LIBROS

La gramática según Joan Didion

«Su último deseo» es el título de la novela (publicada en 1996 e inédita en castellano) de la mítica periodista Joan Didion

Joan Didion con su Corvette en una foto de 1971
Rodrigo Fresán

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Se sabe que Joan Didion (California, 1934) es una gran escritora de frases tan breves como iluminadoras y contundentes y perfectas. Para definir y delimitar lo suyo basta con un puñado de líneas rectas como flechas que dan en el blanco. Propongo las siguientes que, seguro, podrían ser tantas otras: «La consciencia del organismo humano viaja en su gramática» (de su novela «A Book of Common Prayer»); la observación/confesión en su correspondiente entrevista en «The Paris Review» de que buena parte de su arte pasa por «jugar» con una «tercera persona cercana» a la hora de narrar a alguien aclarando que «por tercera y cercana no me refiero a una tercera omnisciente sino muy cercana a la mente del personaje»; y, por último, la oración/plegaria con la que arranca para ya no detenerse «Su último deseo»: «Últimamente han pasado cosas reales».

Obedeciendo a todo lo anterior, esta que es su última novela hasta la fecha (publicada en 1996 y, según propia admisión, la última ficción que escribirá) es gramática pura (o estilo más que destilado). Y narra desde el más íntimo y entrometido de los afueras la peripecia de la corresponsal política de «The Washington Post» Elena McMahon. Y tiene como telón de fondo la turbulencia huracanada de «cosas reales»: yendo desde un magnicidio presidencial en Dallas’63, pasa por Vietnam y las sucesivas «black-ops» de la CIA , hasta el «affaire» Irán-Contra en 1984.

Sus formidables crónicas son tanto o más merecedoras de un nobel que Svetlana Alexiévich

La puesta en escena evoca e invoca a maniobras ya realizadas por Conrad o Greene o Robert Stone, pero el procedimiento y la cadencia y fraseo es Didion 100 por 100. Aquí, de nuevo, una suerte de sonambulismo opiáceo combinándose con esos hipnóticos a la vez que hipnotizados insomnes ojos de serpiente siempre cubiertos por gafas oscuras. Aquí, otra vez, el Método Didion para fundir una realidad irreal con lo más verosímil que puede aportar una ficción (en dirección opuesta pero en el mismo sentido con el que erige sus formidables crónicas que -si se trataba de premiar ese género- son tanto más merecedoras de ese Nobel que fue a dar a la grabadora de Alexiévich). Aquí una trama - la mejor orquestada y afinada entre las suyas- que ondula y sisea.

Reconocimiento final

McMahon -mujer marca Didion- es de mediana edad, está divorciada de un magnate petrolero, tiene dinero y de pronto es convocada por su padre agonizante de pasado/presente oscuro quien le comunica el último deseo del título. Y, sí, honrarlo va a meter a McMahon en problemas, pero lo cierto es que se aburre mucho. Y -como sus anteriores heroínas- Elena lo deja todo en el nombre de algo que no sabe muy bien qué es o qué será y, sea lo que sea, primero Miami y luego Costa Rica y después una isla sin nombre y el «quiet american» y diplomático Treat Morrison.

Los últimos años han sido tan complicados como los de sus personajes , pero con su más que justa recompensa para Joan Didion: los «best sellers» autobiográficos sobre el crepúsculo de su familia más próxima, medalla de manos de Obama, obra de teatro de éxito, elegante y acaso demasiado comprensivo con sus particularidades anímicas un documental y la mucho más exhaustiva e indiscreta «The Last Love Song», biografía de Tracy Daugherty. De este modo, su perfil público y «true-story» ha opacado un tanto su costado estrictamente narrativo. «Último deseo» es una nueva oportunidad para cumplir con su magistral gramática, con sus apasionantes juegos, con esa cosa real que es su genio.

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