LIBROS

Las distintas personas que Joan Didion ha sido

La autora californiana rescata en «Sur y Oeste» dos cuadernos de notas que tomó recorriendo EE.UU. durante los años 70

Joan Didion, fotografiada en 1968
Jaime G. Mora

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«Creo que siempre es aconsejable mantener una relación cordial con la persona que éramos en el pasado», escribió Joan Didion (California, 1934), «da igual que nos resulte una compañía atractiva o no». Era, según la autora estadounidense, la única manera de evitar que esa persona apareciera cualquier día sin avisar y por sorpresa, y se pusiera «a aporrear la puerta de la mente a las cuatro de la madrugada de una mala noche» exigiendo saber quién la había traicionado.

Su manera de recuperar su propia memoria era escribir cuadernos de notas, un hábito que adquirió cuando tenía cinco años y le regalaron su primer bloc. La autora de « El año del pensamiento mágico » nunca fue capaz de escribir diarios; se aburría. Ella se quedaba con lo que «algunos llamarían mentiras»: relatos olvidados, diálogos sueltos que alguna vez escuchó, apuntes sobre lo que la rodeaba… todo lo que revelaba su «implacable “yo”».

Cuando en 1966 escribió estas líneas sobre tener un cuaderno de notas –el ensayo se encuentra en Los que sueñan el sueño dorado–, Didion tenía 32 años, su extraordinaria carrera como escritora comenzaba a despuntar, y había perdido el contacto «con un par de personas» que había sido en el pasado.

«Una de ellas, una chica de 17 años, no presenta gran amenaza, aunque me resultaría de cierto interés volver a saber qué se siente», decía. «La otra, la de 23 años, me inquieta más. Siempre causó muchos problemas, y sospecho que reaparecerá cuando menos la quiera ver, con sus faldas demasiado largas y su timidez casi insultante, siempre sintiéndose ofendida, siempre llena de recriminaciones y pequeños agravios y cuentos que no quiero volver a oír».

Ahora que va por los 83 años y han pasado siete desde su último ejercicio memorístico, «Noches azules» , donde escribe su dolor por la muerte de su hija, Didion rescata dos cuadernos de notas que tomó en el verano de 1970, durante un viaje por el sur de Estados Unidos, y en 1976, cuando recorrió California con la excusa de cubrir un juicio mediático.

Eso es « Sur y Oeste » (Literatura Random House): un conjunto de apuntes en sucio que en otro autor no sería más que un apéndice de su obra, un contenido extra para fanáticos. Con Didion la cosa cambia. Estas páginas confirman que hasta en sus momentos de distensión era una observadora única y brillante.

En sus «apuntes sobre el sur», que ocupan el grueso del libro, Didion da cuenta del mes que pasó con su marido, el también escritor John Gregory Dunne , viajando en coche por Luisiana, Misisipi y Alabama. Habla con desconocidos en las tiendas de los pueblos, caza al vuelo conversaciones y visita cementerios y peluquerías hasta perder la capacidad de asombrarse.

Didion es una urbanita de California y Nueva York «condenada a la falta de convencionalidad» que en esa América profunda no puede dejar de pensar que ella también habría sido una persona excéntrica de haber vivido allí: «Y me preguntaba qué forma habría asumido aquella rabia. ¿Acaso me habría sumado a alguna causa, o simplemente habría apuñalado a alguien?»

De estas notas no salió ningún reportaje, como tampoco de sus «apuntes de California», la otra pata de «Sur y Oeste», aunque su intención era cubrir el juicio contra Patricia Hearst . No lo escribió, dice, porque enseguida se dio cuenta de que en ese viaje la protagonista ella: «Esto trata de mí y del vacío peculiar en el que crecí».

Estos dos cuadernos reflejan ese «implacable “yo”» que busca en sus notas: es un reencuentro público con una de las muchas personas que Didion ha sido.

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