ARTE

Las «conexiones» del Museo ABC con el dibujo español

El Museo ABC reunió a los artistas que han formado parte de «Conexiones», su programa de apoyo al dibujo español, que ya ha cumplido quince entregas. Algunos rememoran aquí la experiencia mientras alaban la iniciativa

Manuel Antonio Dominguez, Marina Vargas, Juan López, José Luis Serzo y Estefania Martín Sáenz ÁNGEL DE ANTONIO

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Situar una obra de la Colección ABC junto a otra de la Fundación Banco de Santander es una conexión. Pedirle a un artista que desarrolle a partir de eso un proyecto es otra. Desplegarlo en el Museo ABC, una tercera. Esa es la filosofía de Conexiones, su programa de apoyo al dibujo (y al arte) español, comisariado por Óscar Alonso Molina , y que, «nudo» a «nudo», ha alcanzado las quince ediciones. El centro reunió a todos sus protagonistas para hacer balance. Nosotros convocamos antes a cinco de ellos ( Juan López, José Luis Serzo, Marina Vargas, Manuel Antonio Domínguez y Estefanía Martín Sáenz ) para adelantar sus conclusiones.

Repasando lo que fueron sus propuestas, la palabra «desbordamiento» surge de forma explícita o implícita. No sé si es casualidad o que «Conexiones» invita a ello.

Manuel Antonio Domínguez: Hay un poco de todo. Por un lado, un comisario, que apuesta por ti; una plataforma muy potente, el Museo ABC, que lo hace por tu trabajo, y mucho esfuerzo. Existe cierta presión por salirse de la zona de confort. La mezcla invita a ese «desbordamiento».

Marina Vargas: Tener todo un año para un proyecto da pie a mucha comunicación con Óscar Alonso y para que crezcan las posibilidades de los consejos. Mi proceso dio pie a que se abrieran muchas otras puertas. Y cuando tienes el apoyo, una producción, un equipo, unos honorarios, un interlocutor interesado, casi te exiges desbordarte: lo quieres dar todo.

José Luis Serzo: En muchos de nosotros se repitió la premisa del comisario de «una escala de dibujo grande», algo que muchos guardábamos para una ocasión especial. Para Conexiones nos dimos la oportunidad.

¿Es eso lo que les pidió a todos el comisario?

Juan López: Yo creo que Conexiones supuso para todos ir a buscar algo que aún no hubiéramos experimentado. Eso es lo que nos pedía el comisario.

Estefanía Martín Sáenz: Yo recuerdo que me dijo: «Sé que llegas a este nivel. Ahora quiero que superes esa marca».

J. L.: Todos los proyectos han tenido mucho de experimental. Con todo lo que tiene esto de marcianada, condicionantes como «elige un cuadro de aquí, otro de allá y monta algo».

M. V.: A mí me brindaba la oportunidad de poner en marcha algo que llevaba tiempo dando vueltas. Fue el empujón final, el que te lanza al precipicio. Y a mí nunca se me habría ocurrido sacar a la luz mis procesos. El comisario me iluminó en ese sentido.

Uno de los lujos del proyecto es bucear en dos colecciones. ¿Qué descubrieron o qué buscaban en ellas?

J. L.: Sin duda, yo me buscaba a mí mismo. Esas son dos historias de la Historia y, por descontado, tú no haces sino reformular cosas. Puedo contar como anécdota que me interesé por una escultura del Santander como de ocho metros de largo, brutal, que estaba en Sevilla, y que habría habido que desmontar; un cristo...

E. M. S.: Yo también tengo una historia con el Santander. Quería trabajar con Arellano fuera como fuese, y un día en el estudio recordé que tenía un catálogo antiguo de cuando aún existía el Central Hispano. Pues la única hoja del catálogo que estaba con la esquina marcada era la del lienzo de Arellano que acabé seleccionando. Vamos, que la elección la había hecho años atrás... Eso era brujería.

En un año, ¿muta mucho su idea?

M. A. D.: Por descontado. En la cocina de mi trabajo, yo soy muy objetual. Y este objeto fue aflorando según me fui sintendo cómodo para mostrarlo.

J. L. S.: A mí me motivan los temas que me provocan rechazo. Yo topé con Pinazo repeliéndome la pintura decorativa. Desde Conexiones, miro esa pintura con otros ojos. Y creo que lo que la ha denostado ha sido nuestra mirada contemporánea. Nos creemos muy por encima de muchas cosas. Ahora me esfuerzo por recuperar miradas puras.

«Esto es algo muy profesional que se hace con honorarios, presupuestos, catálogo» (J. López)

Hablemos de piruetas, de por qué esto no fue un ejercicio más de estilo. ¿Dónde estuvo el reto de sus propuestas?

