ARTE

Fernando Meana: recuerdos de un «Gordillo» testarudo

El coleccionista vasco, uno de los más relevantes en nuestro país, fallecía hace unas semanas. Sirva este texto para evocar su carácter abierto y su pasión por el arte, en palabras del galerista Pepe Cobo, que tan bien lo conoció

Meana, en ARCO 2007 ABC

Pepe Cobo

Corría el año 1984. Un grupo de locos y traviesos –artistas ellos, y yo–, nos conjuramos, embarcándonos en una contienda, La Máquina Española , en Sevilla, como galería, con el afán de hacernos notar allá donde nos propusiéramos y sin límite, con una gran dosis de ingenuidad pero sin desaliento.

Conocí a Fernando Meana (alias, para mí, «Gordillo»; para él, «Flaquillo» ), en el mes de mayo del año 1986, en la inauguración de una exposición colectiva en las salas entonces del Centro Cultural de la Villa, en Madrid.

–«¿De dónde eres?», le pregunté.

–«De Bilbao –me respondió–. ¿Y tú?».

–«¡Pues de Sevilla!».

Siempre tuvimos muy buenas relaciones los bilbaínos con los sevillanos. Hacíamos chistes del sur y del norte , donde esa testarudez, que no para el arte, a veces era llevada a términos muy cómicos. Recuerdo un día cenando en su casa, la cual tenía una gran bodega. Para agasajarme, me sacó un gran reserva . Al probarlo, y dada la confianza, le demostré que el vino estaba en malas condiciones. Él me abrió otra botella, pero siguió con la misma. ¡Siempre lo recordábamos!

Lo profesional era una excusa para adentrarse en nuevas compras, viniera de donde viniera, siendo un ejemplo en España de coleccionismo internacional

A partir de aquel momento, fue una atracción mutua la que nos embaucó y lo que nos hizo inseparables. Yo le aportaba la osadía de ser un arrogante que miraba al mundo más allá de los Pirineos y el de aceptar su «localismo regional», algo muy usual entonces. Pero quizás su profesión de defender causas marítimas –fue un gran profesional del derecho marítimo– lo hacía más abierto. Empezamos esa gran aventura, día a día, año tras año , donde su pasión se convirtió en un leitmotiv, y donde lo profesional era una excusa para adentrarse en nuevas compras, viniera de donde viniera, siendo un ejemplo en España de coleccionismo internacional.

Fue gracias a él que, en esos finales de los años ochenta, su confianza ciega en mí –y por introducirme a personas de gran relevancia empresarial, como fueron Chitín del Valle , Carlos Huidobro, Juan Gorbeña o Pedro Enciso , entre otros–, fue imprescindible para adquirir fortaleza profesional y permitirme desarrollar mi introducción en el mercado internacional, algo bastante único en aquellos tiempos. Sin su apoyo incondicional , no habría logrado buena parte de lo que hoy cargo a mis espaldas.

Fui tanto para él como para su mujer Mariví –clave en su vida e infatigable a su lado–, junto a sus dos hijas Fany y Verónica , un hijo más, tratado y considerado como alguien de la familia. Viajabamos juntos a ferias, a exposiciones, a bodas, íbamos de veraneo... Toda una vida alrededor del arte .

Gracias, «Gordillo», por haberme dado tanto. ¡Siempre estarás grabado en todos los rincones de mi corazón!

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación