ARTE
Cristina de Middel: «Incluir Instagram en un proyecto fotográfico es hasta necesario»
Mañana arranca una nueva edición de PHotoEspaña, la del XX aniversario. Como en 2017, el festival convierte a un autor de renombre en su comisario. Es su «Carta Blanca», que este año Cristina de Middel se toma como un juego
Si para conmemorar sus 20 ediciones, PHotoEspaña concedió una Carta Blanca a Alberto García-Alix , para celebrar otros veinte (los años que cumple), el festival, que inunda desde la semana próxima Madrid de fotografía, apuesta como subcomisaria por Cristina de Middel , la última Premio Nacional de la disciplina en nuestro país. Y ella se pone «juguetona». «Players» es el título general de sus cinco propuestas (en Fundación Telefónica , CentroCentro y el Fernán Gómez. Centro Cultural de la Villa ), con las que le busca las cosquillas a la técnica y al espectador.
Cuando la presentaron para esta Carta Blanca se justificó la elección aduciendo que usted era una «apuesta de futuro».
La frase tiene más que ver con el ámbito fotográfico, y el puramente español. Ha habido una renovación de nombres en el panorama, lo que ha hecho que se haya tenido que ampliar la casa y hacer hueco para que quepamos más. No se trata pues de mi mirada. Yo estoy en la línea de lo que se está haciendo en Europa, sin romper barreras.
¿Y cómo entiende lo fotográfico Cristina de Middel?
Me reafirmo en que tiene que ser algo con lo que te lo pases bien. Esa relación de la fotografía con sufrimiento, con misiones, con moral, no va conmigo. Nosotros sólo podemos hacer un impactito en el gran cuadro que nos toca vivir. De hecho, cuanto más peso le quitemos a lo que hacemos, más honestos y genuinos seremos, y más puertas abrimos sin darnos cuenta.
Es de las que opina que no sólo ha de «jugar» con el espectador. También hay que hacerlo con el modelo.
Si miro mi proceso, la foto es el registro de una mini «performance» absurda. A mí lo que me interesa es romper el orden lógico de las cosas. La realidad es bastante aburrida, previsible, de forma que me gusta cambiar algo, aunque sea muy pequeño, como ir diciéndole a la gente por la calle «gracias» porque sí. Eso lo altera todo y es lo que me engancha a la foto. Si fuese sólo estar encerrada en un estudio midiendo luces y escalas de grisis, hace tiempo que me habría ido muy lejos.
¿En qué sentido las cinco exposiciones que propone en PHE son un retrato de su comisaria-jefe?
Esta fatal que lo diga, pero a mí no me gusta ir a exposiciones de fotografía. Me aburren mucho. Además, tengo la sensación de que «me quitan ideas». Por eso he planteado las expos a las que sí que me gustaría ir. Como esto es una carta blanca y no tiene que pasar ninguna ley de transparencia, está hecha con amigos, gente que conozco, otros a los que no pero de los que admiraba el trabajo, gente que ha hecho cosas que yo habría querido hacer y que me traigo hasta aquí...
«Players» es el título global. ¿La foto es un juego que hay que tomarse muy en serio?
No. Lo que hay que tomarse en serio es el seguir jugando...
El pasar de pantalla.
El pasar de pantalla. Hace un año el Barça me dio un premio que me ayudó a entender lo que es el juego para mí, ser consciente de que Rafa Nadal es un super tenista, con una responsabilidad mayúscula, pero que empezó porque le gustaba jugar al tenis. El concepto de «jugador profesional» me tiene fascinada. Eso lo arma un poco todo.
En Fundación Telefónica, junto a Martin Parr, propone una revisión no convencional del archivo de Magnum, al que pertenece.
Esa expo es buen reflejo de mi trabajo, que tiene en cuenta que no se puede hacer una única lectura de algo, y que existen clichés, estereotipos. A ti te dicen Magnum y, después del helado, lo que te viene a la cabeza son Robert Capa, Cartier-Bresson... Pero esos dos señores que fundaron la agencia ya están muertos. Sigue incluyendo a gente, e incluso a gente como a mí.
Deja claro que Magnum no es sólo una escuela documental.
Es un poco egoísta lo que he hecho, pero, sin querer justificarme con una exposición, sí que doy la oportunidad de entender la agencia de manera más amplia, porque lo es. Quizás mi nombre chirría en su alineación, pero pienso en Martin Parr, que cuando entró en los años 80 también era muy transgresor. Si contamos que la fotografía tiene que describir el mundo, centrarnos en el fotoperiodismo es una manera muy tangencial de explicarlo. Y cuando estás en una guerra, también haces composiciones, juegos de perspectivas...
En CentroCentro, «Empezar por el principio...» pone el acento en Holanda y Suiza como países en los que se hace la foto más experimental del momento. Justifique su respuesta, como en los exámenes del cole.
