DARÁN QUE HABLAR
Cristina Gamón: «La pintura todavía seduce y me interesa reivindicarlo»
Cristina Gamón disfruta con la pintura. Y con ella, nos hace disfrutar a los demás. La creadora, ahora confinada en Filipinas, espera volver pronto a su nuevo estudio Madrid, tras lanzarse a la realización de su primer libro de artista
Nombre completo: Cristina Gamón Lázaro. Lugar y fecha de nacimiento: Madrid, 24 de julio de 1987. Residencia actual: Madrid, con algunas estancias en París. Formación: Licenciada en Bellas Artes por la facultad de San Carlos de la UPV de Valencia. Ocupación actual: Artista visual.
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Qué le interesa. Al realizar una obra, siempre conviven distintas capas de investigación plástica, poética o conceptual, que trato de simplificar poniendo especial atención en la capacidad contemplativa del arte. Considero que la pintura todavía seduce y me interesa reivindicarlo manteniendo una mirada constante hacia el pasado sin perder la relación con el presente. Trato de dar visibilidad a esos aspectos de interés que, desde la Historia del Arte, tienen cabida en la contemporaneidad y que, en ocasiones, se nos presentan tan cotidianos que parecieran invisibles. Desde una mirada fundamentalmente pictórica, me sirvo también de otras disciplinas para poner en valor dichos discursos enfocados hacia una pintura expandida.
De dónde viene. Mi obra ha tomado parte en colectivas como Itinérance en el Espace Pierre Cardin, en París o Cartografías de la Creatividad, itinerante por América Latina. También en proyectos de carácter más independiente como el Festival Hybrid de Madrid, o ferias de ámbito nacional e internacional como Estampa, Art New York, Pinta Miami, Art Madrid o Art Phippines, además de exposiciones en solitario en Valencia, Madrid, París y Manila.
La presencia en muestras institucionales se dio muy tempranamente en mi trayectoria. Destacaría la del Palau de la Música de Valencia en 2015, en una sala diáfana cuyo acceso de entrada se da desde los jardines del parque. Siempre me gustó esa sensación de prolongación desde la Naturaleza al arte que conlleva exponer allí. Pero, sobre todo, tiene relevancia especial para mí porque los intereses que hay detrás de mi trabajo se consolidaron visiblemente a partir de ahí, y aún hoy me reconozco en los elementos de esas obras porque conforman mi vocabulario plástico.
«Lo más raro que hace uno cuando se dedica al arte es sobrevivir a él o dedicarse en exclusiva a ello, como es mi caso»
De hecho, el título de aquella muestra, Figura Paisaje Marina , hace alusión a un proyecto en el que he estado trabajando hasta ahora casi de forma paralela, pues necesitaba su propio espacio y tiempo de maduración, y no había podido profundizar en él en su totalidad hasta el pasado 2018, cuando disfruté de una estancia en residencia en el Colegio de España en París gracias a las becas Formarte del Ministerio de Cultura y Deporte.
También destacaría Aura , una instalación audio-pictórica realizada en colaboración con el compositor de ópera contemporánea Carmine E. Cella . El proyecto nació durante mi segundo año como artista en residencia en la Casa de Velázquez de Madrid. Presentamos esta performance interactiva en el Auditorio 404 del Museo Reina Sofía casi como una prueba piloto. Ambos éramos neófitos en el terreno de la hibridación de disciplinas y fue una experiencia muy enriquecedora.
Supo que se dedicaría al arte… Desde muy pequeña he tenido una clara inclinación por las artes plásticas y he podido formarme en ello. Me considero afortunada de haber cursado una licenciatura y participar de un aprendizaje entre tradición y vanguardia sin una determinación expresamente dirigida hacia un sector profesional específico, lo que me permitió centrarme en la pintura experimental.
«Valoro el esfuerzo que varios agentes del arte están haciendo por crear contenidos culturales e incluso programación en directo, aunque por la diferencia horaria no siempre pueda estar al día»
Durante esos años de universidad, el fruto de mi trabajo llamó la atención de la crítica a través los certámenes a los que me presentaba. El Premio Real Academia de Bellas Artes San Carlos de Valencia fue sin duda uno de esos momentos decisivos. Tenía entonces 21 años, y ya contaba con otros galardones, pero este conllevaba la responsabilidad de realizar una exposición individual.
Era joven, y lejos del respeto con que se mitifica a la institución, desde la Academia tienen un trato cercano y comprometido con los autores, por lo que me asesoraron en todo ese proceso de entrada al funcionamiento de los mecanismos culturales. Citado esto, tampoco quisiera restar valor el Premio Senyera a las Artes, que ganaría un año más tarde, pues es también el otro galardón más importante de la ciudad.
