ARTE

Eduardo Barco: «Al final, un cuadro es un problema y una solución»

El artista castellano-manchego asegura que no ha llegado aún a la «imagen maestra», lo que le anima a seguir, y, aunque ha explotado diferentes técnicas, siente predilección por el dibujo

Eduardo Barco en su taller de la calle Julia Nebot, en Madrid Belén García-Pozuelo

Belén García-Pozuelo

Eduardo Barco , natural de Ciudad Real (1970), crea bajo la influencia de las vanguardias artísticas, del mundo no referencial de la abstracción. A pesar de tener numerosos referentes, como Paul Klee, David Hockney o Gunter Forg, también lo son Palermo o Velázquez.

¿Cuándo empezó a interesarse por el arte?

Empecé bastante joven, afortunadamente, porque tenía referentes en casa. Unos tíos míos se dedicaban a la arquitectura y a la pintura, por lo que este me era un mundo bastante cercano. Mi padre también es muy habilidoso, aunque no está ligado al mundo del arte, pero todo eso que vi de pequeño está ahora resultando.

¿Este taller es su lugar común de trabajo o también tiene otros?

Aquí es donde ahora estoy trabajando la pintura y los ensamblajes de madera. También donde dibujo, pero últimamente también estoy haciendo cerámicas. Esto lo desarrollo en otro taller porque requiere determinados espacios, hornos y diferentes materiales, como el barro. Aquí es donde produzco todas las maquetas, todo el diseño y toda la parte pictórica.

A la hora de crear, ¿hay algún elemento o entorno en el que se base?

Me gusta mucho la naturaleza y, como elemento referencial, quizá empezar de la nada. Comenzar a producir a partir del caos. A veces mezclo líneas, compongo cosas al azar, y ese azar se va ordenando y forma un todo con significado.

Aunque no le guste seguir modas, con sus obras, ¿pretende buscar reacciones sobre el público? ¿Cuál es el fin?

Normalmente, los que nos dedicamos a esto solemos trabajar para nosotros; haces lo que te gusta y sueles hacer tu propia visión de las cosas. Pero es inevitable que pienses cómo eso se va a leer por los demás. Pretendo despertar reacciones en el público porque, donde yo encuentro algo que ocurre en un cuadro, algo que para mí es importante, puede ayudar a otra persona. Al final, una obra es un problema y una solución, y ese problema que yo presento, y al que muchas veces doy una solución, el espectador lo puede aplicar a cosas que estén más allá del arte. ¿Por qué el espectador mira arte? No sólo porque las cosas estén bien dispuestas, sino porque encuentran a lo mejor un orden, una relación de colores, un sentido del ritmo o una conexión con las imágenes que le ayuda para aplicar respuestas a otras preguntas. Ese «estar en otro lado» puede hacer que encuentres soluciones para otros problemas personales.

Entonces trabaja para usted, no le condiciona el hecho del qué pensarán.

Antes sí. Cuando uno empieza, sí que está un poco más pendiente de lo que la gente espera o de lo que se va a leer a partir de lo que tú haces, pero llega un momento en el que eso ya pasa, y tú ya sabes un poco lo que los demás van a entender o lo que van a ver. Realmente, los trabajos son para mí, porque en mi labor hay un elemento bastante autorreferencial. Yo hago las cosas como las veo. No trabajo para tu ojo, sino para el mío.

Trabaja con la bidimensionalidad y también con la tridimensionalidad. ¿Cómo ha sido esa transición?

Empecé trabajando en la bidimensionalidad, hice Bellas Artes, y me formé en la especialidad de pintura. Poco a poco fui saltando a las tres dimensiones, empecé tímidamente con unas esculturas de metal y luego me ayudó mucho trabajar el mobiliario. Entendía el mobiliario como formas espaciales relacionadas a unas proporciones físicas. Para mí, una escultura que no condicione el espacio alrededor no es nada más que un objeto. Ahora mismo estoy muy volcado haciendo cerámica, que es también tres dimensiones, y parece que cuando te dedicas a una cosa tiene más valor lo que has hecho antes. Últimamente la gente se fija mucho en mi vertiente pictórica, pero quizá porque ahora estoy en esta otra nueva y parece que lo nuevo cuesta un poquito más de asimilar.

Pero, ¿siente predilección por alguna técnica en concreto?

Me gusta mucho el dibujo porque es inmediato. Ponerte delante de un papel, hacer tres rayas y que de repente se genere algo… ¡Es tan sencillo y tan difícil, por otro lado! En pintura y escultura hay más elementos que entran en funcionamiento, pero en dibujo hay algo de cercanía, de ensayo y error, de poder «romperlo». Es un material barato, se almacena muy bien y te da mucha libertad. El dibujo es muy personal, los cuadros también, pero el dibujo tiene unas maneras de entenderse, hay mucha más intuición que en otro tipo de trabajos.

¿Este año estará en ARCO?

De momento no. He estado tres años y ya sé lo que es aquello. Es una feria muy buena, un privilegio para una ciudad como Madrid.

Si tuviera que quedarse con alguna de sus creaciones, ¿con cuál sería?

Es muy complicado. Si hubiera un incendio y tuviera que salvar solo un cuadro o algo mío... Quizá me llevaría un lápiz y un papel para empezar otra vez. Creo que lo que llevo hecho es lo que yo llevo dentro, creo que no he llegado todavía a la imagen final o a la imagen maestra. Sigo aprendiendo. Por eso digo que me llevaría un blog vacío y un lápiz. Sí, creo que me llevaría eso.

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