LIBROS
«La equivocación es la única forma de encontrar el camino, no me gusta la ilustración que no arriesga»
Miguel Gallardo es uno de los autores españoles que mejor ha sabido aguantar los vaivenes de la industria del cómic. De la «línea chunga» ha sabido pasar al cómic autobiográfico, además de ilustrar publicaciones como «The New Yorker»
Todos tenemos una historia que contar. Una experiencia que nos ha ocurrido a lo largo de nuestra vida y que nos ha llegado a marcar un antes y un después en nuestro camino . Esta experiencia la podemos dar a conocer a través de un medio de expresión, en el que nos sintamos cómodos para compartirla con el mundo que nos rodea. Esto lo hace a la perfección el ilustrador y dibujante Miguel Gallardo (Lleida, 1955). Con una amplísima trayectoría en la ilustración, es conocido en el mundo del cómic español por ser el creador de «Makoki» en 1977, el que sería el personaje más popular y emblemático del cómic pertenceciente al movimiento contracultural surgido en la segunda mitad del siglo pasado y que promovía manifestaciones artísticas marginales y contestatarias en los 80. Además de crear a Makoki, Gallardo fue miembro fundador en 1979 de la histórica revista « El Víbora », y autor fijo desde sus inicios. En estos primeros años fue uno de los máximos exponentes de la tendencia que se dió en llamar «línea chunga» y que ejemplificaba dicha publicación.
En los años 90 su carrera despega como ilustrador, llegando a ser muy reputado en el sector. Así, ha colaborado y colabora regularmente para varios diarios de tirada nacional como para revistas en nuestro país. Pero el punto de inflexión en su carrera fue cuando dejó sus inicios atrás y se sumergió en el desarrollo biográfico a través del cómic , y con ello llegó « Un largo silencio » y el éxito « María y Yo » (2007) (dedicadas a su padre y su hija respectivamente). En 2010 Felix Fernández de Castro dirigió un documental basado en el libro,que quedó finalista en los Premios Goya y los Gaudí de aquel año.
Además, volviendo al año de la publicación de «María y Yo», se produjo otro momento cumbre en su carrera con la llamada de la revista estadounidense «The New Yorker» , con la que realiza varios trabajos. Todo ello compaginado con su faceta educativa en la que imparte talleres de ilustración además de charlas para padres y profesionales de su experiencia y compromiso con las personas con discapacidad.
Con un estilo personal en el que predomina un trazo garabateado llevado a la más alta expresividad y con una paleta escueta de colores, pero muy efectiva, nos trae este año un « Turista accidental » (Astiberri) en el que se muestra como un incansable viajero.
–Háblenos del último proyecto que ha realizado, «Turista accidental», otro cuaderno de viaje en donde muestra su experiencia y anécdotas en los viajes. ¿Cómo surgió la idea? Cuéntenos el proceso de elaboración del trabajo.
–De hecho la idea aparecio hace años, la profesión de ilustrador y de dibujante es muy sedentaria y poco dada al movimiento, en mi caso fue solo a partir del libro y el documental de «Maria y yo» que pasé a ser El Dibujante Que Habla (cosa no habitual al parecer) y que viaja. Yo que no me había movido apenas de Barcelona empecé a viajar a todos lados. « Tres Viajes », un libro sobre mis primeras salidas me proporcionó el estilo que sería el habitual de mis cuadernos. A partir de ese libro siempre viajo con una libreta nueva para dibujar. Casi nunca dibujo en directo, siempre lo hago de memoria, lo que me permite montar los recuerdos en una secuencia interesante para el relato. Cada libreta empieza y acaba con el viaje, tengo una colección de libretas con las primeras veinte páginas y el resto en blanco. Las libretas nuevas han pasado a ser mi fetiche para los viajes.
–¿Qué supone para usted viajar tanto, ha influido en su trabajo? ¿Es parte esencial de este?
–Ahora ya es parte de mi trabajo. Durante estos últimos 7 años ha sido un ritmo vertiginoso en el que he empalmado un país con el siguiente a veces. Este libro es un poco el resumen de esta etapa de mi vida que es diferente a las otras. Como también ha pasado a ser parte de mi vida dar charlas para otros padres desde mi experiencia de padre de Maria.
–¿Es cierto aquello que comenta en el prólogo Enric González de su despiste crónico y que se crece ante los misterios y las adversidades?
–¡Totalmente! De hecho una de las historias del libro habla de ello (bueno, en realidad TODO el libro habla de eso). Una historia que pasa en Málaga y habla de la creación del club de los TDA (Trastorno del Despiste Absoluto) y de cómo nos movemos por el mundo evitando por poco las catástrofes gracias al humor y a una suerte irrompible.
