ARTE
¿A qué huele el arte?
Una atrevida exposición en la galería madrileña Elvira González invita a disfrutar de las obras de arte con el sentido del olfato
![Pieza de Ernesto Neto para la exposición en Elvira González](https://s3.abcstatics.com/media/cultura/2017/04/10/ernesto-neto-kmIE--620x349@abc.jpg)
Cuando visitamos una galería de arte, un museo, o cualquier otro espacio expositivo, siempre afirmamos: «Voy a ver esa muestra; voy a ver a ese artista». Es algo -nunca mejor dicho- evidente. Pero, ¿qué pasaría si dijéramos: «Voy a oler esa exposición; voy a oler la obra de ese artista» ? Algo así es lo que ahora nos plantea Sentido del olfato .
Porque emplear otros sentidos -aparte de la vista- para percibir artísticamente no tiene por qué ser una utopía, sino una posibilidad real de interrelacionarlos y expandirlos. Esa es la magia sensorial de la sinestesia, como la que experimentaba Kandinsky al afirmar que podía «oír colores» . ¿Por qué no también olerlos?
De todos nuestros sentidos, el gusto y el olfato son posiblemente los que alcanzan un menor estatus de importancia y presencia en nuestras vidas, aunque paradójicamente el olfato sea el primero que utilizamos al nacer. El olor nos remite a reacciones instintivas, a experiencias y recuerdos , su identificación es un proceso de memoria y eliminación. Sin embargo, y dentro de las expresiones artísticas (fundamentalmente las que forman parte del planeta visual), el sentido del olfato ha jugado siempre un papel secundario por su escasa presencia en la cultura y la sociedad humanas, especialmente a medida que el hombre se ha ido alejando de sus raíces naturales. La ausencia de la esencia…
Buen olfato
Así las cosas, esta propuesta expositiva, como su propio título ya anuncia, aporta un loable intento de contribuir a subsanar esta carencia sensorial al presentar una serie de trabajos de tres artistas que han recurrido al sentido del olfato como una voluntad común que ayude al espectador a percibir sus obras, no sólo a verlas, sino también a olerlas. De esta forma, el espectador -¿o deberíamos decir más bien el olfateador?- puede, como un auténtico cazador de aroma s, seguir el rastro de las distintas esencias que otorgan una todavía mayor dimensión sensorial y receptiva a cada pieza.
El danés Olafur Eliasson vuelve a sus raíces islandesas con la obra Moss Wall , una instalación orgánica, y por tanto viva, a base del musgo o liquen que utilizan los renos para alimentarse y que desprende, sobre todo al humedecerse, un vago y agrio olor. Por su parte, el brasileño Ernesto Neto nos remite igualmente a sus raíces con O corpo consciente se desloca voador , una obra que, a través de ese material textil elástico tan característico suyo, exhala un atrayente olor a clavo, comino, cúrcuma o pimienta negra . A mi juicio, la mejor propuesta y, desde luego, todo un desafío para nuestro (des)entrenado olfato. Finalmente la californiana Pae White presenta cinco estructuras modulares construidas con metal, luces, cables y resinas, de las que emanan aromas tenues (demasiado, en mi opinión) y con las que intenta transmitir distintas experiencias personales. La aportación más floja.
En suma, una propuesta expositiva diferente y atrevida que nos deja con el regusto (¿o debería decir con el reolfato?) de querer adentrarnos aún más -con pupilas nasales- en el ancestral reino de los olores.