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Europa después de Europa
Emilio Lamo de Espinosa elabora un brillante ensayo sobre el papel futuro de Occidente

Un siglo después de que el filósofo Oswald Spengler lo anunciara, esta obra del prestigioso sociólogo Emilio Lamo de Espinosa confirma no sólo que Occidente está en declive sino que los pilares sobre los que se ha construido el mundo occidental están siendo barridos por la Historia. La era atlántica está dando lugar a la era del Pacífico y el equilibrio de poder está girando hacia Asia por la pujanza de China, India y otras potencias emergentes. Frente a un águila en declive, como es Estados Unidos que tras la guerra de Afganistán ha dejado claro que no está dispuesto a defender los valores de Occidente, se erige un dragón, China cuyo régimen totalitario muestra clara determinación por alcanzar la hegemonía mundial.
Lamo de Espinosa elabora y actualiza una teoría presentada durante su etapa al frente del Real Instituto Elcano: la de Europa después de Europa, un mundo poseuropeo en el que la clave del futuro de los europeos está más allá de sus fronteras, pues el mundo ha sido europeizado y Europa a pesar de suicidarse en dos guerras mundiales ha creado una mundialización y una civilización global. La occidentalización y modernización están fuertemente vinculadas, lo que lleva a las sociedades no occidentales a incorporar elementos esenciales de la cultura occidental.

Legado
El triunfo de Occidente como civilización lo muestra no sólo el hecho de que la racionalidad y la ciencia se han extendido hasta convertirse en patrimonio mundial sino también la economía de mercado y la democracia. En 1978 había 47 democracias en el mundo, mientras que hoy son casi el doble y la legitimidad democrática se ha impuesto en el mundo hasta el punto de que solo poco más de media docena de países se autodefinen como no democráticos. Por lo tanto una vez que Occidente pierde su hegemonía la Historia de Occidente deja de ser la historia del mundo, pero su legado es ya la civilización mundial y ese legado no es fácil que desaparezca ni siquiera a largo plazo. Sin embargo como muestra este ensayo, Occidente no puede consolarse con haber creado una civilización mundial ya que a medida que se acelera el ritmo de modernización, la tasa de occidentalización cae y las culturas indígenas se revitalizan. De ahí surge la necesidad de explicar que América Latina es parte de Occidente lo que siempre había resultado evidente.
Vivimos en una Europa abandonada a una prosperidad sin grandeza y seguimos sin tomar el destino en nuestras manos
El libro esta repleto de datos que muestran la dramática pérdida de peso e influencia de los occidentales en el mundo; por ejemplo Asia se beneficia del llamado dividendo demográfico al convertirse en el sesenta por ciento de la población mundial. Esta pujanza demográfica es un factor clave para entender por qué la gran divergencia que permitió a Occidente ponerse muy por delante de China e India a partir del siglo XVIII ha finalizado con una gran convergencia global. Si bien no está claro que China vaya a convertirse en la primera potencia económica, lo que es indudable es que está en vanguardia de la tecnología en muchos campos, como advierte el autor de este ensayo retando a quienes aun piensan que innovar y crear no es posible sin libertad de expresión.
La paz liberal bajo hegemonía occidental está siendo sustituida por una confrontación global entre potencias más autoritarias que liberales. Frente a este nuevo desorden, la UE, tanto por su poder real como por su poder blanco, podía estar llamada a desempeñar un papel fundamental, pero vivimos en una Europa abandonada a una prosperidad sin grandeza y seguimos sin tomar el destino en nuestras manos. ¿Qué puede hacer una España confusa en una Europa desorientada y en un mundo que nos ha dejado de lado? Su respuesta es estimulante: «más que mirar al pasado y hacia adentro, debemos mirar al futuro y hacia fuera, pues el futuro está ya fuera de nuestras fronteras y más que protegernos del nuevo mundo debemos lanzarnos a él».