ARTE

Elena Fernández: «Los presupuestos para cultura son ínfimos»

La responsable de la galería Fernándo Pradilla comparte sus inquietudes sobre el arte contemporáneo y sus artífices a pocos días de una nueva edición de ARCO

Elena Fernández en su galería Luis García López

Luis García López

Desde julio de 2017, Elena Fernández Manrique dirige Fernando Pradilla en Madrid, situada a escasos metros de la calle Serrano. Tras trabajar en instituciones públicas gran parte de su carrera, espacios como en el Museo de Arte Moderno de Oxford o el Museo Reina Sofía de Madrid, recibió el encargo de darle un nuevo enfoque a la galería, que cumple 20 años desde su fundación.

«Aunque lleve cinco años como directora, cada día que vengo a trabajar estoy pensando nuevas estrategias», afirma Fernández. Es un proceso de constante revisión muy en relación con el arte contemporáneo, que es a su vez una disciplina muy cambiante . «Los artistas, las tendencias, los intereses del público, están en constante movimiento», señala.

Público 'de calle'

La localización también juega un papel fundamental para este tipo de negocio. La zona comercial de Serrano atrae a multitud de turistas dispuestos a adquirir arte . Según Fernández, en torno al 35% de los clientes de la firma son público de calle (de paso), que se cruzan por casualidad y se interesan en las exposiciones que se encuentran presentes.

«Los galeristas somos como un agente que les apoya y guía en el desarrollo de su carrera, desde la producción de sus obras a la introducción en la industria de la mano de comisarios o instituciones»

Fernando Pradilla trabaja con autores de España, Portugal, Brasil, Colombia y otros países sudamericanos. Esta diversidad les permite ejercer de puente entre las culturas y creaciones de ambos continentes. la directora destaca algunas diferencias entre los artistas europeos y americanos, fruto de las distintas realidades que viven en sus entornos. Pone de ejemplo a Edwin Monsalve , creador colombiano muy implicado con los problemas medioambientales de su país, en especial con los efectos de la explotación de los recursos naturales en la selva. En su obra utiliza materiales cómo el carbón o el petróleo para ilustrar algunas de las especies de flora que han desaparecido por la actividad humana, apuntando directamente a los desencadenantes.

Sobre el papel de los galeristas, Fernández explica que va más allá de exponer el trabajo de los artistas. «Somos como un agente que les apoya y guía en el desarrollo de su carrera, desde la producción de sus obras a la introducción en la industria de la mano de comisarios o instituciones», afirma. Estas necesidades implican una atención personalizada y constante , razón por la que han decidido limitar el número de colaboradores (en la actualidad, 22). También destaca que es preciso que las galerías mantengan una relación fluida y duradera con los creadores que les permita entender su propuesta para poder defenderla frente a los posibles interesados.

Mantenerse económicamente

Esta defensa supone, desde su punto de vista, un problema a la hora de apoyar a creadores desconocidos por el público, porque al fin y al cabo, una galería no deja de ser un negocio que necesita mantenerse económicamente. La directora acusa la excesiva profesionalización de la industria del arte: «No es común que un joven sin formación universitaria ni máster ni contactos con comisarios o profesionales de museos destaque», señala.

El papel de las instituciones públicas tampoco favorece que aumenten los espacios o oportunidades para los artistas. «Mis conocidos en estos ámbitos comparten la lucha por aumentar sus presupuestos para hacer más exposiciones y adquirir más obras. Los dedicados a la cultura son ínfimos y vergonzosos», sentencia Fernández.

«No podemos limitarnos a ser espacios burgueses. Hay que experimentar»

La directora de la galería añade que, en ocasiones, ni siquiera se llegan a materializar. Pone como ejemplo una subvención que iban a recibir para subsanar los gastos que les supone participar en múltiples ferias internacionales, la cual les ha sido denegada. «Las galerías no dejan de ser un negocio privado, pero también realizamos actividades gratuitas como exposiciones, encuentros con artistas, charlas, poresentaciones... Una labor social muy importante», apunta.

El sector del arte sigue recuperándose del impacto que supuso la pandemia en 2020. Las restricciones, el cierre de las galerías y el confinamiento castigaron duramente a los profesionales, limitando su trabajo. En el caso de Fernando Pradilla, la falta de ingresos les obligó a cerrar el Espacio Proyectos , una parte que destinaban a propuestas más experimentales , aunque plantean reabrilo lo antes posible. «La galería es un lugar para la innovación, para que el artista pruebe e incluso se equivoque. No podemos limitarnos a ser espacios burgueses, tenemos un compromiso con la experimentación y la evolución del arte», concluye.

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