CINE

Los hitos artísticos de un gran soñador llamado Clint Eastwood

Con cuatro Oscar a sus espaldas y a sus 89 años, Clint Eastwood no se retira. Estrena nueva película no exenta de críticas encontradas y polémicas. «Richard Jewell» se centra en el atentado terrorista en los Juegos Olímpicos de Atlanta de 1996

Clint Eastwood durante #el rodaje de su última película, «Richard Jewell», con Olivia Wilde, una de sus protagonistas

VÍCTOR ARRIBAS

Clint Eastwood estrena nueva película. Un acontecimiento que viene produciéndose con una regularidad anual más o menos fija desde que cumplió ochenta años. Y de nuevo surgirá en el público y la crítica la disyuntiva eterna sobre quién es Clint Eastwood, y si debe ser o no aceptado como «uno de los buenos» . Resulta esclarecedor recordar cómo este californiano, nacido en San Francisco en plena Gran Depresión, ha pasado del rechazo general de las corrientes progresistas a la alabanza más sentimental o paternalista, y de ahí a una vigilancia a distancia por su imperturbable carácter .

Hasta hoy, cuando vuelven a colocársele las tradicionales etiquetas bajo la acusación de sexista y machista por su último trabajo, que además pone en solfa la actuación de los medios de comunicación. Cosas todas ellas que a él, con su mirada ocupada en el océano al que contempla de su Mission Ranch de Carmel-by-the-Sea, poco le importan. Como tampoco su apoyo a Donald Trump, su militancia republicana , el voto que dio en su momento a presidentes como Nixon y Reagan o sus declaraciones plagadas de incorrección política («Vivimos en una generación de maricas» dijo poco antes de las presidenciales de 2016).

Independencia

Pero pocos atrevidos han sostenido, desde que fuera rehabilitado por «Cahiers du Cinéma» en los 90, las acusaciones de ultraconservador extremista hacia un cineasta que ha biografiado a un músico de raza negra que cae en la drogadicción, ha diseccionado los ambientes homosexuales de la alta burguesía , ha dado la versión de la guerra desde el lado de los japoneses derrotados, ha glosado la venganza de un pistolero ante el maltrato y violación a un grupo de mujeres, ha planteado la eutanasia como solución a una vida truncada, ha biografiado a la celebridad que combatió el «apartheid» o ha convertido a un viejo racista de barrio en el mejor amigo de un inmigrante asiático («Gran Torino»).

Eastwood es un director clásico en el concepto visual, con pocos y muy justificados movimientos de cámara, pero también en el narrativo. Su influencia en un estilo ultra violento, especialmente en el wéstern, proviene de su participación en los «spaghetti» producidos en España e Italia , que parecieron definir en un primer momento a una estrella fugaz que tocaría la cima de su carrera haciendo de «El hombre sin nombre».

La lectura que hace del «neo Wéstern» ha permitido una reinvención de sus personajes y temas

Ha realizado cine durante cinco décadas con la independencia creativa que le confiere tener su propio estudio, Malpaso, y un importante acuerdo de distribución con Warner Bros que le ha proporcionado los beneficios suficientes para acometer proyectos más personales.

Hay un cine de Eastwood para cada clase de héroes. Los anónimos, como «Sully, 15:17 Tren a París», o «Richard Jewell». Son obras situadas en la parte final de su filmografía, a las que ha llegado con conchas de galápago suficientes como para mostrar al mundo una concreta teoría sobre el valor y el heroísmo. También es valeroso el Chris Kyle de «El francotirador», inspirada en la vida del «marine» tejano que batió el récord de enemigos abatidos para proteger a sus compañeros en el frente de Irak.

Los otros héroes de Eastwood son más populares: el Mandela de «Invictus», los ídolos otoñales de «Space Cowboys», los veteranos que colocaron la enseña en el monte Suribachi en «Banderas de nuestros padres» y el díptico que forma con «Cartas desde Iwo Jima», obras en colores crudos que sólo rompen su monotonía con el rojo y blanco de las barras de las banderas estadounidense y japonesa.

Es un clásico en lo visual, con pocos y justificados movimientos de cámara

Hay un acertado análisis en ellas del tormento psicológico que sufren los héroes y sus consecuencias. Junto al heroísmo, el individualismo recorre los filmes de Eastwood e incluso se convierte en tema central de títulos como la serie de Harry (sólo una de ellas dirigida por él), o «Mula», ésta última una extraordinaria película sobre la que cayó un manto de indiferencia.

Crisis varias

El estudio de la familia y de las relaciones paterno-filiales agrupa a otro ramillete de películas con la crisis afectiva y la frustración de los proyectos familiares como vectores centrales. En «El aventurero de medianoche» , un joven adopta un padre, cantante de «country» fracasado y tuberculoso con el que recorre la América deprimida de los 30, hasta la fecha una de sus mejores obras. Lo mismo hace la boxeadora «amateur» de «Million Dollar Baby», una joya que rodó en solo 37 días. También un hombre fracasado en su rol de padre aparece en «Deuda de sangre». Pero Eastwood ha transitado también por el cine de género. El drama romántico, con su película aclamada «Los puentes de Madison» y con «Medianoche en el jardín del bien y del mal». Un director tradicionalista, hasta reaccionario en su defensa de las bases sólidas de la sociedad matrimonial hace un poema dramático con una historia de infidelidad como «Breve encuentro». Y es capaz de atravesar con su cámara la moralizante América sureña al introducir en el corazón de Savannah, Georgia, el origen mismo de la excentricidad y los modelos individuales alternativos.

Es en este registro donde Eastwood ha sido mejor recibido en los sectores posmodernos siempre atentos a retirar u otorgar carnets de artista. El bélico fallido («El sargento de hierro»), la aventura diseccionada en «Cazador blanco, corazón negro» que le sirvió para homenajear a gente como John Huston y su caótica y alcoholizada vida, la comedia de carretera como «Bronco Billy», o el «thriller» político como «Poder absoluto» en la que cuestiona los estamentos institucionales de su país, como hace también respecto al FBI con J. Edgar.

Mestizaje de géneros

La lectura que Eastwood hace del «neo wéstern» ha permitido una reinvención de sus cánones a través de personajes y temáticas. Si podemos considerar en algún modo «El jinete pálido» como cine fantástico, estaremos ante el principal antecedente del mestizaje de géneros al que hoy asistimos en las praderas del Oeste, en un renacimiento que le debe mucho al autor de «Sin perdón», la película que le valió el perdón por sus pecados ideológicos de siempre. La trilogía clasicista del wéstern se completa con «El fuera de la ley», relectura del tema de la venganza que actualiza a Fritz Lang.

Al recoger el galardón a toda una vida del American Film Institute en 1996, Eastwood dijo que ha sido un soñador toda su vida. Uno de sus sueños, l a búsqueda del origen de la violencia en América , es el plano donde Eastwood brilla con mayor intensidad. Su ópera prima «Escalofrío en la noche», «Un mundo perfecto» y «Mystic River», que se inspira en «Incidente en Ox-Bow», resultan decisivas para encontrar las raíces de esa violencia social innata, que aún anda buscando alguien como Tarantino. Una obra que está entre las mayores de Eastwood, junto a la biografía de Charlie Parker Bird, a su «Gran Torino» y a «El aventurero de la medianoche».

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