CÓMIC

«Es importante desmontar la figura del héroe»

«La cólera», el nuevo trabajo de Santiago García y Javier Olivares –ganadores del Premio Nacional del Cómic por «Las Meninas»– conecta el mito de Aquiles con el presente y el futuro de Europa

Santiago García (izquierda) y Javier Olivares (derecha) durante la promoción de «Las Meninas» Ernesto Agudo

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Tras ganar el Premio Nacional de Cómic en 2015 por « Las Meninas », Santiago García (Madrid, 1968) y Javier Olivares (Madrid, 1964) unen fuerzas de nuevo. « La cólera » (Astiberri), su nuevo cómic, parte de «La Ilíada» para reflexionar sobre los héroes, su importancia y cómo (y por qué) se nos cuentan sus historias.

Ambos han colaborado anteriormente en varias ocasiones. ¿Qué les atrae de trabajar juntos?

[Santiago García ] ¿Qué no me va a atraer de trabajar con Javier? Cuando trabajas con alguien tan brillante y tan excepcional va a dar brillo a cualquier cosa que le propongas. A Javier le conocí hace muchos años, antes de que yo me dedicara a escribir y a hacer cómics, y ya entonces pensaba que sería un privilegio llegar a trabajar con él. Así que la primera vez que le propuse hacer un cómic fue muy importante, porque me sentí revalidado. Fue algo importante para que me sintiera capaz de dedicarme a esto, de tomarme en serio a mí mismo.

[ Javier Olivares ] Me encanta colaborar con gente, he colaborado con muchos y siempre te lleva a sitios en los que no habías estado nunca, con otro tipo de tonos. Te atreves a hacer cosas, el otro te propone y tú respondes a ese reto. Y Santiago conmigo siempre se ha propuesto forzar el medio y retarme, porque en eso es muy inteligente y colabora de una manera muy personal. No es un guionista que hace un guion y luego se dedica a mirar quién lo quiere hacer, sino que piensa en la persona con la que quiere trabajar y fabrica un guion a su medida.

Sobre todo, han colaborado en temas relacionados con el arte o la Historia. ¿Por qué?

[J. O.] Parece que tenemos un tono ahí: Velázquez, la Grecia clásica, ese mundo que tiene que ver siempre con lo artístico. Probablemente sea porque tengo mucha influencia de las vanguardias, soy un dibujante de cómic menos típico en ese sentido. Creo que Santiago ve en mí alguien que bebe de muchas fuentes. Pero también han sido casualidades y ahora nos planteamos también otro tipo de cosas, historias originales que nos apetezca contar.

[S. G.] No hay ningún plan. Para mí, «La cólera» es un libro contemporáneo. Nunca me lo he planteado como una pieza histórica, ni como una adaptación de un clásico, porque no lo es. Sé que esto es una lucha cuesta arriba, porque todo el mundo nos dice que hemos adaptado «La Ilíada», pero no: hemos tomado algunos elementos, pero hay muchas cosas que no son de «La Ilíada». Lo que sí que está casi completo (aunque sintetizado) es «La Odisea» y nadie dice que sea una adaptación de ella.

«Me ayudó mucho volver a las fuentes, al arte griego, a las vasijas»

Diría que este libro entronca mucho con otros trabajos de Santiago («El vecino», «Beowulf») que deconstruyen el concepto del héroe.

[S. G.] Sí, es un tema recurrente para mí. Yo me he educado en una tradición cultural de exaltación del heroísmo en todos los sentidos. Y he llegado a un punto en mi vida en el que he tenido que reflexionar sobre lo que significa eso y cómo afecta a nuestras vidas. Las historias tienen mucho que ver con cómo pensamos y cómo vemos el mundo y, por lo tanto, con cómo actuamos. Te das cuenta de que no son inocentes y que hacen una exaltación de unos valores concretos y tienes que pensar cuáles son. Evidentemente, «La Ilíada» ha sido leída de muchas maneras según cada época y según cómo lo requería el ánimo del momento. Igual que hoy en día cualquier escritor te puede decir que es un libro contra la guerra y que eso está ahí desde Homero, en el siglo XIX te hubieran dicho que exalta el ideal del hombre viril, bélico, y cómo debe comportarse en el campo de batalla. Es muy importante hoy en día revisar la figura del héroe y del heroísmo tal y como nos la han contado y, si es posible, desmontarla. El motor central del libro es ese.

