ARTE

El eterno retorno / no retorno de Cecilia Paredes

El imponente universo creativo de esta artista peruana irrumpe en los espacios del Museo Universidad de Navarra

Una de las «fotoperformances» de Cecilia Paredes

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El concepto de no retorno, que podríamos contraponer a la conocida idea de «Eterno retorno» vertida por Nietzsche en su «Zaratustra», es el eje sobre el que se articula esta propuesta de Cecilia Paredes (Lima, 1950). Un proyecto que –la propia artista señala– « tiene como tema principal el ser humano, su situación de migrante , de ubicarse en su nuevo territorio, el anhelo y las preocupaciones cósmicas de su relación con la Naturaleza». De esta forma, reflexiona metafóricamente sobre el viaje vital que el individuo emprende , trazando sobre un cuaderno de bitácora visual y mental el itinerario de ese «hombre-Odiseus», con especial atención a los fenómenos de migración, desgraciadamente tan comunes en nuestra sociedad actual, asimismo bien presentes en su propia experiencia como persona y como creadora.

El Museo Universidad de Navarra, con la colaboración de la galería Blanca Berlín , presenta esta muestra que reúne un amplio conjunto de esculturas, fotos, dibujos, grabados, pintura, objetos, instalaciones y piezas de arte sonoro, hasta un total de treinta y cinco, realizadas en los últimos veinte años.

Narración global

Todas estas obras, aun con planteamientos formales y materiales muy diversos, pueden leerse como los fragmentos de un gran relato de largo aliento y profundo significado. Como ella confiesa, «unas tienen que ver con las otras y cada persona puede encontrar aquella que le habla al oído». Sin duda, una narración global en la que actúan como nexos argumentales algunas de sus principales y más recurrentes señas de identidad creativa, como son el problema de los movimientos migratorios, el desarraigo y la entrópica pérdida de identidad que ello supone , y también, vinculado con todo eso, la cada vez más problemática y confusa relación del hombre con la Naturaleza.

La exposición es excelente y presenta tres instalaciones realizadas específicamente para esta ocasión , como son «El no retorno» (que da título a la muestra), potente y sugerente símbolo del viaje a través de una serie de esqueletos de barcas varadas, «La travesía o Gabinete de curiosidades», una de mis favoritas, una suerte de almario personal compuesto por murales pintados, textos poéticos, mapas, dibujos, y numerosos y variados objetos contenidos en vitrinas, a la manera de las «Wunderkammer». Junto a ello, tenemos la oportunidad de ver obras anteriores, algunas muy referenciales, como sus «fotoperformances», en las que la artista se transmuta en animales fantásticos o se camufla integrándose en fondos de un ornamental «horror vacui». Otras piezas destacables son «El deseo», «Quetzalcoatl» o «La culpa». Mención especial merece el cuidado y estudiado montaje que enmarca esta espléndida exposición.

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