LIBROS
«El diluvio», auge y ocaso del wilsonismo
¿Por qué Estados Unidos se convirtió en el árbitro del mundo tras la Gran Guerra? En «El diluvio. La gran guerra y la reconstrucción del orden mundial», Adam Tooze analiza el periodo comprendido entre 1916 y 1931 y el papel del presidente Wilson
Afines de 1915 y en la primavera de 1916, el ministro británico Lloyd George y el canciller alemán Bethmann-Hollweg coincidieron en la imagen del diluvio para describir el apocalipsis europeo que alumbraba un nuevo concierto de las potencias, marcado por la presencia ausente de Estados Unidos. El libro de Adam Tooze, que ha obtenido varios galardones, aborda el apogeo y el declive de este nuevo orden sometido a la centralidad americana basada en la autoridad moral, el poder militar y la supremacía económica , que fue amenazada por los «insurgentes radicales» (fascismo y comunismo) del «continente tenebroso» europeo, pero también por las fuerzas conservadoras de tradición imperialista.
Destino manifiesto
La Gran Guerra dejó problemas de orden económico y político global completamente nuevos, pero no un modelo de hegemonía mundial con el que resolverlos. El «destino manifiesto» americano impuso la visión de un sistema internacional cimentado en un orden financiero más abierto y unas formas institucionalizadas de cooperación internacional.
El objetivo del presidente Wilson , marcado por su experiencia infantil de la Guerra Civil, que condicionó su defensa a ultranza del pacifismo, la mediación y la guerra justa, no era sólo ganar la contienda, sino lograr una regulación liberal de los conflictos entre imperialismos basada en la libre circulación de mercancías y capitales. Buscaba una paz democrática, no como la del Congreso de Viena de 1815.
Lectura obligada para quien quiera adquirir una visión global de la diplomacia en estos tres lustros decisivos en la historia del siglo XX
Este proyecto de «paz democrática» permitió la ampliación de horizontes políticos con el proyecto de la Sociedad de Naciones, pero la obsesión de los conservadores, el nacionalismo revanchista y el viejo imperialismo por la imposición de una «paz cartaginesa» en Versalles (donde bajo el asunto de las reparaciones de guerra subyacía el dilema entre el castigo o la colaboración económica como base de la política de seguridad) frustraron tan bello sueño .
Medidas coercitivas
Tooze reconoce que Wilson tuvo su cuota de responsabilidad en que el Congreso americano no ratificara el tratado de paz al no aceptar la enmienda que proponía el visto bueno parlamentario a cualquier medida coercitiva que adoptase la Sociedad de Naciones. Las brutales medidas deflacionarias adoptadas en julio de ese año para contener la inflación ocasionada por la emisión de bonos de guerra acarrearon una crisis agraria duradera y la exportación de la depresión al resto del mundo.
La negativa de las grandes economías a seguir la senda de la deflación absoluta preconizada por los países anglosajones contribuyó a que la crisis de inicio de los veinte fuera menos grave que la de 1929-1933. Tooze, que erige el tratado de Brest-Litovsk de 1918 en símbolo de los excesos del imperialismo alemán y del pacifismo interesado de Lenin, muestra que el bolchevismo no fue en sus inicios una seria amenaza a la transformación global del capitalismo liderada por Estados Unidos. La intervención armada contra la Rusia soviética desde el verano de 1918 no respondió tanto a la amenaza comunista como a la posibilidad de que ese país se convirtiera en auxiliar del aún no vencido imperialismo alemán.
La crisis múltiple de 1923 fue el momento crítico de la etapa de posguerra, y la Gran Depresión, el gran acontecimiento que hizo añicos el sistema de ordenamiento internacional surgido de la Gran Guerra. El derrumbe económico de las potencias democráticas abrió una ventana de oportunidades para los regímenes totalitarios , que iniciaron un rearme imperialista desconocido hasta entonces.
Cooperación internacional
Roosevelt decidió sacrificar el papel hegemónico de Estados Unidos en la escena internacional para salir de la depresión doméstica, arrumbando el patrón oro y el pago de las deudas, y liderando la lucha por el empleo. Tooze concluye que la estrategia norteamericana de utilizar su posición de distanciamiento privilegiado y la dependencia económica de las potencias europeas para resolver los asuntos mundiales en un nuevo marco de negociación liberal y progresista no era una profesión de idealismo desbocado, sino una forma superior de realismo basada en la cooperación internacional que ahora vertebra las relaciones internacionales.
Se asuma o no esta visión neoliberal de las relaciones internacionales que sitúa a Estados Unidos como nación imprescindible para garantizar la paz mundial, el libro de Tooze resulta de lectura obligada para quien quiera adquirir una visión global de la diplomacia en estos tres lustros decisivos para la Historia mundial del siglo XX.