¿Qué es lo más extraño que ha tenido que hacer en el arte para «sobrevivir»? Casi es una pregunta paradójica, porque lo más raro que hace uno cuando se dedica al arte es sobrevivir a él o dedicarse en exclusiva a ello, como es mi caso.
Desde el punto de vista anecdótico, destacaría cuando me fui a Nueva York por amor y pedí una cita para presentar mi portfolio a la primera galería en la que entré en el Soho. Cuatro meses después estaba exponiendo con ellos en una muestra colectiva. Cuando lo recuerdo, todavía me parece surrealista.
No tenía nada que perder, y mi objetivo era conseguir tramitar un visado de artista con una galería de allí para poder residir por una temporada larga. Al regresar a España con la intención de formalizar los papeles obtuve la noticia de que había ganado el Primer Premio BMW de Pintura 2011. La relevancia y repercusión del premio, sumado a mi relación amor-odio con la burocracia, hizo que mis planes de aventura hacia nuevo mundo se diluyeran, por el momento.
Su yo «virtual». Los que me conocen de cerca saben que soy bastante analógica. Tengo una muestra de mi portfolio en mi web personal , trato vagamente de mantener la página «de fans» en Facebook y no recuerdo ni mi nombre de cuenta en Twitter… Así que le hago poca justicia al título de millennial . Sin embargo, hace un par de años realicé una estancia en Manila invitada en residencia por la galería con la que la trabajo aquí.
Encontré un país de contrastes con superpoblación y un potencial crecimiento donde internet se consume en masa desde las aplicaciones por dispositivos móviles, hasta el punto de que las páginas web están en su mayoría obsoletas. Fue entonces cuando me vi obligada a tener presencia en Instagram . Mantenerme activa implica rutina de trabajo, aunque haberme familiarizado con la plataforma esta siendo una ventaja ahora que el confinamiento me pilló por sorpresa de nuevo en Filipinas.
«La sociedad tiene esa mirada idealizada de que el artista invierte todo su tiempo en su producción jugando al genio creador y bailando entre musas»
Reconozco que, no solamente por la distancia, en este caso concreto de incertidumbre en que nos situamos, las redes están siendo una ventana con vistas para muchos. Valoro el esfuerzo que varios agentes del arte están haciendo por crear contenidos culturales e incluso programación en directo, aunque por la diferencia horaria no siempre pueda estar al día.
Como productos digitales, soy fiel a los clásicos formato blog, y siempre me gusta disfrutar de alguna conferencia como las que recogen la Fundación Juan March o desde Fundación Telefónica .
Dónde está cuando no hace arte. Cuando empiezas a profesionalizar tu trabajo artístico, el tiempo se contrae y se expande como si el arte quisiera abarcarlo todo. Y al ser un trabajo de autónomo, siempre te queda algo por hacer. La sociedad tiene esa mirada idealizada de que el artista invierte todo su tiempo en su producción jugando al genio creador y bailando entre musas. Puede, pero al final laboralmente cuenta con todas esas fases invisibles, como la gestión logística de la obra, validar presupuestos, contactar con proveedores o hacer la declaración. Y cuando te quieres dar cuenta, tu práctica artística ocupa todo tu espacio mental y cotidiano.
Es por esto que intento mantener un equilibrio para que el arte nunca se convierta en obligación, dejando entrar en mi rutina espacios en los que aprender de otras disciplinas o escuchar nuevos puntos de vista. Por ejemplo, el último el ciclo de conferencias sobre arte en América Latina, dirigido por Estrella de Diego, o, el pasado verano, participando en un curso de Programa A, impartido por Enrique Radigales, así como algún otro anterior de La Casa Encendida .
Le gustará si conoce a... No soy mucho de «favoritar». A medida que maduras, te cuesta defender fielmente esos amados referentes. Es como la muerte del padre, no puedes idealizarlos para siempre. En relación a mi pintura, citaría el trabajo de figuras femeninas como Helen Frankenthaler o Joan Mitchel y, aunque quizás no haya una conexión tan aparente con ellos, no me perdería una muestra de Gordon Matta-Clark, Anselm Kiefer, Luciano Fabro, Cristo y Jean Claude o Mark Rothko.
De mis años en la Casa de Velázquez, destacaría compañeras francesas como Juliette Vivier o Marie Sommer. Su trabajo denota rigor y compromiso. Como pintores destaco a Hugo Fontela o Rafa Macarrón –ambos también medallas del BMW–, porque apuestan por la honestidad de la pintura.