¿Quizá la idea clave sería la de Europa como hija de la cólera de Aquiles?

[S. G.] Claro. Esta es una idea que sale en un libro de Peter Sloterdijk, « Ira y tiempo ». Él planteaba que la primera palabra de la civilización europea es «cólera», porque es la primera palabra que aparece en «La Ilíada», el primer texto de nuestra cultura. Homero empieza una conversación que todavía no hemos abandonado. Y el que comienza una conversación delimita el campo a desarrollar. De esa manera, es muy difícil escapar de los temas homéricos. Así que lo que yo planteaba era esa idea de que la cólera era una especie de depósito que justificaba la civilización europea y los estados europeos, todas las culturas basadas en religiones monoteístas. Eso me hizo pensar en la relación entre una pasión violenta como esta, los estados que se han derivado y las relaciones que hay entre ellos.

Javier, “La Ilíada” y “La Odisea” se han representado gráficamente muchas veces. ¿Ha sido difícil hacerlas suyas? ¿Cuáles han sido sus fuentes de inspiración?

[J. O.] A mí el mundo de la Grecia clásica me gusta mucho. Y uno de mis libros preferidos, que tengo en mi casa como un tesoro, es una versión de «La Ilíada» y «La Odisea» de Alice y Martin Provensen , que para muchos ilustradores, diseñadores, grafistas y animadores es el libro más bonito del mundo. Así que lo único que hice fue dejar salir toda esa pasión por ese mundo y llevarlo a mi terreno. Me ayudó muchísimo fue volver a las fuentes, volver a las vasijas, al arte griego. Y eso me dio muchas claves, igual que para «Las Meninas» el propio cuadro fue el que me dictó las reglas, cuando empecé a mirar arte clásico griego ya supe dónde tenía que ir: la estilización, esa belleza formal. Siempre digo que mi documentación no es tanto la hebilla correcta, sino más bien el ambiente, lo que se respira.

La estilización propia de Olivares no esconde la violencia presente en «La Ilíada»

Igual que pasaba en «Las Meninas», este es un cómic con mucha variedad de estilos. ¿Hubo alguna parte especialmente difícil de resolver?

[J. O.] No tanto cada parte diferente, sino más bien el resolver el paso de una a otra. Cuando hay varias historias dentro de una historia, siempre procuro que estén lo suficientemente separadas. En el lado de la época griega más clásica hay mucho más dibujo, unas composiciones más complejas, hay mucha textura, hay color. Y ya que aplico todo eso en una, en la otra aplico lo contrario: un dibujo más sencillo, pura línea, no hay sombras, no hay negro, hay muy poco color, la narrativa es muy clara.

Una de las partes más interesantes del cómic es la visión que Aquiles tiene de un mundo futuro. ¿Esa idea estaba presente desde el comienzo de la planificación del libro?

[S. G.] Surgió ya comenzado el proceso. En un momento determinado de crisis, me viene a la cabeza la idea del sueño en el que se comunica con Tetis. No quería introducir un elemento que está muy presente en «La Ilíada» y en «La Odisea», que es la actividad directa de los dioses. Es algo que siempre me ha resultado muy forzado en estas obras. Pero notaba que hacía falta un elemento que fuera más allá de estos hombres por ahí luchando. Y, a partir de la idea del sueño, se abrió toda una puerta. Quizá la inspiración de este salto fue la adaptación que hizo en los años 70 Jack Kirby de «2001, una odisea del espacio» . O, mas concretamente, la serie con la que la continuó, en la que casi todos los números tenían el contraste entre una historia anclada en un pasado prehistórico mítico de la humanidad y una historia futurista, de ciencia ficción.

¿Cómo llegaron a la idea de girar el libro 180 grados durante esa parte?