–¿Qué le diría al lector para que abra «Turista accidental» por la primera página y lo lea? ¿Qué busca transmitirle?
–Lo primero: que se va a reir y que se va a sentir identificado en muchas de las situaciones que explico, porque cuando viajamos todos dejamos en manos de la suerte parte de nuestro destino. Con un poco de suerte mi libro también puede servir como guia «off» del viajero con sus consejos sobre enchufes diferentes y comidas exóticas. Lo que quiero transmitir es que cuando uno viaja (y me refiero a viajar en un amplio sentido: ir a comprar a la tienda de la esquina, ir a buscar un vaso de agua a la cocina) tiene que tener los sentidos abiertos y dejarse contaminar por todo, que cada vez que nos perdemos en un sitio o en una situación, aprendemos. Que los mejores monumentos que nos vamos a encontrar en nuestros viajes son las personas.
–¿Habrá más turista accidental?
–Claro, habrá uno nuevo cada vez que salga de viaje. Esta vez he dejado ver a la gente lo que hago cuando viajo, les he dejado ver mi diario personal, pero puede ser que la próxima vez me los guarde para mi. Nunca tengo un proyecto siguiente, la verdad es que me los voy encontrando por el camino y me guio mucho por la curiosidad y la pasión. La máxima que rige mi vida en el trabajo es intentar no aburrirme nunca con lo que hago y aprender algo nuevo en cada proyecto.
–Realiza trabajos para medios impresos como la revista «The New Yorker» ¿cómo es este proceso y experiencia cuando ilustra estos textos? ¿Cuándo y cómo le apareció esta oportunidad?
El cómic no es para mí un fin, sino un medio para contar mis obsesiones y puntos de vista
–Normalmente se trabaja con un agente en el sitio, en mi caso es Kate Larkworthy desde Nueva York. Las revistas o los periódicos se ponen en contacto con ella y me contacta a mi, yo hablo con el editor de arte que me manda el texto (todo esto teniendo en cuenta la diferencia horaria de 4 horas que lo vuelve todo un poco loco a veces), hago tres o cuatro bocetos los envío, discuten, me piden más o realizar cambios de paleta de color, y al final envío la ilustración original en alta definición. A veces son textos complicados con referencias locales que tengo que leer con mucha atención, pero de momento mi sentido del humor ha funcionado en Estados Unidos.
La oportunidad surgió en 2007 cuando me llamaron del «New Yorker» para hacer una pequeña ilustración y allí contacté con Sally Hefflin, mi primer agente. Ese fue uno de los momentos cumbres de mi carrera: «The New Yorker» envía dos ejemplares a cada colaborador (cosa inusual en estas latitudes), el día que me llegaron en un sobre con el logo del «New Yorker», esa revista con la que había soñado siempre, decidí que enmarcaría el sobre y me sentaría en un sillón para mirarlo. Pero al final me levanté del sillón porque me aburría.
–¿En España se valora la ilustración y a los ilustradores lo suficiente? ¿Qué papel juega la ilustración en la cultura visual actual?
–Pues no, no se valora la ilustración en su valor justo que es el económico, como siempre. Cómo no, la ilustración se ha puesto de moda estos tiempos, pero la valoración del ilustrador como profesional es muy baja. En una sociedad que se ha vuelto eminentemente visual, el papel de los creadores de imágenes tendría que ser mucho más relevante. Todo o casi todo en nuestra sociedad necesita de la imagen para visualizarse y posicionarse. Aqui tenemos un número y una calidad de ilustradores que otros paises se disputan, la cantidad de españoles en agencias americanas es enorme.
–¿Qué opina del diseño editorial en España? ¿Ve que las editoriales cuidan el diseño a la hora de elaborar sus catálogos?
–Hay una gran tradición de diseño editorial en España, sobre todo en Cataluña donde ha estado la industria editorial siempre. Con el mercado voraz que tenemos eso ha cambiado y los diseñadores editoriales suelen ser los comerciales de las editoriales con la consiguiente bajada de calidad. Por otro lado, han nacido pequeñas editoriales con proyectos de calidad que miman sus productos e incluso, a veces, a los ilustradores. Nada que decir de las grandes editoriales con productos de consumo que han hecho descender el diseño editorial español a marcas por debajo del suelo.
–Para terminar, ¿qué es para usted el libro? ¿Cree que el libro tal cómo lo conocemos actualmente desaparecerá?
–No creo, un libro es cualquier cosa que se lee, yo estoy dispuesto a leer en cualquier soporte sea físico o digital o neuronal. Un libro no es pasta de papel cosida y una portada, un libro es lo que hay dentro. Creo. Leería un libro escrito en un palillo si creyera que es interesante y que solo puedo leerlo ahí. Las historias que leemos y que nos contamos siempre han encontrado el camino para llegar a nosotros.