LIBROS
«Gente de Maduro con kalashnikovs son los que controlan los alimentos en Venezuela»
El reportero Doménico Chiappe no es un «escuálido» (antichavista, en la retórica del régimen). Trata de huir de la simplificación ideológica «desde la voz de los que viven allí»
Si en la literatura y en sus obras periodísticas Doménico Chiappe trata de ser conciso, en sus clases de periodismo o en las entrevistas es todo lo contrario. « Largo viaje inmóvil» (Ed. Círculo de tiza), su último libro de crónicas , aglutina cortos episodios independientes recogidos en 262 páginas que trazan un retrato crítico de la sociedad venezolana «desde la voz de los que viven allí», señalando los contrastes de esta potencia exportadora de petróleo, reinas de belleza y caudillos. Pero si se le pide que defina en pocas palabras a personajes como Hugo Chávez o Nicolás Maduro, se niega: no le gusta este juego porque, dice, se esfuerza en todo momento por explicar el fondo y la forma como vacuna de la polarización que se vive en Venezuela . «La simplificación ha hecho que el debate en España se vuelva a que si hablas en contra del Gobierno venezolano eres de un ala de la derecha». «Largo viaje inmóvil» nace porque no quiere ser más breve. Nacido en Lima en 1970 pero criado desde los cuatro años en Caracas (se mudó a España en 2002), este periodista y profesor de reporteros no busca parecerse a quienes hacen eslóganes de Venezuela.
¿Su libro es un aviso a los españoles?
Es un retrato. Depende de las circunstancias y de las acciones que emprendas para que ese retrato sea tuyo o no. No digo que vaya a ocurrir lo de Venezuela, lo que sí digo es que emprender ese camino y llegar a una situación así es más fácil de lo que la gente piensa. No es tan difícil caer en un agujero como Venezuela.
¿Llegará a borrarse alguna vez esa mirada de Chávez, onmipresente en Venezuela?
Quisiera creer que ese retrato de Chávez en vez de colorearse con la tragedia de la gente que salga a protestar, se vaya despintando y olvidando, más que ocultarse yo quisiera que se llegara a un punto incluso de si hay que renunciar a un tipo de justicia puntual. Para que se retome la democracia en paz, hay que olvidarse de un montón de cosas. Es el mejor escenario que pueda haber. Lo que pasa es que con Venezuela ya no hablamos de un cambio de gobierno, ni siquiera de ideología, sino de un negocio. La cosa es más difícil. No es que se pongan vendas, sino que se despinte todo lo más rápido posible y que los muros estén de color calle heterogénea.
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