LIBROS
«Confesiones de un incrédulo», otro Lovecraft es posible
El maestro del terror y de la ciencia ficción era también un magnífico ensayista, como da cuenta este maravilloso libro
Óscar Mariscal Aranda ha reunido en un tomo una serie de ensayos lovecraftianos que nos dan una medida de su autor muy diferente a la del que trazó, con mano experta e imaginación desbordante, la cartografía de ficción sobrenatural más importante del siglo pasado. En efecto, H. P. Lovecraft (1890-1937) es uno de los iconos más importantes de la cultura popular. Y lo es en su calidad de creador de un universo espeluznante y terrorífico que figura entre los más célebres y mejor trabados que ha dado la literatura fantástica stricto sensu desde sus orígenes hasta nuestros días. Tras las huellas de padres fundadores, la narrativa de Lovecraft se ha convertido para los numerosísimos lectores que tiene en todo el planeta en algo parecido a una mitología, tan estructurada como pueda estarlo la clásica, la germánica o la india.
Pero aquí no vamos a encontrar al Lovecraft soñador, sino a uno incrédulo, racionalista hasta la extenuación (pese a sus coqueteos con el fascismo), profundamente preocupado por la deriva deshumanizadora de su entorno, ferviente partidario del «New Deal» de Roosevelt, crítico con los excesos del liberalismo, minucioso conocedor de la literatura grecolatina y enfebrecido consultor de cuantos «reference books» y enciclopedias se le pusieran por delante…
Hombre del Renacimiento
A ese Lovecraft que distinguía perfectamente entre un trágico griego y un joven colaborador de revistas «pulp» como «Weird Tales» o «Amazing Stories», pero que no renunciaba ni a la alta cultura ni a la cultura popular , porque creía que eran perfectamente compatibles, y que leer a Dante o a Chateaubriand no impedía disfrutar del último cuento de Conan escrito por su aventajado discípulo Robert E. Howard (que se suicidaría, por cierto, un año antes del fallecimiento de su maestro). Choca que un inventor de orbes fantásticos y aventureros como H. P. se declare en alguno de esos artículos como ferviente partidario de la ciencia y de un materialismo filosófico radical. No se pierdan, por ejemplo, el artículo «Un profano se dirige a su gobierno», en el que se desarrollan unas ideas con planteamientos cercanos a ciertas tendencias actuales, pues no en vano la crisis de 1929 y la que venimos padeciendo los últimos años tienen concomitancias muy evidentes y consecuencias muy similares.
Pero el trabajo que más me ha interesado de todos los que ofrece este libro, tan admirablemente preparado por Óscar Mariscal, es el titulado «Qué debo leer» , casi cincuenta páginas en las que el hombre del Renacimiento que hay en Lovecraft recomienda la lectura de los clásicos de la literatura universal con gran conocimiento de causa, pero también los mejores autores en otras parcelas del saber, como la historia, el arte, la música o las ciencias puras. Porque, como al personaje de Terencio, nada de lo humano le fue ajeno.