LIBROS

¿Un cómic sobre el Holocausto?

Sorprende que un tema tan grave como el Holocausto se pueda confiar a las páginas de un cómic. Lo ha logrado Fidel Martínez en «Fuga de la muerte». La vida en viñetas de Celan, uno de los poetas que mejor han escrito desde el abismo

«Fuga de la muerte» emplea un estilo con reminiscencias del Expresionismo alemán

HELENA CORTÉS GABAUDAN

Sí se puede escribir poesía después de Auschwitz: el conocido poema de Paul Celan « Fuga de muerte » es la demostración de que pese al anatema expresado por Adorno , y que debe entenderse como una expresión del fracaso total de la cultura europea frente al hecho del Holocausto («escribir un poema después de Auschwitz es una barbarie», «Kulturkritik und Gesellschaft», 1949/1951), no sólo en general es posible seguir escribiendo literatura, sino incluso un tipo de poesía que se escribe precisamente «desde» o «sobre» Auschwitz y que es, además, de una trágica belleza . El propio Adorno lo tuvo que reconocer cuando leyó los poemas de Celan.

Y es que, por otra parte: ¿qué otra cosa se podría hacer, si no, después de Auschwitz? ¿Renunciar para siempre al arte y la belleza sólo porque la cultura no fue capaz de parar tal horror y hasta parcialmente lo alimentó? ¿ Puede acaso Auschwitz, por mucho que sea un extremo apenas concebible de la maldad humana, acabar con el sentido de la poesía y del arte , que desde siempre han servido para expresar tanto lo mejor como lo peor del ser humano? ¿Acaso no deberían existir o permitirse obras tan impactantes como las «Pietás» o las litografías sobre la muerte de Käthe Kollwitz , nacidas de su duelo por la pérdida del hijo y de su vivencia de la guerra, o los delicados versos de la premio Nobel germano-sueca Nelly Sachs en su ciclo sobre el Holocausto: « En las moradas de la muerte »? ¿Se puede realmente sostener –como lo hace de nuevo Adorno en su «Dialéctica Negativa»– que incluso los textos de tipo testimonial o de ensayo filosófico sobre el Holocausto son reprobables , ya que su «absoluta negatividad» acaba siendo una «afirmación» de aquello que niegan y por ende acaban rentabilizando muy positivamente la muerte y el dolor?

Cultura opresora

La verdad es que resulta muy difícil refrendar tal cosa leyendo los sobrecogedores textos de reflexión sobre el Holocausto del escritor de origen judío Jean Améry («Más allá de la culpa y la expiación», 1966), otro de los grandes damnificados de Auschwitz –que además se rebela expresamente contra Adorno–, quien, tal como ya hiciera Celan, también sintió la necesidad de cambiar su nombre por un anagrama afrancesado del suyo germánico (Hans Mayer) y, tal como le sucedió a Celan, tampoco pudo soportar el horror vivido ni la incongruencia de pertenecer a la cultura de sus opresores, poniendo él mismo fin a su vida.

Pero, con todo, la pregunta es acertada y nunca quedará cerrado el debate sobre si es legítimo no sólo rentabilizar el sufrimiento en forma de éxito personal y de venta de libros, sino sobre todo provocar un deleite estético con el horror y la muerte.

Paul Celan , el poeta del Holocausto, el que vino a «contar lo amargo» y a volverse él mismo «amargo» , «una almendra más» («Cuenta las almendras»), tuvo que soportar por este motivo –junto a todas las calamidades de su trágica vida– el reproche de quienes le acusaban de anteponer la poesía pura a una poesía comprometida.

«Fuga de la muerte». Fidel Martínez

Novela gráfica. Edicions de Ponent, 2016. 124 páginas. 20 euros

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