ARTE
Echando la vista atrás: 'Un bosque interesante' en Ponce+Robles
Exposición de «recuerdos y afectos» la que comisaría Mariano Navarro en Ponce+Robles sobre el arte español de los setenta
![Acuarela de Chema Cobo](https://s3.abcstatics.com/media/cultura/2022/06/09/Bosque_5-U88748435238sGm-1248x698@abc.jpg)
Prosiguen Ponce y Robles su programa de exposiciones temáticas comisariadas, dedicado esta temporada a la conversión de la galería de arte en un centro de conexión permanente entre agentes muy diversos. En este contexto, ha pergeñado Mariano Navarro una exposición bastante intimista en la que viene a reflexionar sobre sus inicios en la crítica hace ya cincuenta años; del momento, por decirlo con sus palabras, en que «tomó consciencia de la importancia conceptual y de la trascendencia que las obras de los artistas que irrumpían en la escena artística madrileña suponían para la práctica del arte».
Pequeño gabinete de curiosidades
De lo cual fueron responsables, principalmente, dieciocho autores (iban a ser veintidós, pero faltan finalmente Alfredo Alcaín, Juan Manuel Bonet, Rafael Pérez Mínguez y Luis Muro ), que son los homenajeados en una interesante exposición en forma de gabinete que recupera esencialmente obras de pequeño formato procedentes de los fondos de los propios artistas: «Originales o bocetos, o piezas estrechamente relacionadas con aquellas de mayor formato que resultaron definitorias de un momento y de unos modos de hacer que transformaron en profundidad el panorama artístico madrileño y español».
![Fotografía de Javier Utray](https://s1.abcstatics.com/media/cultura/2022/06/09/BOSQUE_2-U52316602380AuN-510x349@abc.jpg)
El carácter poético y celebratorio de este reencuentro no impide que se deslicen en su planteamiento ciertas convicciones del comisario que pudieran resultar polémicas en la medida en que inciden en aspectos hoy inconvenientes para cierta historiografía. Por ejemplo, que la renovación en España del movimiento artístico contemporáneo –más allá de los maestros de la generación anterior, El Paso y los Tàpies, Chillida, Saura, Oteiza …– la lleva a cabo la brillante generación de los cuarenta y los cincuenta a principios de los años setenta, o sea estando con vida Franco –si bien es cierto que para entonces el Régimen estaba, como él, más muerto que vivo– y que esto no sucede en los años ochenta, como a menudo se dice por razones obvias.
Así, todas las obras aquí expuestas son anteriores a 1975 –o como mucho, a 1978– y el título, ‘Un bosque interesante’, alude al carácter boscoso, selvático, anárquico, ecléctico, de un nuevo arte que, asegura también el comisario, es el fundamento de las prácticas que se desarrollaron durante las décadas posteriores.
Evocar recuerdos, expresar afectos
Es cierto que los artistas representados –y muchos otros que no están, porque no se trata aquí de revisar el arte de los setenta, sino de evocar unos recuerdos y expresar unos afectos– forman parte de una generación intermedia, que permanece, salvo excepciones, encajonada entre los viejos colosos de la abstracción lírica y los artistas emergentes de la nueva década (como, por ejemplo, los epígonos de los Nuevos Salvajes). Una excepción podría ser Luis Gordillo , el pintor más influyente de la escena madrileña de los ochenta (junto a Barceló), representado aquí con dos pequeños dibujos de 1972; otra sería Guillermo Pérez Villalta , que expone un interior doméstico del 71.
No obstante «el primer deslumbramiento» del futuro crítico se lo habrían producido el ‘Homenaje a Rothko’ que llevó a cabo Nacho Criado en Sen y la exposición de Isidoro Valcárcel Medina en Seiquer, ambas en 1970, como relata en un instructivo texto donde describe su encuentro con las obras de todos los artistas escogidos – Juan Navarro Baldeweg, Ignacio Gómez de Liaño, Santiago Serrano, Manolo Quejido, Carlos Franco, Eva Lootz, Mitsuo Miura, Chema Cobo y Alfonso Albacete –, y recuerda a los -a menudo tempranamente- fallecidos: José Guerrero, Carlos Alcolea, Javier Utray, Adolfo Schlosser y Miguel Ángel Campano.