E. M. S.: En mi caso, la escala. Mis retos fueron técnicos porque a la hora de enfrentarme al dibujo, todo eso lo supe lidiar.

M. V.: En el mío fue el dejarme llevar por el descubrimiento. Yo planteé una nueva «baraja», y para cada obra sigo una carta de color donde las combinaciones varían en función de una tirada de cartas previa, de forma que eso da pie a pintar mezclando colores como no lo haría yo en mi vida. La sensación de extrañamiento era continua y había que conseguir que el resultado funcionara. Llevarme los bocetos a sala, como me indicó el comisario, también era un reto. De hecho, al no darles importancia, se me llegaron a pegar unos a otros, tenían goterones de agua y pintura...

M. A. D.: A mí me producía mucha tensión dar el salto a una escala mayor, y hacerlo mientras cambiaba de estudio... También me producía incertidumbre llevar mi voz sobre la construcción de género a dos plataformas en las que este tipo de discurso tal vez no se ajusta a priori con tranquilidad.

J. L.: Para mí fue un momento de cambio y, por lo mismo, de descubrimiento. Llevaba diez años desarrollando una práctica muy concreta de dibujo mural, pero en el estudio ya estaba en otras cosas. Controlaba tanto esa práctica que ya no me aportaba mucho. Y sabía que Óscar me invitaba por ella, pero creí con firmeza que era el momento de hacer borrón. Además era mi regreso a Madrid, las condiciones eran buenas... Era momento de arriesgar. Y desarrollé un dibujo que se lanzaba más a lo escultórico. Creo que fue casi más reto para el comisario.

J. L. S.: El mío fue recuperar el espíritu positivo de las primeras ediciones del Hombre Cometa, mi alter ego, más que enfrentarme a unos tamaños o a hacerlo en un garaje. Forzar el clima emocional era complicado, sobre todo si estás en un momento de crisis. Pero hasta el siglo XX los artistas trabajaron por encargo, algo que en nuestra época volvemos a recuperar en función de otro pedido, en este caso de comisionados o comisariados. Ahora te adaptas a presupuestos, a espacios, a temáticas... Eso no desmerece los resultados. Y Conexiones ha demostrado que el concepto de dibujo es muy plural. Ese ha sido el nexo común de todos nosotros a ojos del comisario, pero ha sido sólo un germen. Y otra de las cosas por las que nos ha seleccionado es porque ha sabido vernos en este espacio, que también tiene lo suyo...

J. L.: ¡La vitrina!

E. M. S.: Ya va a desaparecer.

J. L.: ¡Pues que nos vuelvan a invitar!

¿Qué trocito de «Conexiones» se llevaron a su labor posterior?

M. V.: Para mí, esto solo fue un arranque. La presentación en un centro del proyecto, lo que sirve, además, para contextualizar lo que ofrezco ahora.

M. A. D.: Yo aprendí a trabajar «en el tiempo». No es que mi labor sea rápida, pero rumiar algo durante un año da pie a sacarle mucho más partido. Ahora me tomo todo con más relax, como algo más duradero.

J. L.: Esta fue una intervención muy específica que se recicló luego lo mejor que se pudo. Pero muchas cosas de las que hice luego salieron de ahí, lo que expuse en Madrid en Abierto x Obras . Ahora estoy en otro punto del trabajo pero sé que hay un origen aquí.

¿Qué lugar ocupó entonces «Conexiones» en cada una de sus biografías?

M. A. D.: Para mí fue un antes y un después. Yo venía de la periferia, de usar un alter ego, y en el momento en el que hago una muestra de esta envergadura muchos se hacen eco de mí. Ahora se cuenta más conmigo.

J. L.: Hay que reconocerle al Museo ABC que da una oportunidad en un momento en el que, por edad, se acaban determinados premios, becas... Y lo hace con unos presupuestos, unas condiciones, un catálogo. Esto es algo muy profesional que llega cuando lo necesitas porque se acabó «la emergencia».

«“Conexiones” demuestra que el concepto de dibujo es plural, solo un germen» (J. L. Serzo)

¿Harían lo mismo si les ofrecieran otro «Conexiones»?

J. L. S.: Yo estoy muy contento con lo que hice.

J. L.: Lo afrontaría de otra manera pero porque el trabajo ha evolucionado.

M. V.: Yo sigo en lo mismo pero veo evolución, me encuentro más segura. Ya estoy «dentro».

M. A. D.: Yo le dedicaría más tiempo al catálogo. Es algo que se desorbita al final. Y es lo que va a quedar.

E. M. S.: Yo lo tengo muy cerca, aún expuesto, pero cuando se hagan otros quince Conexiones, me invitas otra vez y te respondo a la pregunta.

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