ARQUITECTURA
El futuro «Tedeum» de Nuestra Señora de París
La catedral de Notre Dame, símbolo para la reconstrucción de Francia y la refundación de Europa, renacerá en abril de 2024. Poco a poco se reanudan los trabajos paralizados por el confinamiento

Emmanuel Macron , presidente de la República Francesa, y el arzobispo de París, monseñor Michel Aupetit , se dicen firmes y confiados: «Notre Dame celebrará un Tedeum el 16 de abril de 2024» . Las máximas jerarquías religiosas y políticas del Estado estiman que se trata de un símbolo esencial para la reconstrucción nacional de Francia y la refundación diplomática de Europa.
Tras el pavoroso incendio del 15 y el 16 de abril de 2019, los trabajos de reconstrucción de la catedral han sufrido tres grandes parones: durante varias semanas, en la primavera y verano del año pasado, como consecuencia de los riesgos de contaminación atmosférica; durante varios días, el último invierno, como consecuencia de una tormenta; y desde el 16 de marzo hasta el lunes 4 de este mes de mayo, para respetar el confinamiento nacional tras la propagación de la pandemia del coronavirus . Días antes de que se inicie el lento proceso del desconfinamiento a partir del lunes 11 de mayo, si no se descubren riesgos imprevisibles, sacerdotes, arquitectos, ingenieros y trabajadores han vuelto a Notre Dame, en situación oficial de edificio histórico amenazado, siempre, para reanudar los trabajos de la lenta reconstrucción.
¿Podrá cumplirse el plazo anunciado por Emmanuel Macron de una reconstrucción feliz para el 16 de abril de 2024? El general Jean-Louis Georgelin, presidente del ente público responsable de la reconstrucción de Nuestra Señora de París, no alberga dudas: «Supongamos que se pierdan dos meses largos. En un proceso que debe prolongarse durante 68 meses, es un reto que podemos asumir. La resurrección de Notre Dame será una realidad en 2024, cumpliendo la promesa del jefe del Estado».
Al borde del abismo, Notre Dame ha seguido siempre viva. A los pocos días del incendio, el Viernes Santo de 2019, monseñor Michel Aupetit, arzobispo de París, ofició una misa entre los escombros . En lo más profundo del confinamiento, el Viernes Santo pasado, Aupetit volvió a oficiar una misa, acompañado de una docena de sacerdotes. «Se trata de una cuestión de principios, de fe. Nuestra catedral sigue siendo nuestra casa, nuestra morada espiritual».
Entre el 16 de marzo y el 4 de mayo, los trabajos no cesaron completamente. Desde el Elíseo, el matrimonio Macron siguió alimentando el «fuego» de los donantes nacionales e internacionales . Desde la residencia privada del arzobispo de París se continuó en contacto con el Vaticano. Desde los despachos administrativos y virtuales del ente público, el general Georgelin y el arquitecto en jefe de los trabajos, Philippe Villeneuve , siguieron «madurando» las distintas fases de la reconstrucción. Desde el 4 de mayo, los primeros obreros volvieron a los trabajos en curso.
Retirada de escombros
Antes del confinamiento en los distintos tajos de la catedral, amenazada siempre, trabajaban varias cuadrillas de operarios, unos 70 obreros y una veintena de robots , utilizados para retirar los escombros. Desde primeros de mayo, una docena de operarios de varias empresas francesas y europeas han vuelto al trabajo dentro de la catedral. El resto de los equipos volverá progresivamente. Antes de comenzar la reconstrucción propiamente dicha (tarea que no podrá iniciarse, previsiblemente, hasta el año próximo), los distintos equipos vuelven a aplicarse en delicadas tareas de urgencia previa.
Los curiosos que no han dejado de visitar los alrededores de Notre Dame, ni siquiera durante el confinamiento, pueden contemplar, siempre, la ya legendaria grúa amarilla que se cierne sobre la catedral , proyectando su esbelta figura metálica: es la herramienta esencial para continuar la limpieza y retirada de escombros, destrozos, de la inmensa bóveda amenazada . Se trata de un trabajo de «hormigas» (humanas y automatizadas). Los primeros trabajos se limitaron a proteger la estructura, siempre frágil. Protegido el edificio, prosigue una limpieza que puede prolongarse meses.
La grúa amarilla que «protege» Notre Dame con sus tentáculos también tiene una misión capital: verificar, limpiar, sanear y proteger el tejado, la cubierta siempre amenazada de la catedral. Cuando esta primera etapa termine, a lo largo del verano, si no se produce antes una nueva catástrofe, los arquitectos que trabajan en el histórico proceso de la reconstrucción habrán concebido una suerte de «paraguas» gigante, que deberá proteger las obras a partir del otoño que viene.

Debate sobre la aguja
Uno de los grandes trabajos por venir será la construcción / reconstrucción de la legendaria aguja de Notre Dame, obra de un arquitecto mítico, Eugène Viollet-le-Duc , director de la restauración de la catedral en el siglo XIX, al gusto neogótico de su tiempo. Las estatuas de los apóstoles que acompañan esa obra escaparon al incendio que pudo destruir el templo. La reconstrucción «moderna», «contemporánea» o «idéntica» a la aguja neogótica del XIX ha sido objeto de incontables debates, enfrentando a los partidarios de la modernidad y los partidarios del respeto de la tradición.
Emmanuel Macron sugirió una reconstrucción «tradicional», acompañada de un «detalle contemporáneo». Quizá sean mayoritarios los partidarios de proceder a una reconstrucción tradicional de Notre Dame, utilizando técnicas y materiales de nuestro tiempo, pero respetando la armonía canónica de un edificio que también es una de las matrices religiosas, culturales y arquitectónicas de Francia y de nuestra civilización.
Tal es el desafío final. Ante la doble encrucijada de las crisis europeas y la restauración de Notre Dame, Macron insistió en su día en un esfuerzo colectivo nacional, francés, indisociable de los desafíos comunes a toda Europa , más allá de las fronteras de la Unión Europea y la zona euro.
Símbolo de Europa
Salvar y reconstruir Notre Dame es un trabajo nacional, francés, pero su sentido último se confunde con el destino mismo de la civilización europea y sus raíces espirituales. Prolongada durante varios siglos, la construcción de Notre Dame fue un proceso de gloria fundacional: la Europa de las catedrales , cuando la religión y la lengua latina echaron los cimientos de una casa común de los pueblos europeos.
La crisis de la pandemia del coronavirus se ha transformado en un desafío histórico para la construcción política de Europa, tras el incendio fáustico de Notre Dame. La «refundación» de Europa , en la terminología de Macron, exigirá esfuerzo, sudor y lágrimas a todos los pueblos europeos. Tarea esencial que se confunde, cronológicamente, con el proceso en curso de la reconstrucción de Notre Dame.