MÚSICA

Erik Truffaz: «Charlie Parker y John Coltrane eran completamente punkis»

El músico suizo, uno de los grandes del jazz europeo de la historia, fue aclamado por la crítica de medio mundo a mediados de los 90 por abrir un camino entre esta música centenaria y la electrónica, el drum and bass y hasta el hip hop

Erik Truffaz, en la sala Clamores de Madrid, poco antes del inicio de su concierto Ángel de Antonio
Israel Viana

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Lo primero que hace Erik Truffaz (Chêne-Bourg, Suiza, 1960) cuando aparece en la sala Clamores de Madrid es disculparse por llegar tarde a su cita con ABC Cultural. La noche anterior tocó en Berlín y se levantó a las 4 de la mañana para llegar a tiempo a la prueba de sonido del primero de sus dos conciertos en la capital, para presentar su último disco: «Lune Rouge» (Warner, 2019). Y ha soportado una escala de varias horas en medio. «Estoy un poco cansado». ¿Agotan los viajes tras 25 años? «Viajar, no. Lo que me cansa son las esperas, todos metidos en los aeropuertos como ratas», aclara, mientras caminamos por la calle en busca de un sitio tranquilo para charlar.

Es un conversador infatigable, de los que preguntan más que hablan. Se interesa por la crisis de Cataluña, por la situación de la prensa en España, por el encarecimiento de la vida «para más del 80% de la gente» y por la Unión Europea. «Aunque no es una situación perfecta, es mejor que otra en la que estuviéramos sin la protección de Europa con respecto a Estados Unidos, por ejemplo. Los países del Este están mejor», explica, y mira como pidiendo la opinión de su interlocutor, a pesar de la paliza que lleva.

El día de antes de Berlín actuó en Bucarest. El anterior en Ámsterdam. Y Londres, Bruselas, Roterdam… sin una jornada de descanso. «En Madrid, por lo menos, estoy dos días y mañana aprovecharé para ver el Museo del Prado . Me gustan más los pintores clásicos que los vanguardias». Curioso comentario del trompetista que, a mediados de los 90, fue fichado por Blue Note y aclamado por la crítica de medio mundo por abrir un nuevo camino entre jazz y la electrónica. De crear un lenguaje propio con discos como «The Dawn» (1998) y «Bending New Corners» (1999), como si Chet Baker tocara sobre bases de hip hop y drum and bass.

Desde entonces, Truffaz ha grabado, entre otros, diez discos para el mítico sello que antaño acogió a gigantes como Thelonious Monk o John Coltrane y ha recorrido el mundo siguiendo la estela más rupturista de Miles Davis , colaborando con artistas del pop, el rap, el techno y la música concreta, desde Pierre Henri a Ed Harcourt, hasta ser considerado uno de los grandes del jazz europeo de todos los tiempos.

¿Nunca ha tenido miedo de quedarse sin ideas?

Jamás. Al contrario, tengo demasiadas en mi cabeza y poco tiempo para desarrollarlas. Por ejemplo, un grupo de ocho cantantes gregorianos acompañados solo por mi trompeta y otro proyecto con una orquesta sinfónica para la que he escrito música cercana a la del compositor clásico John Adams.

¿La idea fue siempre hacer música realmente nueva?

No. Con 12 años tan solo intentaba copiar a Miles Davis y tocar «Kind of Blue» de arriba a abajo. Fue con «The Dawn» cuando empecé a reflexionar mucho sobre cada álbum, a preguntarme qué podíamos hacer y qué dirección tomar. Antes solo era el proceso de aprendizaje.

¿Empezó tarde a vivir de su música?

Ya había cumplido los 40 y fue a raíz de los conciertos. Antes enseñaba teoría musical a niños en una pequeña escuela de Francia, cerca de Ginebra y la frontera con Suiza. Y no, no enseñaba trompeta.

Me ha dado antes la impresión de que le interesa la política...

Me interesa más la música y la poesía, pero tengo alguna idea de lo que pasa en el mundo y me hago preguntas sobre las sociedades comunistas, socialistas y capitalistas y cómo estas buscan su mundo ideal. Un ejemplo capitalista: yo publiqué diez discos con Blue Note, que en Francia fue adquirida por EMI en los años 80. En un momento dado, EMI pensó que no ganaba suficiente dinero aún teniendo en su catálogo a Pink Floyd, The Beatles y Rolling Stones y vendió la compañía a Universal. Esta, a su vez, se deshizo de los músicos franceses que estábamos en Blue Note-EMI y esa parte del catálogo fue adquirida por Warner. Mi situación no es importante, porque mis músicos pueden vivir de la música, pero a raíz de ello mucha gente fue despedida bajo el pretexto de que no ganaban el dinero suficiente para la compañía. Y me parece ridículo.

Dave Holland dijo en ABC Cultural que los músicos de jazz tienden a copiar hoy a los grandes nombres de los 50 y 60. ¿Tiene usted esa sensación?

No. En los 90, por ejemplo, yo estaba metido en el drum and bass y tocaba en un club de Londres con el DJ y productor Goldie. Un amigo bajista tenía una banda y le pregunté si podrían adaptarse a nuestra música. Una noche nos juntamos todos en el club y tocamos un jazz increíble mezclado con la electrónica, pero con instrumentos acústicos. Aquello no era una copia de los 60, eran los 90, algo nuevo. Ya lo decía Duke Ellington : el jazz es un árbol con más de cien años y tantas ramas que ni lo imaginas, donde el tronco es el blues. Y defendía que siempre iban a nacer ramas nuevas.

Pues Wynton Marsalis defiende que todo lo que se hizo después de los 60 ya no es jazz.

Wynton es el embajador perfecto del jazz en sus inicios y tiene mucha credibilidad, porque nació en Nueva Orleans y conoce la tradición. Pero el límite no lo pone él, es mucho más amplio. Ellington o Miles tenían una visión diferente. La visión de Wynton es una especie de «racismo», como decir que «cierta gente es mejor porque es blanca». A mí no me importa el nombre ni lo que piense uno que es jazz o no. Cuando Charlie Parker o Coltrane inventaron nueva música más allá de la tradición, eran completamente punkis. Como Ornette Coleman, Don Cherry o Keith Jarrett . La música siempre evoluciona cuando llegan los músicos más punkis.

¿El jazz le cambió la vida antes que el rock o el pop?

Primero fue el heavy metal. Con 11 años, un amigo me dejó un vinilo de Led Zeppelin y otro de Deep Purple . Al llegar a casa, no puedes imaginarte el shock. No había escuchado nada igual, increíble. El jazz vino después, con los conciertos en televisión del festival de Montreux. El primero, Dizzy Gillespie.

¿No le costó encontrar la libertad para improvisar en la electrónica o el hip hop?

No sé la razón, pero a mí me resulta fácil. Supongo que las reglas de esas músicas fuera del jazz son más fáciles. Y… ¿sabes? Para mí tocar es como hablar. Si sabes dónde tocar y cuándo parar, la cosa suele funcionar. Eso es lo más difícil, ya sea con un rapero, un deejay o cualquier música urbana que no cambia tan rápido como el jazz. Está muy bien saber cuando dejar de tocar y para eso yo tengo que tener una visión previa de la música que quiero hacer. No puedes tocar todo el rato, es una señal de mal gusto. Hay que estar al servicio del tema, aunque eso implique que toque poco la trompeta.

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