LIBROS
«El duelo es esa cosa con alas», Max Porter vuela alto
Entre la prosa y la poesía se mueve Max Porter, editor de la revista «Granta», en su exitoso debut novelístico
De tanto en tanto aparecen como caídos del cielo pero planeando delicadamente: libros imprevistos e imprevisibles, híbridos y polimorfos , flotando en el viento sin decidirse del todo por párrafo o estrofa, por ser verso o novela, memoir o ensayo. Alguien entonces propuso eso de «prosa poética» para clarificar las luminosas sombras y así se pueden juntar en un mismo y espléndido rincón «El bosque de la noche», de Djuna Barnes ; «La pesca de la trucha en América», de Richard Brautigan; «El padre muerto», de Donald Barthelme; «El monstruo ama su laberinto», de Charles Simic; las transmisiones radiofónicas de Dylan Thomas y «Tarántula» de Bob Dylan; «Hermosos perdedores», de Leonard Cohen; los satoris de Jack Kerouac y las improvisaciones «jazzísticas» de Geoff Dyer; los primeros títulos de Michael Ondaatje y el reciente y exitoso estreno de Eimear McBride, «A Girl is a Half-Formed Girl». Todos ellos muy diferentes pero coincidiendo en que lo que importa - lo único que importa- es el lenguaje .
Y ahora «El duelo es esa cosa con alas», debut del librero y editor de la prestigiosa revista « Granta » Max Porter, nacido en High Wycombe, Reino Unido, en 1981.
Un libro/«collage» que ha resultado un inesperado (o no) éxito de crítica y premios; el segundo en muy poco tiempo que, como el «H de halcón», de Helen Macdonald , se vale de un ave como símbolo para destilar y soportar el dolor de una muerte cercana y que es instantáneamente percibido como subliminal manual de autoayuda, y donde un cuervo polisimbólico y metafísico llega para atestiguar el abismo en el que quedan un padre y sus dos hijos tras la súbita desaparición de la esposa y madre .
Trágico Ted Hughes
Y allí, en el aire, la presencia tutelar de uno de los grandes poetas de los espacios abiertos y el encierro doméstico: el trágico Ted « Mr. Sylvia Plath» Hughes . El Cuervo en su libro de 1970 es el tema de un texto académico en cuya escritura busca refugio y consuelo el padre, mientras las letras se ordenan en un sonido que por momentos adquiere las expansivas texturas minimal de las muy recitadas canciones de Bon Iver y James Blake o de las elocuentes «suites» de Max Richter para narrar el modo en que la realidad súbitamente alterada de una familia de pronto incompleta va camino de convertirse lentamente en cotidianidad de náufragos . Y Cuervo se convierte en la, a su muy particular manera «marypoppinesca», entidad tutelar de los deudos, obligándolos a pensar en otra cosa que no sea aquella que ya no está allí pero permanece en todas partes. Al final, nada es revelado y mucho menos sabemos si se alcanzará la otra orilla tras la tormenta, aunque algo nos dice que, sí, todo pasa y todo queda.
Más allá de lo anterior, «El duelo es esa cosa con alas» es una de esas cosas con pico cuyo disfrute y efecto depende del humor y estado en que se encuentre el lector. Puede deslumbrar e irritar a partes iguales . Seguro, puede inquietar la nefasta influencia que ejercerá en todos aquellos emplumados blogueros que sientan que es tan fácil escribir así (memo para memos: NO ES FÁCIL). Pero, por encima de todo, algo queda muy claro: el libro de Max Porter vuela alto.