LIBROS

La historia del hombre más buscado

Lorenzo Silva y Manuel Marlasca relatan en versión gráfica la peripecia de un atracador de bancos, con ilustraciones de Cristóbal Fortúnez

Ilustración de Cristóbal Fortúnez para «El Solitario»

Marina Sanmartín

Entre 1993 y 2007, salpicando de sangre gran parte de la península, Jaime Giménez Arbe , más conocido como el Solitario , atracó más de treinta bancos y se vio involucrado en varios tiroteos, que sumaron tres muertos. Así fue como se convirtió, durante años, en el hombre más buscado. Atraparlo no fue una tarea fácil ni breve, pero sí posible, gracias a la colaboración de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, y de la Policía portuguesa.

Esta es la hazaña que recupera El Solitario ; una excelente crónica que no es solo la historia de un caso criminal «que mantuvo a España en vilo»; como nos recuerda su subtítulo, es mucho más: se trata de un sólido true crime que incorpora a su narrativa la potente herramienta de la ilustración y la integra en el relato para potenciarlo.

A seis manos

Escrita a cuatro manos por Lorenzo Silva (Madrid, 1966) y Manuel Marlasca (Madrid, 1967), ambos con una amplia trayectoria a sus espaldas ligada al relato y la crónica más negra -la del primero, reforzada por la reciente publicación de El mal de Corcira (Destino, 2020); y la del segundo, cincelada a diario ante las cámaras de una cadena de televisón y los micrófonos de la radio, así como gracias a su excelente Cazaré al monstruo por ti (Alrevés, 2019), un completo análisis de los sucesos relacionados con el pederasta de Ciudad Lineal-, El Solitario cuenta, como decíamos, con una tercera voz para la que las imágenes son el idioma: la de Cristóbal Fortúnez (Santiago de Compostela, 1980), responsable, entre otros muchos buenos trabajos, de las ilustraciones que cada verano dan vida al Cuaderno de vacaciones para adultos de Blackie Books.

Sobriedad mate

Más allá del prestigio de sus autores, dos son los principales atractivos de esta propuesta que, en la estela de la adaptación de Fariña (2019, Plan B) a novela gráfica y sin llegar a ser cómic, experimenta con un doble lenguaje: por un lado, su estructura cronológica, a modo de cuenta atrás y responsable de que nos embarquemos en un trepidante y detallista viaje , donde no falta ni el calibre de las balas ni la hora exacta de cada asalto. Y por otro, la sobriedad mate -y aquí las ilustraciones adquieren una importancia fundamental para el desarrollo de la historia- que impregna desde la primera página hasta la última, dotando a la narración de un tinte clásico de valor incalculable , en el que la parquedad y transparencia del estilo se convierten en una virtud.

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