LIBROS
«¡Cuántos libros! ¿Los ha leído todos?»
Umberto Eco, el gran intelectual italiano, fue también un excelso articulista. Un reciente volumen recoge una selección de estos textos
Se reúnen en este volumen los artículos que Umberto Eco (1932-2016) publicó en la revista italiana L´Espresso , desde el año 1986, en su sección quincenal, bajo el título «La Bustina de Minerva». Parte de los mismos fueron recogidos en Segundo diario mínimo (1994). El propio Eco, poco antes de su fallecimiento, seleccionó los que aquí se agrupan, añadiendo unos cuantos textos inéditos más contemporáneos. En el mismo año de su desaparición, vieron la luz en Italia.
Además de docente extraordinario, ensayista luminoso y novelista inteligente, Eco fue un gran articulista literario, género que, prácticamente, ha fenecido con él, pues la mayor parte de la prensa internacional ha prescindido de este género, quizás también porque muy pocos grandes autores han sido capaces de cultivarlo. Imaginación, concisión, ironía desbordante, actualidad engarzada con la historia, reflexión , son algunos de los elementos esenciales del mismo. En este libro que puede pasar por humilde hay verdaderas joyas de ese periodismo ya muy cercano al ensayo más frugal. Partiendo de asuntos cotidianos, Eco desarrolla una filosofía pragmática para sobrevivir en nuestro mundo. Los presentadores de catálogos de arte son diseccionados hasta su destrucción.
Leer entre líneas
Lo mismo sucede con los responsables de las bibliotecas públicas: «El bibliotecario debe considerar al lector como un enemigo, un haragán (si no estaría trabajando), un ladrón potencial». Son divertidas sus aventuras para recuperar su carnet de conducir robado; o salvar el salmón ahumado comprado en Estocolmo y que no pudo sobrevivir en los minibares. Pequeños relatos que rozan el absurdo. En «Cómo seguir las instrucciones», se refiere a la dictadura de los diseñadores que, por ejemplo, en su coche, han colocado el cenicero en el asiento del otro lado. Para él, fumador empedernido, era insufrible.
En este libro que puede pasar por humilde hay verdaderas joyas de ese periodismo ya muy cercano al ensayo más frugal
En el 1985, escribe un pequeño manual, acientífico, sobre cómo evitar las enfermedades contagiosas , y nos adelanta esta reflexión aún muy apropiada para nuestros días: «De esta campaña de educación sanitaria deberían ocuparse las autoridades y la prensa, en vez de crear escándalos sobre otros problemas cuya solución podría aplazarse». Con respecto a la eliminación total del colesterol, Eco recomienda hacer footing , es decir, correr sin parar y morir de un infarto. El autor a veces se pone serio, por ejemplo, para hablar de los animales y los niños abandonados.
A Eco, como siempre, también hay que leerlo entre líneas. El fútbol, el móvil o no ahogarse con la ingente información , son otros asuntos tratados. Ya advirtió, hace treinta años, que los jóvenes no leían periódicos, y que estos se convertirían «hegelianamente, en la oración matinal del jubilado».
Obras maestras
De entre todas estas pequeñas obras maestras yo elegiría tres: «Cómo emplear el tiempo», «Cómo empieza, cómo acaba» y «Cómo justificar una biblioteca privada». En el primero analiza y suma todas las horas empleadas en un año, por ejemplo, en fumar: a 60 cigarrillos al día, medio minuto entre buscar el paquete, encenderlo y apagarlo, son 182 horas, «No las hay. Tendré que dejar de fumar». En el segundo cuenta cómo en Turín, durante la universidad, asistía a las obras del teatro Carignano . Como estaba en un colegio mayor, para poder entrar a su hora tenía que ausentarse en los últimos minutos, desconociendo así el final de la misma. Pero he aquí que otro compañero, temporalmente empleado en las taquillas, se perdía todos los comienzos. Ambos las completaban contándoselas.
Y esta vez sí, Eco, se deja llevar por la melancolía: «¿Seremos, entonces, más felices? ¿O habremos perdido la frescura de quien tiene el privilegio de vivir el arte como la vida, donde entramos cuando los juegos ya están hechos y de donde salimos sin saber dónde irán a parar los demás?». Y en el tercero da soluciones a la pregunta reiterativa, a la vista de su biblioteca, «¡Cuántos libros! ¿Los ha leído todos?».
Este es un libro para aprender y disfrutar de uno de los más grandes polígrafos.