ARTE
Dolor, enfermedad y silencio en el CGAC
El cuerpo es el hilo conductor del trabajo de René Heyvaert, Ángela de la Cruz y Loreto M. Troncoso, ahora en el centro gallego
Durante un par de meses la temática del museo se refiere al cuerpo. Y esto de manera aleatoria, pues si queremos hablar del cuerpo en el arte, no es sencillo resolver el tema sin caer en la obviedad. El CGAC reúne a tres personalidades que aparentemente nada tienen que ver. El arquitecto belga René Heyvaert (1929-1984), relacionado con el mundo de la escultura y el arte postal. Ángela de la Cruz (Coruña, 1965), artista afincada en Londres y más conocida desde su nominación al Turner Prize en 2010. Y Loreto Martínez Troncoso (Vigo, 1978), vinculada al ámbito de la performance y el videoarte. El primero lo hace a través del dolor, la segunda por medio de la enfermedad, y la tercera utiliza el silencio como trampolín para su creatividad . Para que se hagan una idea, seleccionamos una obra de cada artista: De Heyvaert, alguna de las más de 200 postales alteradas y vueltas a componer, con una dirección de correo escrita en alguno de sus dorsos o en lo que queda de ellos. De Ángela de la Cruz, alguna obra de la serie Loose fit (Holgado), compuesta de pequeños bastidores desbordados de tela. Por último, el vídeo en blanco y negro de un hombre lamiendo parte del rostro de Loreto Martínez.
En todo caso, el CGAC cuenta ahora con tres creadores cuyos lenguajes a priori distan un mundo entre sí y que finalmente, cada uno, con su idiosincrasia y su rotundidad gráfica, consiguen desarrollar un idioma particular . «Hablar con voz propia/ cuando la voz provenga/ de tu propia boca», escribe Loreto Troncoso. Los tres la poseen, una voz que habla, entre los espacios, esa dichosa lengua muda. Los tres disfrutaron o disfrutan de una vida lejos de su tierra natal por períodos de tiempo más o meno intensos. Heyvaert viajó al Congo y a EE.UU.; Loreto, a París y reside en Marsella; De la Cruz lleva media vida en Londres. Y los tres hablan en distintos lenguajes del cuerpo y sus problemas. Heyvaert, encuentra en el arte el medio ideal para aprender el mundo y olvidarse de sí mismo. De la Cruz, habla del dolor propio y del de la sociedad actual a través de metáforas plásticas. Troncoso: palabra, gesto, cuerpo, todo en un mismo silencio reciclado obra tras obra.
Al pensar las exposiciones desde fuera, se respira en ellas cierto aire a exilio, a cuerpo ajeno, a soledad forzada, a distancia mortal, a madre nula . Como si René, Ángela y Loreto fueran soldados convalecientes y, de casualidad, se encontraran reunidas todas sus balas en el mismo recinto.