LIBROS

Hannah Arendt denuncia a los intelectuales cómplices de los crímenes nazis

Judía y alemana, Hannah Arendt reflexiona sobre la ascensión del nazismo y la ceguera de no haber visto a tiempo su peligro

Hannah Arendt durante el juicio a Eichmann

CÉSAR ANTONIO MOLINA

Es este libro una interesante antología de textos de Hannah Arendt . Al lector no muy introducido en la gran obra de esta pensadora alemana, le pueden servir como inicio y exploración. Algunos de los temas más trascendentes y característicos de sus obras están aquí representados. Todos estos ensayos pertenecen a diferentes libros que ya fueron traducidos, pues la bibliografía española de esta teórica de la política es, afortunadamente, ya muy copiosa. Precisamente por ello, en estas mismas páginas, a lo largo de los últimos años, dimos cuenta de casi todo lo aquí expuesto. Pero vale la pena llevar a cabo una relectura.

Se abre la antología con la interesante entrevista televisiva que le hizo Günter Gaus. Se titula: «¿Qué queda? Queda la lengua materna». Arendt se declara teórica de la política y no filósofa. La política se refiere al ser que actúa, y es la visión de la gestión de lo cotidiano con ojos no enturbiados por la filosofía. Mientras que esta última, la filosofía, sirve para pensar. Arendt destaca la, por lo general, animadversión de los filósofos contra la política, a excepción de Kant . También subraya que, aunque en el pasado la mujer tuvo un escaso papel tanto en la política como en la filosofía, en el futuro sería mayor y ya equiparable al de los hombres.

«Si te atacan como judío, debes defenderte como judío». Por ello, se unió al sionismo

Lo esencial para Arendt era el poder comprender, y la escritura era un elemento esencial del proceso mismo de pensar. En su juventud, la política y la historia no le interesaron, pero a partir del año 1933 tal desinterés ya no fue posible «Dejó de ser posible incluso antes». Ya en 1931 estaba convencida de la toma del poder por los nazis. Ella no hizo nada en contra porque no tenía sentido ni había esperanza alguna. Hitler tenía detrás a una gran parte del pueblo alemán. Todo se estaba reduciendo a un pensamiento único. Y gran parte de la intelectualidad fue cómplice. Arendt decidió abandonar su país porque comprendió que los primeros que estaban en peligro eran los judíos. Fue detenida y salió ilegalmente . Solo tomó conciencia de que era judía cuando comenzaron las persecuciones. Hasta entonces había llevado una vida totalmente integrada. Sus padres eran socialdemócratas. Su familia procedía de una antigua estirpe de Königsberg. De sus maestros resalta las enseñanzas de Jaspers.

«Violenta emoción»

«Si te atacan como judío, debes defenderte como judío», le dice Arendt a su entrevistador. Por este motivo se unió a una organización sionista, los únicos que estaban preparados «No tenía sentido que me hubiera unido a los asimilacionistas». Aunque reconoce que nunca tuvo nada que ver con el sionismo. La pertenencia al pueblo judío sí se había convertido en su propio problema, y ese problema propio era de carácter político. Arendt aseguraba que no sentía nostalgia por la Europa anterior a Hitler, y ella misma se preguntaba «¿Qué queda?». Queda la lengua, respondía. La lengua alemana no tuvo ninguna culpa, la lengua alemana no fue quien se volvió loca .

Había llevado una vida integrada. Solo tomó conciencia cuando comenzaron las persecuciones

En el año 1949 regresó a Alemania para salvaguardar los bienes culturales judíos (libros, sobre todo). Y este retorno le hace criticar, sin especificar, «la deslealtad de los amigos». Ese regreso la hizo sentir una «violenta emoción». También la entrevistada comenta la polémica a propósito de Eichmann , «En ningún lugar de mi libro he acusado al pueblo judío de no ofrecer resistencia». Arendt habla de «verdades factuales», verdades sobre hechos, no cuestiones de opinión. Los encargados de salvaguardar esas verdades eran las ciencias históricas, a veces manejadas por el Estado según sus intereses. Para la pensadora, el pueblo judío era una gente carente de mundo que se había conservado a lo largo de milenios. Mundo entendido como espacio para la política, no apolítico, lo político solo se le podía aplicar con muy grandes limitaciones. Pueblo-paria. Todo esto se modificó con la fundación del Estado de Israel. A ella este acontecimiento no le agradó mucho. Arendt dice que la libertad se paga cara : «El modo específicamente judío de ser hombre que se expresaba bajo el signo de la pérdida del mundo era, ciertamente, algo muy hermoso. Ese hallarse fuera de todos los vínculos sociales».

En esta antología se reúnen además los siguientes textos. «Rahel Varnhagen: judía y Shlemihl» (infeliz). La historia de una mujer judía de finales del XVIII. «Las confusiones de los Derechos del hombre». A propósito de la Declaración de derechos del hombre. ¿Quién defendía esos derechos? ¿El Estado-Nación? ¿El hombre solo era capaz de defenderlos? Arendt no se refiere a los organismos internacionales surgidos tras la Segunda Guerra Mundial.

Asuntos variados

En «Dominación total» habla del totalitarismo nazi-bolchevique. Menciona esa idea de fabricar una especie humana que se parezca a otras especies animales, cuya única libertad consistiría en preservar la especie, como así mantenía Hitler. En «Labor, trabajo, acción» comenta que, a pesar de que el hombre es un fin en sí mismo, la labor produce bienes de consumo, y laborar y consumir no son sino dos etapas del siempre recurrente ciclo de la vida. En «La esfera pública y privada» explica cómo no se puede vivir al margen de nuestros semejantes y cómo así surge la política. En «Sócrates» reflexiona sobre su muerte y cómo la dialéctica dio paso a la persuasión . En «¿Qué es la autoridad?» regresa a iluminarnos sobre los totalitarismos. En «La crisis de la educación» critica a los pedagogos. En «Dos cartas a Mary Mc Carthy» vuelve al asunto Eichmann, al igual que en «Carta a Gershom Scholem» que le costó su amistad. Sus estudios sobre Kafka, Benjamin, Jaspers y Heidegger (muy crítico) completan este volumen.

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