Qué se trae ahora entre manos. Acabo de finalizar hace relativamente poco el conjunto de cuadros para mi segunda exposición individual en Manila. La serie gira en torno a una pieza central de grandes dimensiones, reflexionando sobre el concepto de paraíso contemporáneo –paisajes exóticos de playas infinitas y cocktails de frutas tropicales–, y cómo se relaciona con el imaginario del paraíso plasmado en obras icónicas como El jardín de las delicias . Debido a las circunstancias actuales, la inauguración quedó en espera y aún es pronto para precisar su fecha.
Admito que tras participar de la temporada frenética de ferias, contar con este lapso para pintar, revisar mis notas o leer me ha mantenido motivada. Actualmente, estoy gestando nuevas ideas de cara a mis proyectos y otros que confío se sostengan en un futuro cercano, a la vez que participo en propuestas que se están formulando a demanda de la nueva normalidad, como la iniciativa #busyarthome desde Programa Taide.
Proyecto favorito hasta el momento. Por ser de los más recientes, citaría Sinik A Pillow Book , propuesta realizada gracias a las Ayudas a la Creación de Comunidad de Madrid 2019. Se trata de mi primer libro de artista. Fantaseaba durante ya un tiempo en la idea, aunque, con la exigencia de una agenda enfocada en exposiciones de más envergadura, parecía que dar forma a esta pieza más personal iba quedándose en el tintero.
Un proyecto que nace como cuaderno de bitácora donde describo mi experiencia en el Polo Norte. En el solsticio de verano de 2014, viajé en un programa de residencias expedicionario a bordo de un velero bergantín acompañada por una pequeña comunidad internacional de artistas y científicos rumbo al Círculo Polar Ártico. Siempre había querido ir allí y enfrentarme a esa sensación de insignificancia ante la naturaleza bruta. Su presencia es tan fuerte que te hiere como un silencio blanco.
«Dedicarse al arte es siempre un acto de fe. Quizás la responsabilidad de seguir confiando en lo que hago sea más bien mía»
Sinik es el nombre de la pieza site specific que realicé durante el viaje, inspirada por el lenguaje de los pueblos de las regiones árticas donde las distancias se miden en sueños sinik. Es decir, pernoctas que dura un viaje. Esta imprecisa dimensión poética de tiempo y espacio se tradujo en un diario de abordo. Una deriva que, mediante la psicología del color, cartografía la sonámbula travesía de los trastornos del sueño.
Cada medianoche, mientras el barco surcaba los abismos de las gélidas aguas del mar Ártico, el movimiento de las olas mecía los rastros de pintura fresca que en cubierta brujuleaban brillantes bajo el eufórico sol de medianoche. La obra recoge el testigo de todas las horas de sol, viento, lluvia y nieve que duró el viaje, midiendo en color dichas distancias soñadas a través de sus once metros de papel poliéster.
Desde entonces, tenía la intención de completarla con una narración más íntima combinando la pintura abstracta de Sinik junto a las notas y fotografías del viaje, que ahora toman la forma de edición limitada. Diez ejemplares artesanales componen este Pillow Book, así como la pieza de vídeo A Dreamed Distance .
¿Por qué tenemos que confiar en ella? Dedicarse al arte es siempre un acto de fe. Quizás la responsabilidad de seguir confiando sea más bien mía. Suele decirse eso de que la confianza se gana con el tiempo. Para mí, se reconoce que una obra es arte –no importa su etapa– porque el tiempo no pasa para ella. Al contrario, este juga a su favor mostrándola imperecedera. Trabajo con la aspiración de que, a través de mi pensamiento visual, pueda establecer un sentimiento de conexión, y celebro esos momentos regalados en los que coleccionistas o público general me confiesan cómo la experiencia de contemplar cada día o simplemente descubrir una pieza que realicé les conmueve.
¿Dónde se ve de aquí a un año? Trabajando en mi reciente estudio de Madrid. Me aventuré con la reforma de un local dentro del programa de Ayudas a Locales para artistas que ofrece la Comunidad de Madrid, y, entre las estancias en París o Manila, mi tiempo allí ha sido algo intermitente. Tengo muchas ganas de retomar la actividad allí. Cuento con bastante espacio, y el lujo arquitectónico de una buena altura, así que me visualizo proyectando tiempo en él y saboreándolo mientras investigo en mis instalaciones.
¿A quién cedería el testigo de esta entrevista? A Antonio Santín . Después de años residiendo en Nueva York, ha mudado su estudio de allí para instalarse nuevamente en Madrid. Es un artista de trayectoria internacional, y puede que su reciente llegada sea una nueva noticia para algunos.
Defínase en un trazo.