BALAS PERDIDAS

La forma que tenemos de presentarnos a los otros

Hay cantos a la exclusividad que se repiten tanto que, al usarlos, te conviertes en una edición limitada a millones de ejemplares

Ilustración de JJGK

Juan Gómez-Jurado

Durante unos años de mi adolescencia arañé un proyecto que, obviamente, jamás llevé a cabo, se trataba de analizar la primera frase de los cien libros más importantes de la historia , a lo mejor ahora no les parece un enfoque muy original, pero les aseguro que tenía esa edad en la que todo parece que te lo has inventado tú, como dice Serrat , hasta los amantes debutantes creen que están inventando el amor.

Me gustan las cartas de presentación , ese momento en el que tienes que pararte a pensar muy bien cómo quieres que reciba el lector el tono de la historia desde el principio. Después, sobre todo si tienes la estructura y a los personajes claros en tu cabeza, llegas a un punto en el que ellos y la propia historia te va llevando de un sitio a otro, como en uno de esos videojuegos de pantallas en los que sabes de dónde partes y dónde tienes que llegar. Pero ese momento inicial es como la primera mirada del cortejo, como el traje que eliges para presentarte el primer día en tu nuevo trabajo, como lo primero que le vas a decir a tu hijo recién nacido.

Literatura elevada

Tolstói decidía teñir la tragedia en una sóla línea en su Anna Karenina: «Todas las familias dichosas se parecen, pero las infelices lo son cada una a su manera».

Umberto Eco en El nombre de la rosa decidía hacer el palimpsesto del que probablemente sea el inicio de un libro más reconocible y añadirle una gotas de descreimiento sutil. «En el principio era el Verbo y el Verbo era en Dios, y el Verbo era Dios. Esto era en el principio, en Dios, y el monje fiel debería repetir cada día con salmodiante humildad ese acontecimiento inmutable cuya verdad es la única que puede afirmarse con certeza incontrovertible».

Y Gabriel García Márquez daba, en cinco líneas, con el espíritu de Macondo y, a la vez, con toda la esencia de una nueva literatura: «Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo».

Pero no sólo de literatura elevada vive mi obsesión por las cartas de presentación. Durante los años anteriores a la llegada de internet siempre me paraba a leer los anuncios de contactos de los periódicos (ya asumo que esta frase puede ser utilizada en mi contra) porque me parecía que funcionaba por el mismo mecanismo: la necesidad, con una sola frase, de atraer al lector curioso a las redes de tu universo , de que te compre el producto que estás ofertando que, en este caso, eres tú mismo. Guardo aún en libretas alguno de esos anuncios como esta invitación clarísima a participar en una orgía hecha con toda la sutileza musical de la que una persona es capaz: «Estamos formando un coro… mujer, apúntate… No hace falta saber cantar ni solfeo…». O esta otra, aparecida en este mismo periódico, que me inundó de ternura y risas a la vez: «Chico de 43 años, feúcho, busca chica sensible…». Uno no puede evitar pensar que mejor que la chica no sea sensible a la belleza o este muchacho tiene pocas posibilidades.

Biografías en redes

Mi nuevo vicio en cuanto a cartas de presentación son las bios de Twitter, esa frase que se pone en la cabecera de tus redes sociales a modo de declaración de intenciones. Hay, por supuesto, algunas brillantes, pero se da cuenta uno de que la mayoría no lo son. Ni siquiera para una frase que, se supone, debe presentarte, es capaz alguno de sacar el mínimo de originalidad. Y si no, pónganse a contar cuántas de ellas tienen la manida frase de: «No soy raro, soy edición limitada». Curiosamente un canto a la exclusividad que se repite tanto que usarla te convierte en una edición limitada a millones de ejemplares.

Todos nos creemos especiales y únicos hasta que el conjunto de unicidades nos convierte en los otros. Por eso sigo buscando el talento detrás de esas frases porque normalmente no engaña que la persona que está detrás lo tiene igual que en casi todos los libros que han decidido no empezar con «Aquella noche llovía». El talento está en todos lados si se sabe mirar , se lo digo yo, que soy edición limitada...

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