LIBROS
T. S. Eliot lúdico y travieso
Premio Nobel en 1948, su poesía pasa por ser una de las más ricas y complejas del siglo XX. Prueba de ello, este volumen
Creíamos conocer bien a Eliot , y nos equivocamos, pues incluso en el poeta más monocorde y unitario suele haber, por lo menos, dos constitutivos y alternantes, de los cuales uno corresponde al rostro más conocido de su obra, y el otro, a la cara más oculta de ella. No se trata de un Mr. Jekill y un Mr. Hyde conviviendo en el interior de su personalísimo carácter, como Cernuda aplicaba estas dos figuras a Juan Ramón, sino de lo que los latinos definían como dos posibilidades poéticas a veces juntas en un mismo autor : la «musa leuis» (poesía erótica y ligera) y «la musa grauis», que es lo que los ingleses identificaron con la poesía metafísica. Este nuevo Eliot que -con tanta exhaustiva documentación como buena versión del poeta José Luis Rey se nos ofrece aquí- es distinto del que leímos e imaginamos: es un Eliot travieso, más próximo al Gerardo Diego lúdico que al «Coronna&Coronilla. Poèmes à Jean Voillier,» que nos hizo descubrir un nuevo Valéry.
Lo que esta parte desconocida y, en cierto modo, insólita aporta al conocimiento de Eliot es no sólo la facilidad de su autor para escribir en francés y en alemán poemas rimados sino esa doble condición y dualismo que tuvieron los poetas latinos y también los europeos de los siglos XVI y XVII y que ha permitido hablar de, por ejemplo, «los dos Góngora». El libro de los gatos habilidosos del viejo Possum nos ilustra sobre el modo en que su autor se enfrenta al poema aislado y al poema en serie, cómo domina el verso y la estrofa, combina texto e imagen -pues hace múltiple uso de los dibujos que convierte luego en palabras- y cómo épica, novela negra y mundo suburbano se entremezclan aquí.
Se recogen versos que acompañan la petición de una foto a Groucho Marx, de quien era admirador
Su traducción de la «Anábasis» de Saint-John-Perse , que también se incluye, tiene el interés de conocer las ideas de Eliot sobre la teoría y la práctica de la traducción, pero, sobre todo, la distinción que establece entre las limitaciones a que obligan términos como «poesía» y «prosa»: en este punto no parece estar muy lejos de Enrique Anderson Imbert, para quien «la poesía no está comprometida ni con el verso ni con la prosa» porque ambas «son formas exteriores» y la poesía, en cambio, «es un modo de asomarse a las cosas, una perspectiva, es decir, una forma interior del espíritu ».
Decente e indecente
En el apartado «Otros versos» se recoge el poema en que acepta una invitación de Virginia Wolf a tomar el té , mientras otros son parodias de Shakespeare o contienen duras críticas a C. S. Lewis y Dolly Sayers o se burlan de C. M. Bowra en sus intentos por sustituir a Gilbert Murray, o son aclaratorias respuestas a Auden sobre Roy Campbell, o acompañan la petición de una foto a Groucho Marx, de quien Eliot era ferviente admirador, amenazándole con que, si no se la envía, jurará «lealtad a Chaplin» .
Lo que más sorprende son sus «Rimas indecentes», que Lewis -en carta a Poun- describió como «piezas maestras de picardía erudita » y que el propio Eliot -en respuesta a Donald Hall- explicó como que un poeta «debe ejercitarse en todo tipo de poema, tanto en el serio y el frívolo, como en el decente y en el indecente».