LIBROS
«Demasiados retrocesos», luz al final del túnel
Un recorrido por España desde 1898 hasta 2018 es el que traza Santos Juliá, preguntándose por nuestra supuesta anomalía
El título de este libro, «Demasiados retrocesos», procede de una apreciación de quien fuera uno de los historiadores españoles más importantes del siglo XX, Ramón Carande . Palentino de nacimiento y sevillano de adopción, Don Ramón vivió una larga y plácida existencia a la sombra de la Giralda, tras desempeñar cargos públicos y privados que conservaba poco tiempo casi por designio biográfico. Lo importante radica en que la frase contiene su opuesto, «insuficientes avances» . Propuso una visión de nuestro pasado desde la tercera España , expresión de una sociedad civil poderosa y capaz de sobrevivir a magnicidios, revoluciones, guerras, rupturas y marcos mentales cerrados. En este sentido, los trece capítulos del libro, ensayos anotados tan efectivos como provocadores, resaltan que no hay determinismo alguno en nuestra historia del último siglo . La causa de sus males radica en la mala literatura usurpadora del campo de la historia y el perezoso autocolonialismo romántico.
Nefasta Guerra Civil
La visión de un historiador de la talla de Santos Juliá combate con denuedo la versión maldita e interesada de nuestra «original personalidad» que tanto daño ha hecho y continúa haciendo. La lectura frenética de páginas magistrales sobre europeización, sindicatos, terrorismo, militares en política y política militar, universidades, colonialismo, guerra, dictaduras, corrupción y debate territorial, plantea en palabras del autor que «la democracia española es sólida y está bien asentada». También advierte a despistados que «la crisis de Estado no es para tomársela a la ligera». La perspectiva comparada de lo acontecido en España respecto a otras naciones europeas, Francia, Alemania, Gran Bretaña e Italia, permite aplicar el principio de Carande: ellos también tuvieron «demasiado retroceso». Tanto, que la UE nació para combatirlo. La igualación con el devenir europeo no evita que el autor halle diferencias españolas. Se torcieron propuestas de europeización y extensión de la democracia. La nefasta Guerra Civil supuso otra diferencia.
Una observación de Juan Valera , hacia 1880, señaló que nuestra historia había sido «tejer y destejer, pronunciamientos y contrapronunciamientos, constituciones que nacen y mueren». Frente a esa pétrea visión de anomalía y esquizofrenia histórica, en 1996 el eminente sociólogo Juan José Linz consideró que la Transición democrática española era ya «historia, con el riesgo de que los que no la vivieron la ignoren, la consideren algo obvio, no problemático». Lo enunciado por Valera y por Linz está vigente en la España actual. Mas este libro extraordinario muestra que la mirada a un futuro digno tiene su imaginario vinculado a lo ocurrido con posterioridad a 1978: entonces triunfó por fin, tras dos siglos, la tercera España. Esa es nuestra mejor historia.