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Final feliz para un bribón encantador
Naughty Dog cierra la saga «Uncharted» con la búsqueda definitiva del tesoro, pero se corona no por la intensidad de su acción, sino por la fuerza de unos personajes inolvidables
El estudio estrella de Sony se estrena en la nueva generación con la cita final con Nathan Drake, el buscatesoros incansable obsesionado con descubrir ciudades míticas perdidas en la vorágine de los tiempos. En « El desenlace del ladrón », Drake se encuentra asentado por primera vez en una vida normal, casado con Elena y un trabajo donde nadie le dispara a cada minuto. Sin embargo, la cotidianidad salta por los aires cuando una mañana aparece su hermano Sam, al que creía muerto desde hacía 15 años al ser tiroteado en una catastrófica huida de una prisión panameña. Obligado por una deuda con el traficante que lo liberó de su cautiverio, Sam pide ayuda a Nathan para encontrar el tesoro del infame Henry Avery, el mayor bucanero de todos los tiempos y fundador de Libertalia, la legendaria utopía pirata.
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Lo primero que destaca de esta entrega es la ambición desmedida del estudio . No es solo el juego más largo de toda la saga o el que cuenta con la estructura narrativa más compleja, con varios saltos temporales, sino que cuenta con unos escenarios enormes. Mientras en el pasado los juegos llegaban a adolecer de una linealidad excesiva, aquí Naughty Dog ha apostado por ofrecer una gran libertad al jugador . En muchas ocasiones el juego ofrece varias rutas posibles para atravesar el escenario y se ha profundizado mucho en las mecánicas de sigilo, pudiendo evitar por completo los enfrentamientos directos en varias ocasiones. No es un juego de mundo abierto ni mucho menos, pero algunos escenarios son tan grandes que requieren del uso de vehículos para recorrerlos, y todos con el nivel de detalle enfermizo que caracteriza a los californianos.
Los vínculos familiares
Los gráficos marcan una nueva frontera técnica en consolas, con un trabajo que se encuentra en la vanguardia en cuanto a animaciones faciales, físicas, iluminación o efectos de partículas . Por primera vez las secuencias cinemáticas están renderizadas en tiempo real, lo que permite unas transiciones imperceptibles dentro y fuera del juego. El apartado artístico es de primera, y en muchos momentos de la aventura nos encontraremos deteniéndonos para simplemente maravillarnos con las impresionantes vistas de selvas, volcanes, ciudades o páramos otoñales .
Naughty Dog ha conseguido hacerse un nombre en el mundo del videojuego tanto por su poderío técnico como por sus habilidades narrativas, con un estilo cinematográfico muy marcado. Aunque las tramas están bien llevadas y los argumentos resultan interesantes, sus juegos destacan sobre todo por sus personajes y los vínculos que desarrollan . « The Last of Us » enamoró a la crítica por la relación paterno-filial vicaria que desarrollaban Joel y Ellie después de un año atravesando Estados Unidos a pie, y la familia sigue siendo la piedra angular sobre la que se levanta «Uncharted 4». Nathan Drake es un personaje divertido, con una palabra ingeniosa siempre a punto, que no deja de sorprenderse de las cosas que consigue hacer, pero profundamente desarraigado, lo que le lleva a sabotearse en sus relaciones personales . La llegada de Sam, y un fuerte sentimiento de culpa, le hacen dejarlo todo y partir de nuevo a la aventura sin pensar en Elena, la mujer con la que lleva años casado. Escudándose en soflamas machistas sobre cómo debe protegerla de la verdad, que acaban derrumbándose por su propio peso, Nathan revela los mayores defectos de su personalidad, poniéndole en una arriesgada posición al antagonizar a la audiencia. Neil Druckmann , responsable del guion, acierta de pleno al incidir en el escapismo de Nathan como una forma de copar con su infancia en un orfanato católico, la muerte de sus padres y (en apariencia) de su hermano más tarde, pero realmente triunfa cuando se resiste a excusarlo de alguna forma. Debajo de todo el romanticismo de la vida de los piratas subyace una realidad de soledad, codicia, obsesión y locura .
En este capítulo final Nathan se ve obligado a examinar todos los vínculos que mantiene. Con su familia de sangre, sus padres muertos, a los que sigue culpando sin decirlo por haberle abandonado, y su hermano Sam, con el que le carcome la culpa por haberle hecho justo lo mismo. Con Sully, su mentor que, por mucho que se equivoque, nunca le juzga. Y con Elena, la familia que libremente ha elegido y que, a pesar de todas sus buenas intenciones, no puede evitar decepcionar una y otra vez. Nathan descubre la importancia de aceptar el final, de dejar marchar, de que el amor no solo vive de buena voluntad , sino que tarde o temprano exige un sacrificio profundo, y de la necesidad de ser sincero con uno mismo, sin ambages ni excusas. Los finales son inevitables, pero no necesariamente tristes. Y este no lo es.