La razón es porque hay educación, hay escuelas específicas, la práctica está reglada y allí te topas con muy buenos formadores. Me pareció divertido confrontarlos en competición, a ver quién es mejor. A ver quién gana.
De hecho, proponen al espectador una no votación para ver quién no gana.
Esa cita la comisaría Hester Keijser. Es una de las que más flexibilidad mental va a precisar por parte del visitante, porque supone irse al extremo de lo que es la foto, conceptual y materialmente hablando. Allí se recogen todas las bendiciones y maldiciones de lo que es el arte contemporáneo.
Todo lo que propone son colectivas, salvo una individual: la de Samuel Fosso.
Me parecía importante, más allá de dar mi definición de lo que entiendo por fotográfico, abordar debates en torno a representación: de raza, de género, de origen... Que Samuel Fosso protagonice una individual me parece bueno para el público español, que descubra que hay autores a un nivel altísimo en todos los lados.
También en el Fernán Gómez, «Gran final mundial», con representantes de los cinco continentes. ¿Qué se juegan?
En ella trabajamos con el Archive of Modern Conflict . En principio, lo planteado iba a ser más abierto, con imágenes extrañas y descontextualizadas, pero luego empezamos a encontrar archivos de circo, de forma que pensamos en éste como un espacio en el que todo es posible. Y al final hablamos de pasiones humanas, de deseos, de anhelos...
La representante del continente europeo es española, una chica que conoció a través de las redes sociales. Todo vale.
Empecé a seguir a Ana Hell en Instagram porque me parecía chulo lo que hacía, y hoy está aquí. Pero ten en cuenta que yo vengo de la periferia. Soy un poco poligonera fotográfica...
¡Eso es un titular!
Ponlo, pero es que es así. Yo ni estaba en Madrid, ni trabajando en galerías. Estaba en Alicante cubriendo ruedas de prensa, muchas hogueras. Y me fui. Me apetecía hacerle un guiño a eso. Incluir Instagram en una propuesta es hasta necesario.
Y llegó el Premio Nacional. ¿Es usted otra persona tras el galardón?
Cuando vuelvo a España, un poco sí. De repente te das cuenta de que eres Premio «Nacional». Y vas bajando Recoletos como Travolta en «Fiebre del Sábado Noche», hablando de tú a tú con la Biblioteca «Nacional». ¡Lo admito, y estaría fatal que no lo hiciera!
Habló antes del género. Cuando se la seleccionó para Carta Blanca también se mencionó que era una manera de destacar el papel de la mujer fotógrafa. ¿Fotografían de manera diferente hombres y mujeres?
Yo creo que sí. Que miramos de forma diferente. Pero tal vez no tiene tanto que ver el género como con la vida que has tenido. Y como ha habido una mayor exposición y representación del trabajo de los hombres, las mujeres, en muchos casos, no creo que en el mío, tienen que hacer un «statement» para posicionarse contra eso. Es como si estuviéramos dando la réplica. Ahora toca esto. Quizás dentro de tres años, de cinco, ya podemos empezar a buscar qué es realmente lo que queremos contar. Pasa igual con las minorías raciales. Los trabajos de los afroamericanos casi siempre hablan de raza. Y quizás lo que a mí me interesaría de ti como afroamericano es saber lo que piensas de los transexuales o de la guerra de Siria. Pareciera que primero te tienes que justificar. Quiero creer que es una fase. Pero el mundo nos lo siguen explicando los señores blancos. Quizás en 15 años podamos saber sobre qué piensa una mujer sobre muchísimas cosas sin tener en cuenta que tiene la menstruación cada mes.
Su galerista no pierde ripio y, al igual que hizo con Alberto García Alix en 2017, aprovecha las fechas de PHE para introducirla en su galería... ¿La expo que ha preparado allí es una continuidad de «Players» o todo lo contrario?
Allí hago un poco de cronista. He decidido terminar un proyecto con el que llevo trabajando muchísimos años, casi desde mis inicios en la fotografía, y es una representación sobre la idea de nación. Me meto en un tema serio, pero con mis cosas...
¿De nación española?
De nación española, por su puesto. Voy a hacer peridismo a lo De Middel. Todo lo que yo pienso sobre la idea de nación de España está medio puesto ahí. Con ironía, con crítica... Lo que propongo son rutas por España, pero en vez de apostar de nuevo por la Vía de la Plata o el Camino de Santiago , la Ruta del Vino o el Corredor Mediterráneo, que en el fondo tienen una carga histórica, social y emocional, que es lo que se preserva bajo la idea de nación, lo que yo ofrezco son rutas semánticas. Vamos a despojarnos de emociones y de perspectivas históricas y vamos a recorrer España por orden alfabético. Descubramos de una manera aséptica el país. Son cuatro rutas: la safari, con todos los pueblos con nombres de animales; la anatómica, con partes del cuerpo; la del terror y la ruta religiosa. Su título, «Milana del Toboso», mezcla los «Santos inocentes» con el libro de Cervantes.