a pesar de que Ayala es un biólogo darwinista, creyente, pero muy respetuoso con el pensamiento científico.
Insisto en que no es fácil, porque por razones variadas, entre ellas las aquí señaladas, nos es difícil aceptar dos cosas: una, que nuestra inteligencia es producto de la característica de lo vivo para responder al medio , de minuciosas adaptaciones que han sido seleccionadas, y que también lo son, de manera mucho menos determinista, por la cultura (transmisión social); y dos: que nuestra sin duda singular inteligencia, por su capacidad, características y logros, no es radicalmente excepcional, y se da, en alguna medida, así sea mínima, en todo el mundo animal, pero destacadamente entre los mamíferos (terrestres y acuáticos) y algunas especies de aves.
No somos máquinas
En «La edad de la empatía» , De Waal ya afirmaba, respecto a este sentimiento, que «es una capacidad relacionada desde hace mucho con el mimetismo motriz y el contagio emocional, a lo que la evolución fue añadiendo una capa tras otra, hasta que nuestros ancestros no sólo sintieron lo que otros sentían, sino que comprendieron lo que otros podían querer o necesitar». Y hay que tener en cuenta que la empatía involucra áreas cerebrales que tienen millones de años de antigüedad. «Nuestros» sentimientos no sólo tienen una historia social, sino fisiológica, inconsciente, sin que por ello tengamos que pensar que somos máquinas, como Descartes pensaba que lo eran los animales…
«¿Tenemos suficiente inteligencia para entender la inteligencia de los animales?». Frans de Waal
Ensayo. Trad. de A. García Leal.Tusquets, 2016. 368 páginas. 22 euros. E-book: 12,99 euros