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El drama del cáncer contado con ironía

El mexicano Jorge Comensal aborda sin lágrimas una grave enfermedad en su primera novela, «Las mutaciones»

Jorge Comensal

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Durante mucho tiempo l a palabra cáncer ha sido evitada . A diferencia de otras enfermedades aquella que quizá más muertes provoca no es nombrada directamente. En tanto se podía hablar de muerte por un ataque al corazón, haberlo hecho por un cáncer provocaba una de esas metáforas a las que dedico su ensayo la gran Susan Sontag . Se decía «tras una larga enfermedad». Por tal razón resulta sorprendente el tono adoptado por Jorge Comensal (Ciudad de México, 1987) en la que es su primera novela y que por su soltura narrativa y dominio del lenguaje no lo parece. Sigue la trama las vicisitudes de una familia cuyo padre, Ramón, un abogado de cierto éxito, es aquejado por un cáncer en la lengua, cuya profiláctica extirpación le deja mudo. Los hechos se van contando desde su primera dificultad para hablar hasta su desenlace, cuando la enfermedad ha mutado y se ha convertido en mortal. La trama sigue las reacciones de su mujer, Carmela, y sus dos jóvenes hijos, Paulina y Mateo. Se añade a ellos un excelente personaje como Elodia, la criada de la casa, beata y supersticiosa, quien lleva el peso de las escenas más graciosas.

Como ocurre con muchas novelas de hoy parece una obra de teatro, pues la trama cuenta diálogos , y escenas ocurridas todas en el interior de la casa o bien en la consulta de Teresa, la psiquiatra que por haber padecido antes la enfermedad se ha dedicado a atender a otros pacientes. Quizá lo menos afortunado de la novela, que se sostiene bien y cuya lectura proporciona gratos momentos de lucidez, ocurra con el excurso de la relación de Teresa y Eduardo, un paciente suyo, aquejado de una enfermiza y exagerada hipocondría. En cambio, queda muy bien administrada la relación de Ramón y Carmela con Ernesto, el hermano de Ramón, cuya actitud final muestra el lado oscuro de las relaciones familiares cuando la avaricia y la envidia se superponen.

Uso coloquial de la lengua

Como habrá imaginado el lector, la trama que había comenzado como comedia y que se permite bromas, va acentuando su dimensión dramática. Aunque el autor se ha esforzado por documentarse la novela no necesitaba de ciertos pasajes casi técnicos. En cambio destaca por su trazado la figura del doctor Aldama y sus gustos musicales humanistas. Para un lector español aumenta el interés el refrescante uso coloquial de la lengua, con voces y locuciones mexicanas cuya plasticidad nada rebuscada le dan a la prosa un relieve especial, pese a haber optado por una estética de sencillez. No tiene que dejar de decirse que por fin la novela se atreve con temas como los del sufrimiento de una familia que, sin embargo, por la irónica forma de destilar escenas humorísticas, permite evitar sin abandonarlo o postergarlo el doloso dramatismo. Las metáforas de toda enfermedad han nacido para poder hablar de ella, cuando el lenguaje parecía insuficiente.

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