EPISODIOS PERDIDOS
«Foodie love» y «The accident»: El amor y sus accidentes
Es rara la semana sin un nuevo título de interés nacido en la temblorosa Unión Europea. Isabel Coixet y Jack Thorne luchan a su modo contra el Brexit
En esta época de algoritmos que deciden por nosotros, Isabel Coixet ha escrito y dirigido (hasta la cámara lleva, según es su costumbre) la serie que le sale de las narices, una historia romántica entre dos personajes que llevan sus genes, aunque se crucen gracias a una aplicación. El riesgo de endogamia existe, pero nadie saldrá herido, al contrario que en la británica The accident .
«Foodie love»
HBO le ha dado tanta libertad a Coixet que el único peligro es que esta inmersión en los mundos de la directora dé lugar a una versión demasiado perfecta de sí misma, como cuando un amante del chocolate se encuentra con una tableta tan pura que preferiría rebajar el porcentaje de amargura. A partir del día 4 podrán probarlo.
Foodie love es un menú de degustación, una orgía gastronómica cuajada de referencias culturales, un espejo en el que su creadora refleja sus sentimientos y fantasías . Con alguien tan inteligente a los mandos, subirse a ese avión ofrece un viaje apasionante, siempre que el espectador no sufra de vértigo al romanticismo. En los primeros capítulos, a sus amantes se les va la fuerza por donde entran las viandas, sabedora Coixet de que la fase de seducción es mil veces más interesante que la de asentamiento, aunque luego dé su toque personal a la culminación corporal de sus sueños.
Sus ocho episodios son muy distintos. Algunos rozan lo experimental , pero no espantará a quienes se hayan embarcado en la aventura. A veces, los actores también hablan a la cámara, de un modo más discreto que en Fleabag , pero el tono se parece más, sobre todo en el capítulo italiano, a la Roma que ya catamos en Master of none , con el aporte genial de la filósofa de los helados.
A Coixet se la adivina en frases y detalles de sus personajes , empezando por la chica que espía en el café a la pareja y rellena los espacios en blanco con suposiciones de guionista. El conjunto es una serie políglota y viajada, de gente que alterna estrellas Michelin con comida traída en dos ruedas y un sillín. A algunos les parecerá pedante; sus personajes lo tienen todo, salvo autoconfianza. Las tonterías de enamorados, maravillosas o estúpidas, recuerdan también al romanticismo de Modern love , con sus neuras del primerísimo mundo, tratadas como los asuntos cruciales que en realidad son.
Laia Costa y Guillermo Pfening encuentran el tono y se entregan a su misión, envueltos en una banda sonora no menos crucial, en una historia que entra por los sentidos. Porque escuchar, como dice ella, «es la cosa más sexi que alguien le puede hacer a otra persona».
«The accident»
Hace dos martes, esta miniserie de Channel 4 se convirtió en el mejor estreno en la historia de Filmin. Jack Thorne , coguionista de la excelente The virtues , relata las consecuencias de una tragedia urbanística en un pueblo de Gales. El suceso recuerda al drama de Aberfan que relatan en The Crown , citado de forma expresa, de hecho.
The accident es la conjunción de varios talentos únicos. Al de Thorne se unen el de la directora Sandra Goldbacher ( Victoria ) y los de dos actrices fabulosas: Sarah Lancashire ( Happy Valley ) y Sidse Babett Knudsen ( Borgen ). El resto del reparto tiene una eficacia británica, siempre contenida. Hasta el guion es en realidad una versión «suavizada» de una catástrofe peor, ya que se inspira en el incendio de la torre Grenfell de Londres, en el que murieron 72 personas.
El personaje esencial es el que interpreta Sarah Lancashire, una peluquera más buena de lo que el mundo y su miserable marido merecen, una Erin Brockovich ficticia y sin embargo más auténtica que la interpretada con gran acierto por Julia Roberts . El tono de esta historia es interesante y menos peliculero. Más coral, también. Se detiene en unas relaciones de pareja enfermizas y en los problemas de conciencia de sus personajes. En cuatro capítulos que dan saltitos en el tiempo, reflexiona sobre el amor y la lealtad mientras ensancha la perspectiva para abarcar más allá del mero accidente. Al final, el espectador comprende que hasta las peores personas casi siempre tienen alma , lo que no se puede decir de todas las empresas.