LIBROS

La factura de los felices años noventa

Ramón González Férriz expone en «La trampa del optimismo» por qué buena parte de los problemas actuales tienen su origen en los años en que todo parecía ir bien

Tony Blair y Bill Clinton, en una imagen de archivo AFP
Jaime G. Mora

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Ramón González Férriz (Granollers, Barcelona, 1977) es un optimista contumaz. En la era del insulto y las tertulias a gritos, él se empeña en seguir defendiendo la argumentación sosegada y ecuánime. Lo viene haciendo desde que se pusiera al frente de la edición española de la revista Letras Libres , a la que le imprimió un sello liberal y erudito. Fue este el espíritu con el que luego, en 2014, asumió la dirección de Ahora , un semanario en papel y en formato sábana que se atrevió con coberturas inusualmente extensas de temas políticos, económicos y culturales que no siempre estaban ligados a la actualidad. El atrevimiento duró un suspiro, pero ahí queda como declaración de intenciones de un autor que también ha examinado las transformaciones sociales de las últimas décadas en sus libros.

En La revolución divertida (Debate, 2012), se fijó en la revolución del 68, que puso las bases de una cultura pop profundamente capitalista pese a su pose rebelde, un tema al que volvería en 1968. El nacimiento de un mundo nuevo (Debate, 2018). En ambos ensayos, González Férriz desplegaba un estilo metódico, razonado, con referencias adecuadas a otros ensayistas y sin caer en las falacias que son tan recurrentes en el debate público actual. Uno quiere creer que este tipo de autores, que fían su trayectoria a la prudencia y no a la provocación barata, son quienes a la larga persistirán. Quizá yo también sea un optimista contumaz, o un ingenuo.

Quienes sí exhibieron un optimismo irredento, y sacaron buena tajada de ello, fueron los líderes políticos de los noventa: Bill Clinton, Tony Blair, Felipe González, José María Aznar … A esta década le dedica González Férriz su tercer libro, La trampa del optimismo. Cómo los años noventa explican el mundo actual (Debate, 2020). Dicho de otro modo, por qué buena parte de los problemas de estos tiempos –la crisis económica, los populismos, la regresión nacionalista– tienen su origen en los años en que todo parecía ir bien. Con la caída del muro de Berlín, con la victoria del capitalismo sobre el comunismo, muchos dieron por buena la tesis de Fukuyama de que la historia había llegado a su fin y pensaron que la buena salud de la economía aseguraría el bienestar. Era el «domingo de la historia».

González Férriz repasa con una lenguaje preciso los aspectos más relevantes de los noventa, como la integración comunitaria, la creación del euro, la globalización del capitalismo feroz y sus correspondientes burbujas, la expansión de internet o la serie Friends como símbolo del «clintonismo». Esto es, la síntesis de los postulados económicos liberales de la «doctrina Reagan» y las premisas morales y culturales de la izquierda; una suerte de tercera vía que dejaba atrás dos trincheras ideológicas. El autor apunta que el exceso de optimismo «generó la voluntad explícita de ignorar las consecuencias no solo no deseadas, sino siquiera previstas, de los actos de aquel momento». El resultado lo conocemos, un regreso al «mundo histórico» donde nada se da por seguro, ni la seguridad económica ni la propia democracia. ¿Habremos aprendido la lección?

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