[J. O.] Esa idea se nos ocurre muy al principio. Todo el proceso posterior, primero de Santiago y luego mío, fue intentar que el lector no lo tenga que adivinar, que cuando se dé cuenta lo gire de forma natural. Pensamos si poner un aviso, pero nos dimos cuenta de que, si lo hacíamos bien, no hacía falta, el lector vería que no es un error, sino una intención narrativa. Obligar a alguien a girar un libro le hace un lector activo, ya no alguien que está leyendo una historia rutinaria, te obliga a cambiar tu manera de leer. Y esa para mí es una de las claves del libro.

Otra transición de escena que me encantó son las páginas en las que se recorre la decoración del escudo de Aquiles.

[J. O.] Esa es una idea de Santiago. Muchas de las ideas que la gente me atribuye son cosa de él. Es un escudo imposible, un universo, una nación entera en un escudo. Es una idea preciosa. Fue uno de los retos del libro, porque es difícil de explicar, pero queda muy bien. La particularidad de ese dibujo es que es uno solo, un friso de unos cuatro metros. Una sola imagen que va pasando, con continuidad. Y es una de mis partes favoritas. En «La Ilíada» se describe el escudo que Hefesto le hace a Aquiles para que vuelva a la lucha. Y en nuestro libro entras en ese mundo sin darte cuenta, siguiendo a un personaje, y cuando vas pasando las páginas te das cuenta de que es el escudo. Y eso está completamente en los dibujos, porque, si lo explicitas, si lo pones en palabras, le quitas el valor. Pero si lo muestras, es muy poético y tiene mucha potencia visual.

«Este es un libro contemporáneo. Nunca nos lo hemos planteado como una adaptación de “La Ilíada”»

¿Cómo es su proceso de trabajo?

[S. G.] Yo escribo el guion y él hace los dibujos, pero él está muy presente en el guion, porque estoy escribiendo para él. Y yo estoy muy presente en los dibujos, porque él lo está haciendo conmigo. Trabajamos casi como a cuatro manos. Por ejemplo, un momento que es clave en el proceso de trabajo con Javier es cuando tenemos el guion, un montón de bocetos y el trabajo previo de diseño, dibujamos el boceto en pequeño de todo el libro. Es cuando ves lo que de verdad es el cómic, que no es ni las palabras ni los dibujos, es la relación entre las imágenes, su tamaño, su ritmo, lo que aparece, lo que no aparece. Y, cuando hacemos eso, tenemos la sensación de que el tebeo ya está hecho y de que es algo maravilloso.

[J. O.] Santiago me potencia, me reta, le gusta pincharme y explorar los dos, porque una vez que está el guion en marcha es un proceso continuo, paralelo y conjuntado. Normalmente hablamos de los proyectos antes de que haya un guion y luego nos tomamos este como un mapa, y los dos juntos lo recorremos. Y al recorrerlo lo vamos modificando. Santiago es muy preciso a la hora de darte la palabra perfecta para que entiendas una escena, pero sin marcarte nada, porque sus guiones son bastante abiertos. Describe la acción, pone los diálogos y nada más. Y a veces ni describe la acción, a no ser que piense que es necesario. Todo lo que ocurre dentro de la escena lo orquesto yo para que funcione. Está muy bien, porque yo lo único que necesito es el armazón y los diálogos. Todo lo demás es cosa mía: el color, cómo están dispuestos los personajes, la planificación de la escena, los planos. A veces me lo indica, por ejemplo en la escena en la que los personajes vuelven del campo de batalla hablando. Para esa escena sí me indicó que los veía como siluetas en negro, algo caricaturescas. Pero luego yo busco la manera en que eso funcione. Por ejemplo, puse algo de naranja, porque pensé en las vasijas.

Después de haber ganado el Premio Nacional del Cómic, ¿había presión al hacer este nuevo cómic?

[S. G.] Hay mucha más presión cuando no van las cosas bien, cuando no tienes público ni nada. Pensar que hay gente esperando a leerte, que hay público y que te van a prestar atención no suma ninguna presión, supone una ayuda, un impulso y un privilegio. En ese sentido, me considero muy afortunado.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación