ARTE
Historia de un «Abrazo»
La gestación y devenir de «El abrazo», la obra icónica de Juan Genovés y uno de los hitos de la Transición, da pie a un guion digno de la mejor serie de televisión del momento
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A falta de guiones para una serie de Netflix o HBO , la historia de «El abrazo», de Juan Genovés, bien podría valer. Recuerda su autor que todo se gestó en su taller, el actual de Aravaca, por ser esta una casa con dos puertas, lo que facilitaba en los años en los que se gestó esta obra, salir por patas si la policía descubría las reuniones clandestinas que en ella tenían lugar.
De todos los colores
En una de 1976, la autodenominada Junta Democrática (conformados por miembros de distintas facciones políticas, incluidas las que defendían una hipotética monarquía del padre de Juan Carlos I) acordó producir un póster («así era como se llamaba a los carteles») para reclamar la amnistía de los presos políticos del momento . Genovés sería su autor, bien a mano les pillaba, pero el encargo era «para mañana». Así que hubo que tirar de la imagen de un cuadro ya producido , «El abrazo», una obra que en breve viajaba junto a otras para una exposición itinerante que recaló, entre otros destinos, en Estados Unidos (y que finalmente fue comprado por un coleccionista de Chicago).
Fue Adolfo Suárez el que intercedió para que el cuadro volviera a España, donde estuvo en los almacenes del Museo Reina Sofía por décadas
El caso es que al pintor y a sus compañeros les terminó pillando «la pasma». Genovés acabó bajando esposado la calle Preciados hasta llegar a la antigua Dirección General de Seguridad en la Puerta del Sol. Allí le interrogó el mismísimo Billy el Niño , y otro agente, que le terminó confundiendo con otro... Y qué otro: «“Usted, usted es un pintor muy famoso”. Yo no sabía que responder. “Sí, sí. Muy famoso”. Entonces coge, se marcha y me deja solo con el otro. Pero al rato, vuelve a abrir la puerta y me espeta: “¡Que Veronés, Veronés. Genovés es lo que eres tú, desgraciado! ».
Por la Constitución
El caso es que con el tiempo, fue Suárez el que intercedió para que el cuadro volviera a España, donde estuvo en los almacenes del Museo Reina Sofía por décadas. Solo el 40 aniversario de la Constitución lo hizo entrar en el Congreso, su actual emplazamiento.
Mientras, uno de los pósters de «El abrazo» llegó a lucir en el despacho de los abogados laboralistas de Atocha asesinados en 1977 . Su sangre salpicó su superficie. Fue entonces cuando su autor pensó que la matanza merecía un memorial. Es la escultura que hoy luce en la plaza de Antón Martín, en Madrid, el salto asimismo de Genovés a las tres dimensiones.
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