ARTE
Entre el texto legible y la imagen mental en el MUSAC
«Cómo hacer arte con palabras» es la cuarta inmersión del MUSAC, en los últimos años, en su propia colección, tan rica que da pie a las más variadas lecturas. Es el turno de aquellas piezas que se asientan en la comunicación y el lenguaje
El MUSAC encarna el espacio emblemático de un momento para el mundo del arte qu e ya no puede ser y que, posiblemente, no querríamos que volviera a ser, por tentador y vistoso que fuera. Frente al modelo que hasta la fecha teníamos en la cabeza para este tipo de centros, el Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León se dotó de una colección muy notable (extensa en la cantidad, y a la última en calidad), en tiempo récord. Con condiciones inéditas hasta la fecha para nuestras instituciones, generosos presupuestos y libertad de acción , le permitieron comprar en galerías y ferias de arte compitiendo en pie de igualdad con el coleccionismo privado. Lo nunca visto . Cuando históricamente las obras iban llegado al marco legitimador del museo tras una larga criba que aseguraba así su carácter crucial para el relato de lo acontecido, el MUSAC decidía tomar la delantera y emplear esa misma autoridad para consolidar lo dado desde el principio: el museo dejaba de ponerse en el tramo final a la hora de organizar la Historia, ocupando justo el extremo contrario: aventurando apuestas y pujando con su credibilidad para que esas mismas obras que desde allí se avalaban cumplieran su auto-profecía …
Todo fue rápido y excitante, inspirado, algo caprichoso también, y muy comentado. El impacto en el entorno fue enorme, y el MUSAC se convirtió en una experiencia inimitable que acaparó la atención de todos: público, políticos, medios... Su lema inaugural era un oxímoron perfecto, «historiar el presente» , el cual respondía de manera ejemplar a la premisa de no comprar piezas anteriores a 1992 que guiaba una colección que se empezó a crear entonces y que debía completarse en pocas temporadas.
Algo muy comentado
El resultado de lo acumulado en sus almacenes tiene un carácter único en nuestro panorama . Incompleto el proyecto tal y como fuera pensado originalmente, conserva, sin embargo, muchos de sus rasgos definitorios, ofreciendo una sección trasversal del arte de esos años que, como en una red de arrastre, atrapó un poco de todo, lo fungible y lo innecesario incluido .
Es demasiado pronto para tener perspectiva suficiente sobre el carácter que adquirirá una colección como esa, tan circunscrita a cierta temporalidad, pero sospecho que a la larga funcionará más como un compendio de perfil casi etnográfico que intrínsecamente estético, permitiéndonos estudiar los intereses, usos o modelos de representación que primaban en nuestra comunidad artística en un momento dado, como si de una cápsula del tiempo se tratara.
Detalle del proyecto de Juan del Junco de la colección del MUSAC El recorrido se abre con una de las obras de mayor calado de la exposición, que viene a convertirse casi en un compendio de las propias aspiraciones del arte conceptual clásico así como de sus derivas poéticas y literarias: «100 obras de arte imposibles», de Dora García, recibe al espectador de frente, imponente, ocupando una inmensa pared con su centenar de propuestas que parecen inútiles siquiera de intentar, pero cuya existencia el propio lenguaje hace plausible: «Recitar todas las historias del mundo» (nº 8); «Hacer que todos los libros contengan el mismo texto» (nº 49); «Sudar oro» (nº 52); «Desplazar los significados de las palabras» (nº 82); «Alterar la obediencia de los espejos» (nº 88); «Fotografiar cada momento de tu vida» (nº 99)…
Esta capacidad de crear y ampliar el mundo, propia del lenguaje humano, es una cuestión antigua cuya relación con el arte en imágenes ya detectó Vasari en sus «Vite» (1568), cuando señalaba cómo la incrustación de la palabra en la pintura fue un invento de Cimabue, quien en el claustro de San Francisco de Pisa había pintado una «Crucifixión», con algunos ángeles, los cuales, llorando, tomaban en sus manos ciertas palabras que aparecían escritas en torno a la cabeza del Cristo para acercarlas por un lado a los oídos de una Nuestra Señora que aparecía compungida, y, por otro lado, a los de un San Juan Bautista.
La frialdad de los datos
La posibilidad del lenguaje de crear realidades (función performativa) deja atrás esa tendencia del conceptualismo de referirse obsesivamente a sí mismo, abriéndolo al mundo de los fenómenos, los sentidos y los sentimientos. Esta exposición trata de ello a través de obras que van desde el estado prelingüístico de ciertas formas de comunicación, como las que ofrece el vídeo de Juan del Junco, donde diferentes pastores reproducen los sonidos con que guían su ganado, a manifestaciones lúdicas pero engañosas de sentencias breves, a modo de «slogans», como las correspondientes a Claire Fontaine («Capitalism Kills Love»), Fernando Sánchez Castillo («Vivo sin trabajar», parafraseando la sentencia que coronaba Auschwitz, «el trabajo os hará libres»), o Emese Benczúr («Brighten Your Mind», escrito en efervescente y colorido luminoso).
Hay también piezas históricas, como «La celosía», que presentó en los Encuentros de Pamplona, en 1971, Isidoro Valcárcel Medina, basada en el libro de Robbe-Grillet, y que mucho después inspiraría otra pieza homónima de Simon Zabell que aquí se echa en falta. Listados de Ignasi Aballí, cuya severidad y austeridad son paradójicamente un foco inesperado de alusiones incontrolables. Reflexiones sobre figuras marginales de la enunciación, como el apuntador, por parte de Chus Domínguez, Nilo Gallego y Silvia Zayas. Pre-poesía, como la de Vlado Martek… En fin, experi- mentos variopintos que no se sujetan a una tesis determinada, pero que nos ayudan a leer el mundo invisible tanto como a escribir lo inaudible; es decir, «Verlo todo» y «Escuchar todas las conversaciones», obras de arte imposibles nº 54 y 72, respectivamente, según Dora García.