ARTE

Cuando nos falta tiempo y hasta un libro

Confeccionar un listado con los artistas que han convertido la repetición en base de su trabajo puede convertirse en una tarea complicada. No en vano, la fidelidad a un estilo (sin repetirse) se encuentra en la esencia del arte desde sus orígenes

Fotograma de «The Clock», de Christian Marcklay

Fernando Castro Flórez

Entré de forma inmediata en un proceso de excitación que, por maquillar mi obsesividad, calificaré como «paranoico-crítico». La sola mención de un pianista que interpreta a lo largo de los años la misma pieza de Scarlatti me hizo pensar en Heráclito y en infinidad de asuntos que parecían enlazarse por su cuenta. Anoté, empujado por el «pensamiento febril», una lista de nombres, obras y referencias bibliográficas. Lo primero que tenía que hacer era consultar «Diferencia y repetición», de Deleuze , donde se habla de fusionar el retablo de la crueldad con el de la imbecilidad . Tampoco debía olvidarme de los ejemplos que suministra Bourriaud en «Post-producción» de artistas que vuelven sobre lo «ya hecho», sean Paul McCarthy y Mike Kelley cuando «re-interpretan» performances de Vito Acconci , o Pierre Huyghe , que hizo una versión de « Tarde de perros », de Sydney Lumet , con el «verdadero» héroe que fue «suplantado» por Al Pacino .

Me acordé de las palomas que metió, en diferentes ediciones de la Bienal de Venecia, Maurizio Cattelan en los sacrosantos pabellones, bien es verdad que, la primera vez, vivitas y coleando, y, en la «repetición», sometidas a la cruel taxidermia, en una alegoría tanto del turismo cuanto de su imaginario al borde del agotamient o o sumido en la ironía autocitadora.

Borges, el precursor

Tenía claro que debía mencionar «Pierre Menard, autor del Quijote» y el famoso «anacronismo deliberado» que convirtiera a Borges en raro «precursor» del apropiacionismo norteamericano. Sospechaba que el núcleo duro de una meditación sobre la experiencia del tiempo en el arte tendría que ejemplificarse con «performers» como Tehching Hsieh , que fue capaz de entregarse a la tarea en sus « one-year-performance », aunque todo tuviera la pinta de un autosecuestro o de una severa depresión . El heroísmo descomunal de ese artista taiwanés, ajeno a toda comunidad hasta que fue canonizado por el MoMA, que se autorretrató fichando en casa como si fuera un estricto «operario de la inutilidad», fue reactivado digitalmente por el colectivo MTAA .

No podría dejar fuera, por supuesto, las acciones de Marina Abramovic , aunque su actual oscilación entre la mística y el glamour, el trance ególatra y el «postureo» en complicidad con su discípula Lady Gaga , me impulsa a pensar que la flagelación sadomasoquista de la belleza que emprendió en los setenta ha derivado en una «presencia» tan mediática cuanto patética . Acaso todo «artista adolescente», en el sentido joyceano, termina convertido en un tipo «viejuno» que transforma su banal trayecto por una ciudad de provincias en una «peregrinatio» memorable.

«Guárdese de penetrar en las obras de arte. Se echará a perder todas y cada una de ellas» (Thomas Bernhard)

Enfrascado en el marasmo de asuntos que surgieron por el «recado de escribir», mi mente entró en una suerte de « efecto Larsen »: todo se acoplaba de la forma más rara. Me asaltaban dudas y sospeché que estaba abocado a la desproporción. ¿Tenía sentido que recurriera, con mi habitual pedantería, al «Quijote» de Avellaneda, al que tanto le debe Cervantes , que se vio obligado a no repetir los lugares que pisó el «impostor»?¿Debía seguir la línea de fascinante aburrimiento musical que va desde las « Vexations » de Satie al silencio imposible de John Cage ? «In girum», no tanto en torno al fuego cuanto en mi biblioteca, me dominaba un «gusano auditivo-visual»: el coreógrafo protagonista de «All That Jazz» enfrentándose cada mañana al espejo y pronunciando la frase «¡Qué empiece el espectáculo!», con la muerte escrutándole, seductora y fatal.

