ARTE

Cuando Zidane, Manises y «Fanfán Fitur» exponen en el museo

Un divertido grupo en Facebook recoge bajo el nombre de «Tontunas de visitantes» las mayores ocurrencias y anécdotas de los espectadores de los principales museos españoles, compiladass con ironía e ironía por su personal de taquillas y de sala

Un hombre contempla una obra de la exposición que El Prado dedicó a Ingres JOSÉ RAMÓN LADRA

JAVIER DÍAZ-GUARDIOLA

«Perdone, ¿me da una entrada para Fanfán Fitur? ». En realidad, el aguerrido visitante se refería a la muestra de Fantin-Latour del Prado , pero no es el único caso de despiste. Hay quienes han solicitado acceso para las exposiciones de Durero y «Crunch» (léase Cranach), la de Manises (Matisse, del que por el momento se desconoce su procedencia valenciana), Zidane (ese Cézanne que dejó los pinceles por las botas) o los «Jardines impresionantes» (mucho mejor que «impresionistas») del Thyssen.

Estas anécdotas y muchísimas más se recogen en «Tontunas de visitantes», un grupo creado en Facebook por personal de taquilla y auxiliares de sala de los principales museos españoles y que en muy poco tiempo ha crecido como la espuma en número de seguidores (son más de 200) y «posteos» (está visto que la memoria de sus responsables es inagotable), con los que recuerdan las ocurrencias y dislates más imprevisibles con los que han tenido que enfrentarse (y se enfrentan a diario) en el ejercicio de su profesión. Como los de aquellos visitantes que preguntan por la entrada del museo cuando ya están dentro o que confunden lo ser «amigo» de un espacio artístico con haberle dado un like a la institución en la red social de Mark Zuckerberg .

Momento de dar el paso

«No hay día que no surjan una o más anécdotas, algunas de las caules son realmente hilarantes –explica Álvaro Gurrea Suárez , administrador del grupo y auxiliar de sala en un importante museo madrileño–. Y muchas veces nos hemos propuesto recopilarlas para que no se pierdan, pero nunca dábamos el paso». Ese momento ha llegado ahora, aunque sea desde el ámbito virtual, con aportaciones que provocan la sonora carcajada :

-Aquí tiene su entrada. Tiene que comenzar la visita con Matisse [otra vez Matisse], al fondo de aquel pasillo, y después puede visitar la colección permanente cuando quiera.

(La señora coge su ticket y empieza a mirar con preocupación hacia todos lados. Finalmente, se decide y pregunta)

-Disculpe. ¿y por dónde dice que viene el tal Matisse a recogerme?

O la siguiente:

-¡Oiga! ¿esto del Thyssen es lo de Tita? [son muchos los visitantes que se desconciertan al saber que no es la autora de todos los cuadros de su colección; o que no está pasenado todo el día por las salas; o que quieren conocer en qué árbol exacto del Paseo del Prado se encadenó para hacerse un «selfie» en la misma pose]

-Sí, el apellido y parte de su colección.

-¿Y tiene expuesta la corona de Miss España , objetos del Barón y de su marido el Tarzán?

-Caballero: esto es un museo de pintura, no de objetos personales.

-Aaah. ¿Y el Prado dónde está?

-Justo al otro lado de la rotonda, caballero.

-Bueno, prefiero ir allí. Por lo menos veré objetos de Franco y de la Transición a la Monarquía. Historia de España, señorita! ¡Que ya sirven ustedes a cualquiera!

Hugo Erfurth de incógnito, como Ruiz Gallardón ABC

Aunque a veces, si uno pone la oreja , hasta aprende cosas. Como que Frida Khalo no era Frida Khalo , sino «una representación de cómo los mexicanos pintaban a Cristo con la corona de espinas». O que si uno se acerca demasiado a los cuadros «baja la campana de seguridad y te asfixias» (están avisados). Ahora bien, hay momentos en los que deberían abofetearnos como turistas. Sobre todo cuando, con nuestra actitud, los que llenamos los museos hacemos sentir a su personal como monos de feria . Y no nos referimos al «no funciona la audio-guía. ¿Sales tú y me la cambias?». No:

Una temporal cualquiera. Grupo de jubiladas. Una de ellas se aparta del grupo y pregunta:

-Oye, ¿vosotros sois funcionarios, no?

-No, somos subcontratados.

-Pero qué hay que hacer para trabajar aquí?

-Bueno, la mayoría estudiamos una carrera de letras y...

Desde su sala se pone a gritar:

-¡Juani! ¡Que no son de integración! ¡Que son normales!

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Porque el interés no solo se queda en preguntar lo que el vigilante apunta o lo que el vigilante lee. Hay quien quiere intimar mucho más:

-Hola, ¿es verdad que van a abrir otro museo en Málaga? [Se refería al Thyssen Carmen Cervera ]

-Sí.

-¿Y qué tengo que hacer para poder entrara a trabajar en un puesto así como el tuyo en el que no hay que hacer nada, salvo estar rodeada y disfrutar de tanto arte?

-Pues mire, no lo sé. Tal vez haber hecho algo terrible que mereciera el castigo de la Santa Inquisición en otra vida.

Morderse la lengua antes de soltar la carcajada

Sin duda alguna, son las nuevas atribuciones las que obligan a este tipo de profesionales a morderse la lengua antes de soltar una carcajada. Porque, claro, ¿cómo reaccionar cuando le preguntan a uno por las «crisálidas» (que no «grisallas») de Van Eyck ? ¿O cuando descubre que en El Prado no se custodia el «Coloso» de Goya, sino El Coloso de Rodas ? ¿Estará en la nueva expo del Bosco su «Jardín Tres Delicias» ? ¿Y cómo se le quedó la vista a Van der Weyden cuando acabó su «Desprendimiento»? En el Museo Reina Sofía , el «Guernica» (que debe pronunciarse «Güérnica» si uno es un guiri auténtico) y su autor son un clásico:

-¡Quiero poner una reclamación! ¡No tienen ustedes nada bien indicado cómo llegar al pabellón especial del Guernica [o Güérnica]

o

-Disculpe: ¿Dónde hay un cuadro de Picasso?

-Justo enfrente, caballero.

-No, pero ese no es de Picasso. Ahí pone «Pablo Picasso» . Yo quiero ver uno de Picasso Picasso.

-Señor. Él es Picasso Picasso.

-No, no, El pintor no se llamaba Pablo... [que conste que este no es el mismo sujeto que preguntó por el «Arlequín de Pegaso» ]

Hay anécdotas sobre todo lo que olvidamos en los museos (también zapatos y litronas) , sobre visitantes que, a pesar de poner un sillón delante, se siguen comiendo un espejo; los que saludan en el espejo; los que llaman a sus amigos a través del espejo . Los que, en el apartado de «parecidos razonables» ven un X Men en el retrato de los Reyes del Hall del Thyssen o a Ruiz-Gallardón en el de Hugo Erfurth . Si se ha encontrado reflejado en alguna de estas anécdotas, sonría. Si no es así, la próxima vez que saque su entrada o pida una indicación a un miembro del personal de sala, hágalo también. Son seres humanos. Y pidan que les den paso a este grupo privado .

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