LIBROS
Cómo surgió la semilla de mi idioma con Berger
Es lo que relata en este artículo Marisa Camino, que llegó a colaborar con John Berger. «Al principio, nos enviábamos por carta hojas, plumas, arena… Poco a poco, fuimos creando una gramática -recuerda-. Era como una danza a dos manos»
![Dibujo con el que Marisa Camino rinde homenajea John Berger. De la colaboración entre ambos surgió la muestra «como crece una pluma» (Círculo de Bellas Artes, Madrid, 2006)](https://s1.abcstatics.com/media/cultura/2017/01/16/fotoberger2-kA3D--620x349@abc.jpg)
1 Tengo frente a mí uno de los últimos dibujos que hicimos juntos. En él, John superpuso un pequeño papel en el que dejó escrito: «a word». Una palabra, como una estrella que i lumina el misterio de lo pintado . Junto a ella, la huella de uno de sus dedos. La mancha era de un rojo oscuro, imagino que sería sangre que ha ido cambiando de color.
Una palabra y un cuerpo que desaparece o penetra en la luz, un movimiento de la imaginación, un deseo de acercarse, de entrar en lo que está siendo dibujado.
A veces, intentábamos leer juntos a María Zambrano :
«La palabra que un ser humano guarda es como de su misma sustancia, aunque la aprendiera o la formara él mismo un día…».
Ahora, aquí, mi palabra solitaria es un pajarillo.
2 Era joven cuando conocí a John , tenía 25 años. Iba a cruzar parte de Europa con mi destartalado Renault 4 hasta Hamburgo para visitar a una amiga.
Dibujé un mapa del itinerario y, como los caminos nunca son rectos, me desvié a Quincy, el pueblo donde vivía John. Y allí, surgió la semilla de nuestro idioma, no hablado ni escrito. Juntos encontramos en el dibujo una manera de comunicarnos . Al principio, nos enviábamos por carta hojas, plumas, arena… Poco a poco, fuimos creando una gramática.
Trabajábamos sobre papel, pero en nuestra imaginación lo hacíamos en tela. Ese tejido era como un cuerpo, entrábamos en él silenciosamente.
Tuve suerte. Muchos años dibujando juntos.
Más tarde, en una de sus cartas me escribiría John: «They keep us alive. I am surprised time and again».*
Había algo en nuestra colaboración que se abría a ese espacio extraordinario de las líneas, los planos y los colores. Era como una danza a dos manos. Un territorio no tan óptico como sensitivo.
Estos días en los que se ha ido John me gusta sentarme en el desván, extiendo algunos de nuestros dibujos, miro la montaña de Robredo y tengo la impresión de que se ha ensanchado.
What we see at the end
and if we see it together
we’ll see it together at the end
* Ellos, los dibujos, nos mantienen vivos, y esto me sorprende una y otra vez.