LIBROS

«Espacios de libertad», intelectuales que tomaron la palabra

El papel de la cultura y sus nombres propios en el seno de la compleja Historia de España, sobre todo la más reciente,

centran el debate del ensayo del académico Juan Pablo Fusi

El historiador Juan Pablo Fusi en la biblioteca de su casa ABC

ANTONIO LÓPEZ VEGA

Este es uno de esos libros lleno de incitaciones enjundiosas que conviene leer y releer. Concebido originalmente como discurso de ingreso en la Real Academia de la Historia (diciembre de 2015), se aprecia en cada uno de sus planteamientos, afirmaciones y reflexiones el poso sosegado de un historiador , Juan Pablo Fusi , que atraviesa un momento de admirable esplendor intelectual. En este ensayo, Fusi analiza, con precisión de cirujano, una de las cuestiones más complejas de la España de la segunda mitad del siglo XX: el mundo cultural como creador de espacios de libertad decisivos para el establecimiento y consolidación de la democracia.

Julián Marías y José Luis López Aranguren , por sus propias biografías y por el «ordo amoris» de su reflexión vital, España como preocupación y la democracia como moral sirven a Fusi para enhebrar las dos tesis fundamentales que recorren la columna vertebral de esta obra: primero, que el mundo de la cultura mostró, ya desde los años sesenta, que la democracia era para España una «necesidad histórica» y, segundo, que a la muerte de Franco, el pensamiento se caracterizó enseguida «por el pluralismo y la complejidad» (p. 141).

Orteguiano

Desde su propia experiencia orteguiana -pronunciarse en torno al pensamiento y obra del filósofo, «que todo intelectual español está obligado a hacer» (p. 8)-, Fusi muestra cómo, al inicio de la década de los sesenta, comenzaron a hacerse visibles en España los lazos que recomponían la unidad cultural rota con la Guerra Civil : la evolución de los falangistas que publicaron en Escorial en su primera hora -Ridruejo, Laín, el primer López Aranguren-, la recepción de la tradición liberal en determinados círculos o la recuperación del exilio. Todo ello hizo que «la generación del 98, Ortega , Marañón y la generación del 14 y los poetas del 27» (p. 28) -y no los parámetros falangistas o católicos- fueran entonces el «horizonte intelectual» decisivo.

Con el avance de la década, la democracia fue haciéndose evidente como posibilidad de la mano del desarrollismo económico -de la «entrada de los economistas en la Historia», tal y como observó Enrique Fuentes Quintana- y, en general, de la renovación e institucionalización de las ciencias sociales que cambiaron, literalmente, «el lenguaje analítico, y con ello la reflexión misma sobre la realidad política y económica de España» (p. 51).

Centro del debate

Junto al orteguismo, filosofías diversas -existencialismo, estructuralismo, marxismo y, un poco más tarde, filosofía del lenguaje y análisis lingüístico- vertebraron el pensamiento especializado. Ocuparon entonces el centro del debate académico e intelectual nuevos temas sociológicos y politológicos -tipos de sociedad, formas de autoridad y poder, organización y sistemas de gobierno, Estado y Administración, comportamiento electoral, dictaduras, democracias, la mujer- e historiográficos -donde Jaume Vicens Vives fue decisivo en el giro analítico hacia u na vertiente más social y económica que política e institucional y donde la atención de los historiadores se centró en las realidades regionales o en la tan denostada por el franquismo Edad Contemporánea-.

A la muerte de Franco, el pensamiento se caracterizó enseguida «por el pluralismo y la complejidad»

En las postrimerías de la dictadura, repensar España desde el aperturismo y la reforma urgente y considerable del país (Laín Entralgo), la organización del pluralismo (Julián Marías) o la «democracia como moral» (López Aranguren), en definitiva, la «democracia como preocupación» (p. 100), como aspiración, se convirtió en el eje de la vida intelectual española. Muerto el dictador, España «estaba instalada en una realidad vital completamente distinta del franquismo» (p. 107). La nueva España abierta y plural recuperaba «el pulso de la modernidad» (p. 115). Cuando se iniciaba la última década del siglo, aparecía ante el mundo con sus problemas históricos razonablemente resueltos y asistía al periodo de mayor modernización de toda su Historia.

Fusi muestra así el nervio del mundo cultural e intelectual español en unas décadas decisivas: sus temas, obras esenciales e hitos simbólicos y referenciales para el nacimiento de la democracia. Cada una de las tesis sostenidas en el libro están sustentadas por un conjunto demoledor de evidencias que muestran ideas germinales para otras investigaciones o tesis doctorales.

Una auténtica orgía de autores, editoriales, revistas y publicaciones periódicas, premios literarios, círculos y centros culturales particulares, cátedras universitarias, generaciones musicales, arquitectónicas o vanguardias artísticas son desnudadas y analizadas en su complejidad medular con asombrosa maestría por Fusi, que las emplea como elemento vertebrador de toda su reflexión. Es tal el despliegue de erudición y síntesis que, por una vez, se puede afirmar casi sin temor al error que están todos los que son y son todos los que están.

«Espacios de libertad», intelectuales que tomaron la palabra

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