PERFORMANCE
Danzar en los márgenes con La Ribot
Premiada con el León de Oro en la última Bienal de Venecia de danza, La Ribot tiene una cita este verano en el Festival Grec y los Teatros del Canal
La danza contemporánea, que reacciona contra la rigidez del ballet clásico, se sustenta en la libertad de unos movimientos que pueden surgir de la improvisación , negar el virtuosismo o incluso prescindir de la música. Pero permanece imbatible la jerarquía que separa al espectador de unos cuerpos disciplinados que saltan, giran y se expresan.
La aportación esencial de La Ribot (Madrid, 1962) ha sido la configuración de un proyecto artístico que expande estos límites: ha cuestionado lo coreográfico como algo inseparable de lo dinámico; también ha elaborado estrategias que alteran la posición fija del público; y ha incorporado códigos expresivos de las prácticas artísticas contemporáneas, como la instalación, el vídeo o la performance.
Un cuerpo político
Estas pautas, que cuentan con numerosos precedentes, son recuperadas por La Ribot para enunciar un deseo concreto : desvelar las estructuras ideológicas de lo coreográfico y plantear nuevas asunciones políticas del cuerpo. Para ello, ha elaborado obras donde el espacio, el tiempo, el sonido, la escenografía y la narración son cuestiones negociadas con los espectadores . También ha llevado a cabo proyectos de danza inclusiva como Happy Island (2018), donde el protagonismo recae en bailarines con discapacidad. Este replanteamiento de la propia ontología de la danza ha sido premiado con el León de Oro en la última Bienal de Venecia de la disciplina , reconocimiento que brilla con especial intensidad en un panorama internacional donde apenas tienen cabida los artistas españoles actuales.
Esta creadora ha cuestionado lo coreográfico como algo inseparable de lo dinámico. También ha elaborado estrategias que alteran la posición fija del público
La Ribot creó en 1986, junto a la coreógrafa Blanca Calvo y el cineasta Félix Gávez , el grupo Bocanada Danza , esencial en los procesos de experimentación de la danza en España. Una de las claves del grupo fue la configuración de un cuerpo que no puede escapar de la caída, la gravedad, la inmovilidad y el dolor . Esta idea será ampliada por La Ribot en Piezas distinguidas (1993-2003), donde articula la danza como un deambular que escapa del límite establecido por el proscenio. Y a partir de Still Distinguished (2000), realiza coreografías en centros de arte como la Tate Modern o el Centre Pompidou , donde explora posibilidades negadas por la arquitectura teatral; en concreto, el desarrollo de una espacialidad horizontal sin pautas específicas de percepción, y donde el público, los objetos y la danza se reubican constantemente.
La amplia operatividad del proyecto artístico de La Ribot, que se presenta con solvencia en auditorios, salas de exposiciones o ferias de arte, define el alcance de sus últimas propuestas. Este mes de julio, los Teatros del Canal de Madrid (del 22 al 25) y el Festival Grec de Barcelona (esta semana) acogen la obra Please Please Please , elaborada junto a la coreógrafa Mathilde Monnier y el dramaturgo Tiago Rodrigues . Y el próximo mes de septiembre se inaugurará Manual de uso , exposición individual en el CGAC de Santiago de Compostela que revisa sus trabajos de los últimos veinte años.
«Coreografía de derrumbre»
En el libro Agotar la danza , el crítico André Lepecki vincula la «coreografía del derrumbe» de La Ribot con el cambio de posición de la lógica vertical del lienzo, que suele remontarse a Pollock . Pero donde realmente localizamos una inclusión de códigos propios del arte contemporáneo es en la interacción performativa entre los distintos participantes: sigue siendo fundamental la figura experta de La Ribot , pero el público, los empleados de sala o diversos agentes sociales se integran en la autoría coreográfica.
El resultado es una danza basada en la colectividad, la colaboración y las decisiones compartidas como distancia crítica respecto a la imparable capitalización del conocimiento y de la cultura. Lo distorsionado, lo disfuncional y lo imprevisto operan, en definitiva, como herramientas esenciales de una danza que busca habitar en los márgenes.