Tenía ya escrito este párrafo (con una elaboración menos mala de la que tiene ahora) cuando al darle a la barra de herramientas ha desaparecido lo que tenía entre manos. Acaso es una prueba del destino o una modalidad sórdida de la «justicia poética» que me obliga a escribir «de nuevo» algo que no puede ser ya lo mismo . Ahora estoy escribiendo con una mezcla de pánico (todo puede volver a «evaporarse» por culpa del «mal de archivo») y vértigo (nada termina por dar cuenta del abismo que se abre cuando pensamos en todo lo que creíamos que sabíamos y es menos que nada).

El libro decisivo

En el origen hay una falta . Suena a parodia bíblica o a interpretosis lacaniana cuando, en verdad, no es otra cosa que la enfática constatación de que no encontré el libro decisivo. Justamente en el centro de la primera página de notas apunté el título: «Pirámides de tiempo», de Remo Bodei , un estudio sobre el «déjà vu», que era algo que tenía que tomar en consideración, estableciendo una aproximación más que evidente con la «picnolepsia» de la «Estética de la desaparición» de Paul Virilio .

Comenzó ahí la pesadilla. Durante tres horas revisé, una y otra vez, todas las estanterías. El libro no aparecía. Sin él no podía hacer nada y, lo peor de todo, no dejaban de brotar nuevas «referencias» , desde las fotografías de Esther Ferrer sedimentando el paso del tiempo en su rostro, a los cuadros compulsivos de Roman Opalka ; del impresionante «collage» cinematográfico que montó Christian Marclay en « The Clock » a las obras de teatro desproporcionadas de Jan Fabre ; de la pregunta de Nacho Criado sobre la memoria como estrategia del tiempo a las fotos de Bernardí Roig transformado durante un año en un «hombre salvaje»; de las fechas escuetas y casi lapidarias de On Kawara a la lúcida meditación de Godard en sus «Historie(s) du Cinema».

Frustrado sin el libro que encerraba la clave de la «repetición que se vuelve diferencia», comencé a sospechar que el tiempo no es un «gran escultor» , por más que Marguerite Yourcenar lo repitiera hermosamente. La historia no se repite, de acuerdo con Marx, como tragedia y como farsa: también llegará lo chapucero y hasta lo polvoriento, la clonación estética y el «lifting» retromaniaco.

Incapaz de recordar

Mi condición no es la de «Funes el memorioso», pero tampoco soy uno de esos lotófagos que no son capaces de recordar casi nada. Quimérico, por tanto, a la manera baudeleriana, será apelar a una imaginación rememorativa o, mejor, a una memoria resucitadora y evocadora que a cada cosa le dice «Lázaro, levántate y anda». Mientras le daba vueltas casi hasta el mareo a los repliegues temporales , me administré dosis atroces de telebasura; nada más terminar «Aquí», un cómic de Richard McGuire que es una obra maestra, donde hace que habitemos en una casa que fusiona temporalidades, me senté en un cuartito de mi hogar a ver como Kiko Matamoros lloraba porque habían tratado mal a Makoke .

El tiempo no es un «gran escultor», por más que Yourcenar lo repitiera hermosamente

George Kubler apunta en «La configuración del tiempo» que la «fecha» tiene menos interés que la «edad». Empantanado en estos « Bad New Days » (título del último libro de Hal Foster en el que habla de la «zombificación del tiempo»), recordé, con una nostalgia reflexiva -o eso me gusta pensar para no ingresar antes de tiempo en el geriátrico- que me separan más de tres décadas de los libros que amo . Me sentí obligado por las circunstancias a releer «Maestros antiguos», de Thomas Bernhard . Quería espiar y escuchar de nuevo a Reger, ese crítico musical que llevaba más de treinta años acudiendo en día alternos a sentarse en el banco de la Sala Bordone frente a « El hombre de la barba blanca », de Tintoretto . Sus palabras me dieron la clave que deseaba haber encontrado en un libro perdido: «Guárdese de penetrar en las obras de arte -dijo-. Se echará a perder todas y cada una de ellas, hasta las más queridas. No mire un cuadro mucho tiempo, no lea un libro demasiado insistentemente , no escuche una pieza musical con la mayor intensidad, se los echará a perder todo y, con ello, lo más bello y útil que hay en el mundo». No intentes -repito algo oscuro y antiguo- bañarte dos veces en el mismo río.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación