ARTE

Cría fama y ponte a pintar

El estreno de Pedro Almodóvar como pintor exponiendo en Madrid y la muestra del músico José María Cano en Lisboa nos permiten reflexionar sobre el fenómeno de los «famosos que pintan»

Alejandro Sanz. Hasta por 65.000 dólares se vendían en Chelsea HG Contemporary las obras sobre «las tiranteces» de la Familia Real, temática de la extraña pareja pictórica conformada por Domingo Zapata y el cantante del «Corazón partío» ABC

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Fue el director de cine Fernando Colomo el que una vez afirmó: «La pintura fue mi primer amor; la arquitectura, mi esposa oficial; y el cine, mi amante, mi eterno compañero de viaje». Con ello dejaba claro que él no es de los que tiene dudas a la hora de decidir si quiere más a papá o a mamá (metafóricamente hablando) y evidencia una realidad entre distintos agentes de la cultura: «la promiscuidad» con la que son capaces de saltar de una disciplina creativa a otra, en algunos casos, a algo muy distinto de aquello que les ha dado notoriedad.

Estas semanas, dos casos devuelven el fenómeno a la actualidad. De un lado, la colaboración entre el pintor Jorge Galindo y el oscarizado Pedro Almodóvar en Tabacalera. Se trata de la exposición Flores , que convierte momentáneamente al autor de Dolor y gloria en pintor. De otro, la muestra que el Museo de Arte Antiguo de Lisboa dedica al otrora músico y miembro del grupo Mecano José María Cano , donde se mide con su apostolado, nada más y nada menos que al de Zurbarán y a la colección que esta histórica institución alberga del maestro extremeño. Dos casos de diferente calado y estrategia, pero de igual alcance, que invitan a reflexionar sobre un fenómeno que para nada es nuevo.

¿Qué pinta el artista?

Antes que ellos, ya pintaron otros como el músico Luis Eduardo Aute . De hecho, si uno se sumerge en las hemerotecas, las primeras referencias en prensa del autor de Al alba no lo eran por su valía musical, sino por sus pinceladas. Era noviembre de 1961, y Aute, un zagalillo de 16 años en el que la revista Blanco y Negro posaba su mirada por su habilidad artística. A lo largo de su vida, el compositor le ha podido ser más o menos infiel a muchas cosas. La pintura no ha sido una de ellas.

Colomo sigue pintando, como lo hacen otros casos que puedan parecernos más o menos sorprendentes, como los de los actores Sylvester Stallone, Jim Carrey o Johnny Depp . Al igual que encontraron inclinaciones artísticas músicos como Brian Eno (que ha acabado en el videoarte, cuyos resultados hemos visto en España en el LOOP y la galería IvoryPress ), Paul McCartney o el camaleónico David Bowie . Hasta Miley Cyrus y Madonna han hecho sus pinitos con la paleta y los lienzos. Es España, son sonoros los casos de Jordi Mollá (también ha publicado alguna novela) o de Alejandro Sanz , que el pasado año se convertía en «colectivo» junto a otro curioso artista como es Domingo Zapata . ¿Recuerdan al cocinero Ferran Adrià presentado a bombo y platillo como artista en Documenta 12 ?

Fernando Colomo entiende la pintura como un «hobby». Ha expuesto en solitario en la galería Kreisler y, de forma colectiva, entre otros, con su propio hijo EFE

El director de Ópera prima , Colomo, sigue cultivando la pintura , casi como descanso y refugio: «Nunca me he dedicado profesionalmente a ella -nos aclara- pero el dibujo me acompaña desde mi juventud. El óleo empecé a trabajarlo más tarde, poco después de nacer mi hijo, que ahora tiene 31. Fue entonces cuando empecé a tomármelo todo un poco más en serio -llegó a tomar clases-, haciendo alguna exposición importante».

Colomo se refiere, por ejemplo, a la muestra que en 2010 realizó en Kreisler , o el proyecto que en 2018 auspició el Ayuntamiento de Valladolid y que lo llevó a desarrollar un bestiario a cuatro manos junto al pintor Adolfo Alonso Ares . Según señala, si en realidad se inició en el dibujo fue porque sus materiales «eran mucho más baratos para un niño en la España de la posguerra»: «Recuerdo que con 14 años realicé un curso por correspondencia de dibujos de historietas. Me gustaban mucho los cómics , se me daba bien, y me planteé lo de dedicarme a ellos de mayor. Llegué a controlar el sector, a ser un pequeño “crítico”, y a descubrir cómo algún autor español plagiaba viñetas de Flash Gordon , solo que quitando al extraterrestre y poniendo a un indio». En la actualidad, el director de Alegre ma non troppo aprovecha los veranos para dar rienda suelta a este hobby cuyos resultados no están muy alejados de las escenas intimistas de sus producciones. Solo en una ocasión introdujo uno de sus cuadros en una película: «Fue para una serie, El pacto . Sin embargo, salió de refilón. Si llegó a verse algo fue el marco», bromea.

Pedro Almodóvar lleva tres años cultivando la fotografía. En 2018, Jorge Galindo (con el que colaboró para «Dolor y gloria») le animó a entrar en la pintura Galerna Fotografía

Por su parte, Pedro Almodóvar , tras su paso por el CAF de Almería , traslada (con el apoyo del Ministerio de Cultura) a Tabacalera su colaboración con Jorge Galindo , cuya base son las fotos ampliadas del autor de Carne trémula , intervenidas pictóricamente por ambos. Fotos, por otro lado, que el manchego ya ha expuesto en galerías como La Fresh en Madrid o la Marlborough de Nueva York: «Casi todo lo que empiezo», puntualiza, «salvo el hecho de escribir y hacer películas, que son actos muy conscientes y de los que tengo una vocación clara desde muy joven, el resto de cosas en mi trayectoria ha aparecido de un modo muy espontáneo, sin que yo forzara lo más mínimo. Es cierto que siempre he hecho fotos durante mis rodajes, pero recuerdo perfectamente lo de ponerme a hacer los primeros bodegones fotográficos un poco inspirado por la generación de los hiperrealistas españoles, Isabel Quintanilla , Antonio López , a los que acababa de ver en el Museo Thyssen . A Antonio lo conocía mucho, pero recuerdo un cuadro muy pequeño de Isabel, un vaso casi como los que yo colecciono de cristal, con una flor, dibujado. ¡Fue tal la emoción que me produjo! Fue eso, y que era Semana Santa y estaba profundamente aburrido, lo que me llevó a “descubrir” las cosas que tenía en la cocina».

Algo que engancha

La fotografía de Almodóvar (con guiños a la misma en Dolor y gloria , así como a buena parte de la colección de su autor, para el que las obras de arte, «en mis películas, no son meros accesorios, sino que me sirven para narrar y contextualizar a los personajes» ) ha pasado por varias fases, y a punto estaba de incluir la figura humana, algo que interrumpió el «enredo» en el que le terminó metiendo Jorge Galindo: «La pintura me ha abierto un campo de expresión en el que todavía puedo experimentar más. Lo que ocurre es que aún no tengo ningún plan. Lanzarme yo solo sería muy distinto. Pero la experiencia con el color, con el material, es algo tan físico, tan espiritual, que engancha. No quiero utilizar el término «terapéutico», pero alivia. Una de las cosas más gozosas de la pintura es que la respuesta sobre lo que estás haciendo es muy inmediata. En el cine necesitas que pase un año y medio para saber cómo es la película o qué piensa la gente de ella».

José María Cano. Apasionado desde niño por Torres-García, el dibujo al natural, siendo niño, le descubrió muchos mundos

José María Cano , el otro «pintor» de actualidad, ya saltó en su día del pop a la ópera (y ahí quedó su obra Luna ), para acabar planeando en el ámbito de las artes plásticas. Tal y como dejó referido hace en una entrevista en ABC, «para mí, música y pintura son ámbitos complementarios. Pero la letra de una canción impone un sentimiento concreto, mientras que las artes plásticas son una propuesta abierta al observador [...] El arte hoy requiere de provocación, política, uniformidad total u oquedad para ser motivo de consideración. El mío carece de todo esto, de forma que no le voy a negar que mi camino es un tanto solitario». Todo ello, sin embargo, no le ha impedido entrar en espacios como el CAFA de Pekín , la galería Riflemaker , el DOX de Praga , el PAN de Nápoles ... o el CAC de Málaga .

Si echamos la vista atrás, es fácil toparse con un Victor Hugo o Henry Michaux dibujantes excepcionales. También, en España, a poetas como José Miguel Ullán con una interesante faceta artística. De una forma natural, cineastas como Bertolucci o Fellini (a este le vimos en el Círculo de Bellas Artes, donde todavía hoy se exhibe la fotografía de Carlos Saura) convirtieron sus storyboards en auténticas joyas artísticas. Y el arte ha generado trasvases muy sugestivos (del Salvador Dalí escritor al Julian Schnabel cineasta. ¿Y qué era realmente Warhol ?). Algunos tan acentuados que han sepultado al artista.

Es el caso de Daniel Guzmán , Goya a mejor director novel por A cambio de nada , una cinta autobiográfica en la que se mezclaba su pasado como grafitero o boxeador. El joven actor, que llegó a ser compañero de farras de un viejo conocido madrileño del arte urbano como Muelle, confesaba cómo para desestresarse de su nueva vida se vio empuñando no hace mucho un bote de pintura y empleándolo sobre un muro, como cuando firmaba como Tifón. O Manolo García , el alma mater de grupos como Los burros o El último de la fila, que estudió artes aplicadas y al que un día no le quedó más remedio que elegir: «Mi familia no acogió con satisfacción la idea de dedicarme a la música -relata-. Eran los setenta y una frase recurrente era que eso era de hijos de famosos o toreros. Que había que tener padrinos. Por eso estudié diseño gráfico».

Por ser famoso

García llegó a ganarse la vida como tal y diseñó muchas portadas de discos, incluidos los suyos. Pero al final terminó despuntando en la música y, no lo niega, «por empezar a ser conocido me aceptan en alguna galería». Hoy, en plena promoción de nuevo disco, cuenta con una exposición en Armilla en la que se ha animado incluso a cultivar la escultura, y ha probado a trabajar en colectivo ( GoticSur ) junto a Montse Clausells , cuyos resultados llegaron a la galería Vanguardia de Bilbao y la Sala Parés . «Mi inquietud social, mi conciencia ecologista empañan mis canciones y mis cuadros. Música y pintura son las dos pasiones de mi vida. Yo no me adapto a nuestro mundo postindustrial y tecnológico. Si no fuera por ambas disciplinas, ya habría sucumbido».

La recepción de la obra no preocupa tanto. Para Manolo García pintar es una necesidad

Independientemente de la mayor o menor acogida de la obra de unos y otros, algunos de los agentes consultados restan importancia a la opinión que la crítica pueda tener sobre esta su segunda faceta creativa: «Al no tener la expectativa de que lo hago tiene que gustar o se tiene que vender -subraya Colomo- trabajo en la pintura de una manera más libre que en el cine». «Yo ya ni leo las críticas de películas -señala Almodóvar-, pero reconozco que me afectan cuando me las cuentan. Pero el hecho de haber sido un debutante te da la libertad de hacer lo que quieras. La libertad de experimentar te descarga de responsabilidad. Da igual la crítica». Manolo García es el que responde de forma más sincera: «Como soy conocido como músico, y de una manera sencilla y clara lo acepto absolutamente, la crítica me asume como un advenedizo. Pero yo siempre digo que, para mí, pintar, ahora hacer escultura, es algo vital, emocional, que necesito como el sol . No tengo tanto una pretensión de que la crítica me trate bien, de lograr un puesto de honor en el mundo del arte, como de seguir pintando. Es más: yo todo lo que gano vendiendo obra lo dono, no me quedo ni un euro. Se ha escrito que tengo un discurso propio, un mundo pictórico reconocible... Eso ya es mucho para mí».

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